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Conmemoran 28 años de la masacre de Aguas Blancas, Guerrero

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La Jornada

Chilpancingo, Gro. Al cumplirse este miércoles 28 años de la masacre de Aguas Blancas, en el municipio de Coyuca de Benítez, en la Costa Grande de Guerrero, la Organización Campesina de la Sierra del Sur (OCSS), denunció que el ex gobernador Rubén Figueroa Alcocer, fue el principal culpable, y el caso sigue impune.

Mediante un comunicado de prensa, difundido desde el municipio de Coyuca de Benítez, la OCSS señaló que “los militantes y familiares de los masacrados de la OCSS, somos solo una parte. Los familiares de otros masacrados, los asesinados, los desaparecidos (por motivos políticos o no), los injustamente encarcelados, también esperan el castigo de los culpables. Resaltan los casos de las guerras sucias de los años 60’s, 70’s, 80’s, 90’s y 2000, Ayotzinapa, El Charco, la Guardería ABC, entre otros”.

Como hace más de 30 años “cuando pensamos organizarnos para enfrentar la depredación de nuestros bosques, hoy existe una situación parecida. Vimos pasar camiones cargados de troncos de árboles cortados en bosques de la comunidad de Tepetixtla en Coyuca de Benítez. Descendiendo hacia Atoyac de Álvarez. Autoridades federales, estatales y municipales los miraron pasar. No dijeron, ni hicieron nada por detenerlos, fueron cómplices o protegieron el negocio”.

Es el llamado crimen organizado “despojando de bienes comunes a los pueblos, que despedaza el tejido comunitario, que explota y asesina a las personas y que no le importa degradar la naturaleza con sus negocios, para esto cuentan con apoyo gubernamental y de algunas empresas. Despojan y se protegen en las armas del estado y en las propias”.

Lo hacen en la sierra, en la Montaña, en las costas, en todo el estado de Guerrero, en Chiapas, en Oaxaca, en Michoacán, en todo el país. Se ve en otros países “es el capitalismo de este tiempo en donde se diluyen las diferencias entre la economía formal, la informal y las actividades delincuenciales. Es el capitalismo de la decadencia; delincuencial y más depredador. Las ganancias ilegales son una fuerza que lo dinamiza; el lucro fácil es la norma; la corrupción sistemática, su dinámica cotidiana; se rigen por el éxito al precio que sea. Es violencia armada y genocidio; no les importa provocar grandes daños ambientales y sociales; contaminación y deforestación; homicidios, desapariciones, violaciones, feminicidios, migración forzada; trata de personas para explotación sexual o laboral, venta de niños y órganos; cualquier persona es una mercancía más en estos tiempos como en tiempos pasados no vemos un cabio en la mal llamada (4T)”.

Para ello, agrega la OCSS “buscan doblegar a la población mediante el terror, el control de la economía local, servicios propios, naturalización de la violencia e incorporación de una parte de la población en su maquinaria de guerra, integrándola en su mentalidad, su cultura, su economía, su control territorial, sus decisiones políticas (harán alianzas y apoyarán al partido que les garantice sus negocios) y sus lógicas de violencia organizada. Aun así, su existencia es efímera, mañana pueden ser “combatidos” y sustituidos por otro grupo y otras personas”.

¿Como enfrentar esta situación?, preguntó la OCSS “creemos que primero que nada hay que seguir fortaleciendo nuestras organizaciones, la particular (en nuestro caso la OCSS), la de todos (el Congreso Nacional Indígena); hay que luchar contra ese afán de querer enmascarar la realidad. Dejar claro que no basta con un programa nacionalista que busque la soberanía (energética, alimentaria, otras); que vivimos una guerra de despojo en la que el capitalismo y sus diferentes actores cuentan con el apoyo y la complicidad del estado. Que, aunque se digan “progresistas”, “de izquierda” o de “nuevo régimen”, se han reconvertido en estados para la continuidad del despojo. Que el estado es el primer responsable de la violencia expoliadora contra los pueblos. Que el tejido social es un campo de batalla, que los delincuentes organizados y otros grupos paramilitares, buscan romper para recomponerlo en beneficio de intereses económicos y políticos”.

Hoy, para enfrentar esa violencia “son imprescindibles las autodefensas comunitarias (como la de la CRAC-PF), firmemente arraigadas en las comunidades que resisten. No sólo defienden y cuidan, las propiedades, la vida y la naturaleza, sino también las relaciones humanas. No esperamos caminos cortos y fáciles, creemos que sólo la resistencia organizada y persistente abre los caminos que buscamos”, concluyó el comunicado.

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