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Cruzar el continente embarazada

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•Se embarazaron migrando.

La cifra de las africanas que entre una multitud viven bajo carpas afuera de la estación migratoria, es incierta, como lo son, las consecuencias de las pésimas condiciones en las que están sumidas.

“Reforma” entrevistó a diez que como el resto, esperan el documento que las llevaría al norte en busca de un futuro mejor junto a sus hijos

MARIANA MORALES/Reforma

Tapachula, Chiapas.- “Sedientas con ganas de beber algo frío”, así es como se sienten las africanas embarazadas que acampan en carpas improvisadas afuera de la Estación Migratoria Siglo 21. En su segundo mes de vivir en la banqueta han logrado saciar el antojo sumergiéndose en el cercano río sucio Tescuyapan, mientras adivinan qué sexo serán sus hijos.
Fifi de Angola nunca ha visto un médico a sus cuatro meses de embarazo, recolecta agua purificada de un tinaco que una organización francesa instaló en estos coloridos campamentos de migrantes, le servirá para acompañar la única comida que hará en el día, con suerte serán dos, todo dependerá de la caridad de quien pase para que ella cocine en anafre.
Frente a ella está su hijo Jef, con quien migra desde hace tres meses, un niño de 10 años a quien le cuentan el cansancio acumulado en sus pies tras cruzar el continente en avión, caminar en selva panameña, pararse por horas en bus hasta atorarse en esta casa de campaña que por las mañanas parece baño sauna, ahí tendrá que esperar el nacimiento, y el prometido documento migratorio que los llevaría a otra nación.
Una multitud procedente de los países más pobres del planeta y de África, Congo y Angola, dejaron sus hogares por la desesperante miseria. Se embarazaron migrando o partieron así, se toparon con esta ciudad que no tenía memoria de recibir migrantes africanos cuyo lenguaje y color de piel resulta extraño y causa rechazo.
Con distintos meses de gestación, las embarazadas están regadas en la banqueta de la estación migratoria, no llevan un control prenatal, casi nadie se ha realizado ultrasonido, no han acudido con un doctor pese a tener dolores, algunas tienen ronchas en su cuerpo, y hay quien deja que gotas de sangre escurra entre sus piernas.
Un activista contó que en estos campamentos hay 15, otro dijo que eran 20, un africano aseguró que el número real eran 32; la cifra es incierta, como lo son las consecuencias de estar en estas condiciones. Ninguna Organización las acompaña.
“Reforma” entrevistó a diez, usando un mapa, traductor digital y señas; buscó sin éxito a José del Carmen Toledo Alejandro, titular en la entidad del Seguro Popular, para que diga cuántas africanas embarazadas afiliaron para control prenatal, habló con médicos de la Secretaría de Salud del Gobierno de Chiapas a cargo de Rutilio Escandón para conocer cuántas llegaban a la ambulancia que estacionaron cerca de los campamentos.
“Realizamos búsquedas (en los campamentos) que se dificultaron por el idioma, montamos dos carpas y ahí dábamos las consultas hasta que los migrantes nos agredieron no queriendo atención, ahora estamos a 200 metros de 8 a 4 en una ambulancia con médicos, cuando se necesita hospital nos coordinamos con migración para llevarlos”, indica Ángel Gabriel Ocampo, médico de la Jurisdicción Sanitaria de esta ciudad.
Hubo 600 nacimientos en el Hospital Regional pero también abortos, según la institución que no disgrega cuántos. El Comité Promotor por una Maternidad Segura en México documentó que el año pasado sólo el 50 por ciento de las que parieron en este país recibieron un control prenatal en los primeros tres meses.
Fifi se prepara para enrollar su estómago con una tela de colores que carga desde su continente, no le preocupa mucho que un médico la revise; de donde viene, las embarazadas poco ven doctores, le ocupa que cuando su hijo nazca encuentre una carpa, un río sucio, un tinaco, y las promesas migratorias para llegar a otra nación.

1.-Fifi, de Ángola. “No me tomes foto, no soy bonita”
Tengo 4 meses de embarazo. Salí con mi hijo Jef porque mi marido escapó y no regresó. Decidí juntar dinero de la venta de frutas y verduras para irnos, pasé el continente en avión, luego caminé por la floresta (selva panameña), me siento cansada en los pies.
Nunca ha visto ningún médico, aunque algunas mujeres me han dicho que hay en el centro pero prefiero no salir de aquí porque espero llegue el milagro, que la mujer de migración (Carmen Yadira de los Santos Robledo, delegada del INM en Chiapas) salga, me dé el papel y yo camine rumbo a Estados Unidos.
En ese país es donde quiero que nazca Jef, él está un poco asustado de vivir en carpa, no quiere quedarse aquí, quiere estudiar y ser empresario, aunque aún no sabe qué venderá. Hoy en la mañana me bañé en el río para luego ver si comemos… “no, no me tomes foto, no soy bonita”.


2.- María Teresa, de Angola. “Hay dolor de cadera»
Migré hace cinco meses con mi esposo, llevo 8 meses de embarazo. No me he hecho un ultrasonido, sólo una vez una enfermera me atendió en el Hospital. Me da mucho dolor de cadera y para quitarme la sed de algo frío me bañó en del río.
A ratos me da mucha tristeza porque en un mes nacerá mi hijo y pienso en cómo lo voy a criar, aquí se vive bajo el sol. ¿cómo le haré? Me siento enferma, tengo los pies inflamados, no tengo ropa para el bebé, leche, ni sé qué será. Aunque me gustaría que fuera niño.
Un día estuve en el INM donde me dieron leche, arroz, pan, y una pastilla porque tenía dolores. Ahora, tengo un mes que estoy en la banqueta, mi mamá y papá ya murieron, cuando llegue al norte del país quiero estudiar informática, tener una casa y ser feliz con mi hijo. No me arrepiento de migrar.


3.- Cristina, del Congo. “Como arroz y, si hay dinero, preparo comida”
Con cinco meses de embarazo a veces me da mucho dolor de estómago, mucho sueño y me acuesto en el piso de la carpa, ahí duele mucho, pero me voy al río y me baño, no me he hecho un ultrasonido para saber qué será, pero pienso que nacerá un niño.
Tengo un mes de estar aquí bajo en sol en carpa. Tengo tristeza y mucha desesperanza de lo que pasará en esta ciudad donde parece que no nos quieren. A veces como arroz y a veces preparo comida, si es que hay. Mi esposo dice esto es difícil, pero buscar la felicidad es lo más importante.
En Congo yo cortaba cabello, y cuando llegue a estados Unidos quiero estudiar belleza y hacer trenzas a las mujeres.

4.- Nayine, del Congo. “Me dieron vitaminas, pero no las puedo tomar porque no hay alimentos”
Tengo siete meses de embarazo y cargo dos hijos. Salí embarazada el 26 de junio junto a mi esposo Jean. Hicimos una escala en Brasil donde hicimos una pausa para pensar si seguir o no con el viaje, y buscar una vida mejor. Huimos porque a él lo amenazaron de muerte de manera directa de parte de unas personas que le tenían coraje porque él era maestro de Filosofía.
Estuvimos dos días en la estación del INM, un médico me revisó, aquí están los papeles (afiliada al Seguro Popular), me recetaron vitaminas, pero no me las puedo tomar porque no hay comida para acompañar el medicamento.
Como una vez al día, pasta que nos traen los religiosos.
No quisiera que mi bebé nazca en estos campamentos, sino en el norte del país porque aquí no hay comida, ni trabajo. Me pregunto, ¿cómo nacerán los bebés de aquí? Una señora me dio una olla de trastes para comida, pero no hay qué, nos regaló una bolsita de ropa para bebé de colores. No me tomes foto estoy cansada.


5.-Matzin, del Congo. «Cuando me venía la regla dejaba que escurriera»
Me embaracé migrando. Cuando me venía la regla en el camino, me ponía papel, o dejaba que la sangre escurriera.
No sé qué será mi hijo porque no tengo plata para salir al taxi para ir al médico y saber qué será mi hijo. Estuve cinco días en el INM donde sí me dieron leche.
Estoy cansada y dolores por cargar a mi bebé que traigo en brazos. Sí ando con mi esposo, pero también tengo dolores de cuerpo, cadera y me pican los granos del cuerpo. Sí, también me voy al río.


6.- Iveth, del Congo. «Será niña»
Tengo 8 meses de embarazo, y 39 años, salí embarazada teniendo cuatro niños y quiero que mi hijo nazca en Estados Unidos.
Yo sí ya me hice el ultrasonido en el médico donde no me cobraron, ahí supe que será niña. El médico del hospital me dio hierro porque dijo que lo necesitaba. Mucho sufrimiento aquí. Estuve nueve días en el INM donde un médico me atendió, también quiero llegar al norte, trabajar, y ser feliz.
Mi esposo, es de oficio barbero, es quien me dijo: vámonos de aquí. Ese día junté un poco de ropa, la vendí y la junté con otros ahorros, saqué a mi hijo de la escuela y nos fuimos.
Dejé a mi perro Milú, y a mi mamá que meses antes había llorado mucho porque mi papá enfermó y murió. Migré porque quiero salir de mis problemas de plata.


7.-Nasha. «¿Este es el futuro del migrante?”
Tengo seis meses de embarazada y cuatro hijos, me embaracé migrando en Argentina, ahí sangré en la selva durante tres días hasta que un médico me revisó cuando pisé la tierra.
Llegué a Tapachula y entré al INM nos separaron para darnos la comida. Salí de ahí y fui al doctor pagado y por 500 pesos supe qué era niño. Estamos tristes y algunas mujeres tienen dolor.
Aquí no cambia nada para el migrante, ¿por qué no nos quieren? ¿Por qué no nos dan el papel? ¿Este es el futuro del migrante? No tengo respuesta.
Amiga, yo no sé si mi hijo está vivo, o está muerto (llora).


8.-Yineth, del Congo. «Mucho sueño y duermo en piso»
Tengo cuatro meses de embarazo. En Brasil me di cuenta que estaba embarazada, no me he hecho ultrasonido pero quiero que sea niña.
Fui al médico pagado y me dieron vitaminas y medicinas, aún aquí sigo en la banqueta donde llueve y hace calor. Entré al INM, sí me dieron comida. Quiero ir al norte y allá cuidar al bebé, aunque en Estados Unidos sí me gustaría trabajar en limpieza y vivir feliz.
Aquí vivimos bajo la lluvia, sol, pero mi esposo es quien me dice que tenemos que seguir. Traigo dos bebés. Me da mucho sueño, calor y duermo en el piso, la carpa es para dos y entramos más.

9.-Paciencia, de Angola. «¿Traes leche para mí?»
Tengo 7 meses de estar embarazada. Ahora me baño en este chorro de agua que está a un lado del río. Yo no me meto a esa agua del río.
No sé qué será mi niño, pero estoy preocupada porque no tengo leche para el bebé, ni toallas porque cuando mi hijo nazca voy a empezare a sangrar y no tengo cómo arreglar eso.
Hasta ahora no me duele nada, pero sí recuerdo que cuando caminé en la floresta embarazada (selva panameña) vi que los hombres se iban en el río, vi cómo la gente sufría mucho, y eso no se olvida.

10.- Elisa, de África. «A veces sangro y me pongo trapo»
Tengo ocho meses de embarazo, me embaracé en Costa Rica, estuve en el INM 15 días donde me dieron un remedio y me desmayé, llegó una ambulancia y sangré poco, o no sé si mucho, hasta que llegué al hospital donde me dieron unas vitaminas.
A ratos tengo sangrados, dolor y vómito, la sangre es a gotas y me pongo trapo. Aquí nos maltratan por estar embarazadas, además nos hablan mal por ser negros. En esta banqueta ya tengo varios meses esperando el documento para seguir. Quiero que mi hijo sea niña.

Fotos: Mariana Morales

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