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Necesario, que los jóvenes tengan vida digna en el campo

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Gaceta UNAM

México puede ser líder en la protección del campo y del maíz, pero para eso se requiere apoyar a los jóvenes con la finalidad de que regresen y no migren, coincidieron especialistas desde el Jardín Botánico de la UNAM.

Robert Bye Boettler, investigador del Instituto de Biología (IB), explicó que en esta labor también debe haber un reconocimiento de los saberes que han generado los pueblos originarios desde hace mucho tiempo sobre las mejores estrategias para manejar el campo.

“México podría ser un líder en la producción de maíz, pero para hacerlo necesitamos que los jóvenes tengan una vida digna en el campo, y por ello luchamos. Por ejemplo, nosotros en la sierra Tarahumara, con la comunidad rarámuri, formamos equipos de trabajo en torno a este grano, con un reconocimiento ante su comunidad y ante el gobierno”, refirió el investigador.

Durante la primera celebración por el Día Nacional del Maíz, organizada por el Jardín Botánico, el doctor en Biología comentó que los académicos tienen conocimiento tecnológico y han compartido sus saberes con los campesinos, quienes cuentan con una experiencia acumulada de miles de años.

Bye Boettler agregó que desde la década de los 80 ha trabajado con las comunidades tarahumaras, respetando su conocimiento y aprendiendo las bases fundamentales de su cosmovisión, con el fin de estimar adecuadamente el uso del maíz, no sólo como parte de su alimentación, sino de los valores que su manejo implica para ellos.

“Si México apoyara a los productores que tienen menos de cinco hectáreas, hoy en día sería autosuficiente en el abastecimiento de maíz, según datos oficiales de la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat). El problema es que no cuentan con el apoyo necesario. Por ejemplo, si un pequeño productor quiere vender su cosecha, sólo los gastos de transportación consumen las ganancias que éstos podrían obtener”, recordó el especialista.

Comunidad mixteca
A su vez, Heriberto Vázquez Cardona, maestro en Ciencias por la UNAM, destacó que durante la pandemia indagó la posible presencia de granos transgénicos en una comunidad mixteca de Oaxaca, donde se logró tomar 71 muestras de semillas, de las cuales ocho dieron positivo y el resto resultaron libres de ellos.

El especialista de la Semarnat comentó que al revisar las prácticas sociales que llevaron a la contaminación del grano, se encontraron costumbres como la introducción de maíz híbrido, el intercambio de semillas, así como el compartir éstas con otras comunidades, además de las consecuencias del cambio climático (sequía, plagas, etcétera).

Entre las soluciones propuestas por el investigador, indicó que una sería detener temporalmente el intercambio de semillas, además de ofrecer un acompañamiento informativo y técnico agroecológico para los agricultores.

“Hay que partir de la colaboración, y existen varios proyectos en los que se está trabajando con otras comunidades, por ejemplo, en el Usumacinta, en Tabasco. Este tipo de acciones para mejorar la producción del campo requieren de apoyo. Las instituciones y la academia están haciendo un gran trabajo al relacionarse directamente con los agricultores, y si bien la parte gubernamental no siempre tiene la iniciativa, el vínculo puede ser justamente la academia”, reflexionó.

Luego de las charlas, los asistentes al encuentro recorrieron el Jardín Botánico y la venta de alimentos, además de realizar una visita guiada al Jardín Etnobotánico de la Ciudad de México.

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