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Trabajar desde antes de los 10 años en El Salvador

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NACIONALES/DIA DEL NIÑO Miembros de la familia Vanegas cargan leña que recoguieron en los cafetales aledaños a el Congo, Santa Ana. FOTOLPG/RONY GONZALEZ. ------ Full color, 10'' de base...

Para llegar al terreno donde esta mañana trabaja Luis Enrique, hay que cruzarse la calle de tierra y caminar por un sendero sinuoso, adornado por tantos árboles que muy poca luz se logra colar entre las ramas. Al arribar a la milpa, el horizonte se amplía, los ojos se llenan de claridad. El verde llega hasta donde alcanza la vista, a veces cortado por altas palmeras de coco.

Con la cuma en la mano, se encorva para desherbar, con minucioso amor, los alrededores de cada mata, teniendo cuidado de no dañarlas en su intento por protegerlas. Lo hace para evitar que otras especies le ganen terreno a su planta, para que esta pueda crecer a sus anchas hasta un momento en que ya no necesite de ayuda, más allá de abonos, insecticidas y riego.

Lo más duro, la siembra, ya pasó, pero esto también exige un enorme esfuerzo físico, de doblar el cuerpo para que la filosa hoja quede casi al ras del suelo y avanzar, avanzar, en un par de manzanas que, debido a la monotonía, podrían parecer interminables. El sonido del metal contra el suelo, del viento rompiéndose en cada golpe, se mantendrá constante por más de tres horas. Deshierba concentrado, con solo un poco de sudor sobre la frente, con la mirada atenta en su herramienta.

El Salvador está adscrito a varios convenios internacionales contra el trabajo infantil y se comprometió a que ningún menor de 18 años trabajaría en 2020, acá, sin embargo, es donde Luis Enrique ya cuenta con casi una década de experiencia trabajando la tierra. Tiene 17 años.  Empezó cuando solo tenía ocho. Ha laborado por más de la mitad de su vida.

Luis Enrique es parte de una familia formada por padre, madre y 15 hijos, que viven en el cantón Quebrada Española, de Izalco. Es un retrato del trabajo infantil asumido con normalidad: cada uno de los hijos varones ha empezado a trabajar antes de los 10 años junto con su padre, Rolando Obando, en las labores del campo. Desde el mayor, que ahora tiene 25 años. Los más pequeños esperan su turno, si las circunstancias no cambian.

Luis Enrique trabaja en la milpa junto con dos de sus hermanos, Miguel Ángel, de 15 años, y Rónald, de 12, quien no rebasa el umbral establecido por la ley para que un adolescente comience a trabajar. Su rostro contrasta con la edad promedio del agricultor en El Salvador, que el MARN coloca en 57 años. Al no contar ni con la edad mínima legal para realizar estas labores, ni siquiera fue tomado en este censo.


Este es un reportaje de Moisés Alvarado para el décimo aniversario de la Revista Séptimo Sentido, que se publica en CONNECTAS gracias a un acuerdo de redifusión

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