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No veo atentado contra la libre expresión, se exagera un poco: vocero Jesús Ramírez

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Con el gobierno del presidente López Obrador vivimos una situación de pleno goce de libertades, en el cual hay mucha crítica y eso es sano

El Universal

Cuando se señala que el gobierno estigmatiza a la prensa, que censura o que amenaza la libertad de expresión, siento que es más una postura ideológica y política que una realidad”, asegura el vocero del Gobierno de la República, Jesús Ramírez Cuevas.

En entrevista con EL UNIVERSAL, rechaza que las críticas del presidente Andrés Manuel López Obrador al trabajo de periodistas o medios de comunicación sean un atentado: “No veo ningún atentado en contra de la libre expresión, veo libertad absoluta, no creo que las opiniones del Presidente como tales sean censurables ni tampoco que sean una amenaza. En lo que va de este gobierno no ha habido un solo periodista, por el poder político central federal, amenazado, despedido, agredido o censurado, yo creo que se exagera un poco”, dice.

Afirma que falta reflexión porque venimos de un periodo donde el régimen de más de 80 años del PRI fue un yugo sobre la prensa y a diferencia del actual gobierno, las pasadas administraciones eran una amenaza permanente sobre la libertad de expresión.

En contraste, opina que con el gobierno del presidente López Obrador vivimos una situación de pleno goce de libertades, en el cual hay mucha crítica, mucho cuestionamiento y eso es sano.

Incluso, a manera de provocación, él mismo pide que no nos espante el debate y que se desacralice la figura del poder político.

“No nos espantemos en decir las cosas como son. Hay que desacralizar la figura del Presidente y ponerlo en su justa dimensión: es una persona que tiene una responsabilidad pública, que está bajo el escrutinio público, que también tiene derecho a expresarse y obligación de decir por qué se toman las decisiones”.

¿En qué estado se encuentra la libertad de expresión?

—Vivimos una situación de pleno goce de libertades, de manifestación, de expresión y libre debate, hay esas características del momento que estamos viviendo. Hay mucha crítica, mucho cuestionamiento y eso es sano…

Todos los días sale el Presidente a informar sobre lo que está haciendo, lo que piensa, de cómo interpreta los problemas del país y cuáles son las respuestas del gobierno, es algo nuevo, no quiere decir que todo sea incuestionable, y eso marca una diferencia.

¿Qué pasa cuando el Ejecutivo dirige sus críticas directas a comunicadores y medios?

—No veo ningún atentado en contra de la expresión, veo libertad absoluta, no creo que las opiniones del Presidente como tales sean censurables ni tampoco que sean una amenaza. En lo que va de este gobierno no ha habido un solo periodista, por el poder político central federal, amenazado, despedido, agredido o censurado, yo creo que se exagera un poco.

Lo que pasa es que venimos de un proceso que ya no se reflexiona, venimos del régimen del PRI, donde por 80 años fue un yugo para la prensa, una amenaza permanente sobre la libertad de expresión, un control de los medios de comunicación.

¿Ejemplos?

—Hay hasta libros como El vendedor de Silencio —de Enrique Serna— que hablan de ese momento tan ignominioso, en donde el autoritarismo se cimentó con base en acallar a la prensa y el 2 octubre de 1968, donde la prensa se calló un crimen de Estado. El debilitamiento del poder político del PRI, del viejo régimen, llevó al empoderamiento de los poderes fácticos, el poder económico y el poder de los medios, y ahora vivimos una situación inversa… Pasamos de un extremo a otro.

¿Ahora qué estamos viviendo, porque hay todo un debate sobre el papel del Ejecutivo y la libertad de expresión?

—Vivimos una situación de libertad, quienes cuestionan el hecho de que el Presidente haga calificativos o una lectura de la situación, de los actores, las primeras planas de los periódicos, piensa que eso es una agresión porque se hace desde la investidura presidencial, lo que queremos como gobierno es desacralizar al poder político. No podemos deificar al Presidente, que es un servidor público falible, que tiene errores y que puede ser cuestionado, en ese sentido nosotros aceptamos la crítica.

Pero en sus mañaneras parece que el Presidente no acepta la crítica ¿es así?

—Lo que no se puede aceptar es que se le quiera censurar, que se le quiera acallar, porque esa es la intención del INE, de los partidos de oposición, que ya no haya mañanera donde el Presidente pueda expresar su visión de las cosas y hacer la réplica de los argumentos, primeras planas o articulistas.

¿No le llama la atención que el Ejecutivo en sus discursos siempre llama a la tolerancia, pero trata a la prensa como su adversario?

—No es tanto que trate a la prensa como su adversario, sino que a veces hay medios de comunicaciones que actúan como adversarios, hay medios que editorializan como si fueran la oposición, cuyos editoriales funcionan como líderes de oposición en lugar de ser analistas y vemos que en lugar de análisis equilibrado, vemos críticas sesgadas, pero están en su derecho, no es censurable expresar su opinión sea cual sea, lo que sucede es que no estábamos acostumbrados a que hubiera un libre debate sobre lo que se decía.

¿Pero están conscientes de las consecuencias?

—Hay quien dice es que el poder presidencial es tan grande que una crítica del Presidente podría tener consecuencias nefastas… eso puede decir que una crítica puede convertirse en un ataque en manos de otro, pero quienes piensan así desconfían profundamente de la sociedad mexicana, piensan que es violenta per se y que sólo esperan una voz autorizada para atacar o ejercer violencia. No nos espantemos en decir las cosas como son. Hay que desacralizar la figura del presidente y ponerlo en su justa dimensión.

¿Hay otras voces que dicen que el Presidente cuando se dirige a la prensa no lo hace como un Jefe de Estado?

—Es el Jefe de Estado cuando todas las mañanas opina, delibera, informa, lo hace desde esa responsabilidad, pero también con la de un hombre que encabeza un proceso de cambio en el país y que sabe perfectamente que cuando él comunica una visión de las cosas, una crítica, tiene consecuencias, pero las que queremos es que sean favorables a la democratización, a señalar problemas para que no se repitan los crímenes de Estado y esa forma corrupta de gobernar.

¿En qué abona que el Presidente de la República critique a los medios?

—Vivimos en una situación en el que el periodismo es un riesgo en este país, pero no por el poder presidencial. El riesgo que se tiene hoy al ser periodista, sobre todo los que viven en los estados, son los poderes fácticos, son gobernadores que no aceptan la crítica, son alcaldes que no quieren la denuncia de la corrupción o es el crimen organizado que no quiere que se hable de sus negocios o sus actuaciones en las diferentes regiones, esos son los actores que uno ve que son las principales amenazas al periodismo… No hay un solo caso de un periodista de la fuente presidencial o que trate temas de carácter político nacional que haya sido amenazado, atacado o asesinado.

La SIP alerta que el Presidente con su lenguaje estigmatiza a la prensa.

—Cuando se señala que el gobierno estigmatiza a la prensa, que censura o amenaza la libertad de expresión, siento que es más una postura ideológica y política que una realidad… Yo creo que el Presidente no se siente atacado cuando lo critican sino digamos, no le agrada y enfatiza, cuando la crítica no tiene base, cuando se trata de un ataque artero, con cierto sesgo, cuando de lo que se trata no es de cuestionar el tema, sino de cuestionar al propio gobierno.

¿Qué se vayan Aguilar Camín y Enrique Krauze como dice Paco Ignacio Taibo II?

—A los Aguilar Camín y los Krauze, a los anteriores funcionarios de salud, no queremos que se vayan, queremos que se queden.

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