Inicio Destacadas Incendios forestales. “Tenemos que aprender a conocerlos para evitar catástrofes”

Incendios forestales. “Tenemos que aprender a conocerlos para evitar catástrofes”

97

Pie de Página

CIUDAD DE MÉXICO. – Hasta el jueves 28 de marzo, la Comisión Nacional Forestal había registrado 168 incendios forestales -126 en la última semana- concentrados en 19 estados del país, pero sobre todo en el Estado de México e Hidalgo. Los incendios han afectado más de 8 mil 600 hectáreas de bosques y selvas y las imágenes se reprodujeron reiteradamente en medios de comunicación.

¿Se está quemando el país? ¿Estamos ante una catástrofe?

Luis Olivares, ecólogo y edafólogo de la Universidad Nacional Autónoma de México, explica que que “no necesariamente» un incendio significa un desastre. Por el contrario, muchos son parte del ciclo natural de los ecosistemas para renovarse. Sin embargo, algunos incendios, sobre todo los que ponen en riesgo a las personas y que son producto, por ejemplo, del aumento de la urbanización, sí representan una señal de aleta.

“El incendio es un fenómeno natural, un disturbio bastante importante, pero que no necesariamente tiene que implicar un desastre”.

Aunque las causas de los incendios no pueden ser determinadas de manera sencilla, necesitamos entenderlas para poder prevenir tragedias, dice el experto.

Temporada de secas
–¿Qué está provocando los incendios que hoy vemos en la televisión?

–Para iniciar un incendio siempre vas a necesitar combustible, oxígeno y una fuente de ignición, así sea en una casa o en un ambiente a la escala de un bosque. En el caso de un bosque, por ejemplo, la fuente de combustible es toda esta hojarasca que se produce por inviernos largos, o temporadas largas de sequía que estresan a las plantas y estas pierden más hojas. Estas hojas o ramas que se caen son el combustible, pero para que enciendan requieres oxígeno, y ese llega cuando hay viento. Con esos elementos tienes las condiciones perfectas para un incendio, pero falta la fuente de ignición, y esa te la puede dar una quema agrícola donde una chispa se sale de control.

“Otra forma es, por ejemplo, gente que de repente va a hacer las carnitas asadas y el carbón que se queda también es una fuente de ignición que puede estar ahí, o también una fogata que no se apagó bien y queda ahí encendida, inclusive hasta una colilla de cigarro, o una botella de cerveza que puede actuar como una lupa. Va a haber varios orígenes, lo importante es que las tres condiciones para un incendio se crucen al mismo tiempo.

“Entonces, si tenemos el viento, la fuente de ignición y el combustible, y esto está presente en un montón de zonas al mismo tiempo porque estamos en temporada de secas y de secas cálidas, pues eso explica por qué estamos viendo más incendios”.

“El fuego es parte de la naturaleza”
Las imágenes nos producen angustia. En tiempos de crisis climática, donde atendemos la degradación de los ecosistemas y la pérdida de pulmones para la vida en el planeta, uno o varios incendios no generan otra cosa que desesperación.

Pero los incendios son tan naturales, dice el experto, que varias especies aprendieron a controlar o aprovechar el fuego y hay aves que cargan fuego y propagan fuego.

“El fuego es algo recurrente en la naturaleza, es parte de ella. Hay especies que dependen de que haya incendios, incluso para poder germinar. Los incendios han sido una fuerza selectiva que ha ido generando especies o rasgos adaptativos a esos incendios».

–¿Es normal, entonces, que ocurran estos incendios que hoy estamos presenciando?

–Depende, porque hay lugares que naturalmente se queman con bastante frecuencia, o sea donde cada dos o tres años hay un incendio, como en varias zonas boscosas de Michoacán o del Estado de México. (Pero lo que vemos hoy son incendios con magnitudes exorbitantes que, de alguna manera, ponen en riesgo la vida de mucha gente. Entonces, ante esto, pues quizás vale la pena replantearse las cosas de fondo, y aprender a vivir con eso”.

Bosques pristinos, pero enfermos
Olivares insiste en que hay que entender que los incendios forestales son parte de la naturaleza. Existen desde que existen las plantas terrestres y desde que existe el oxígeno en la atmósfera, “muchísimo antes de que existiéramos nosotros como especie». Y son necesarios para evitar el deterioro de los bosques.

–¿Qué pasa, por ejemplo, si tenemos políticas como las que tuvieron Estados Unidos o Europa a mediados del siglo pasado sobre prohibir los incendios? Pues pasa algo parecido a como cuando un padre no deja que su hijo juegue con tierra, o que se exponga al aire: se vuelve un niño muy enfermizo y bastante vulnerable a ciertas enfermedades. Algo así le pasó a estos bosques.

“En Estados Unidos decían que aún con las políticas costosísimas para tener bosques prístinos y que no les suceda ni un solo fuego, sus bosques se veían más deteriorados que los bosques que están en México, los cuales se ven mejor y están más sanos, porque aunque también tenían la misma línea de política, el poco presupuesto y la corrupción de alguna manera dejaban que ocurrieran los ciclos naturales de incendios.

“Existen lugares donde la presencia de incendios es normal, y otros donde es poco frecuente y suceden cada 50 o 100 años. Y eso es parte del ciclo natural de los ecosistemas para renovarse».

Cuando el fuego ya no es natural
En la actualidad existen otro tipo de factores que modifican los ciclos naturales de renovación de los bosques y selvas. Estos, dice el investigador, sí pueden ser señal de alarma por distintos factores, entre ellos los riesgos que implican para las poblaciones humanas.

–¿Cuáles serían ejemplos de incendios no normales?

–Aquellos vinculados a la actividad humana, por ejemplo: el incremento de la quema agrícola, o el aumento de la urbanización, que propician descuidos que pueden ocasionar un montón de incendios. Actualmente, los registros de Conafor estiman que más del 80 por ciento de los incendios a nivel nacional son originados por actividades humanas. Eso no quiere decir que sean provocados, quiere decir que puede ser desde una llama que se sale de control, o casos de gente que premeditadamente sí está quemando bosques.

“¿Qué pasa cuando alteras esa renovación del ecosistema por incendios? Vas a ocasionar que se degrade el ecosistema, que se erosione, o incluso que haya incendios más fuertes. Por eso vemos incendios en algunas partes del país donde no es normal que ocurran».

Olivares pone como ejemplo una selva húmeda como las del sur. Ahí es muy poco frecuente que ocurran incendios, porque lo normal es que ahí se renueven la selva o los bosques por caídas de árboles o huracanes. Sin embargo, ahora es cada vez más habitual que haya incendios, provocados por accidentes en las quemas agrícolas controladas, que son habituales, pero que ahora, con las nuevas condiciones climáticas que tenemos, pueden hacer que selvas más secas ardan con más facilidad.

“La mera existencia de incendios no tendría por qué ser un motivo de alarma. Lo que alarma, en realidad, es que exista un incendio y cerca haya un centro de población, porque la vida de mucha gente corre riesgo, y si no se controla puede ocasionar pérdidas bastante graves».

¿Aprender a vivir con ellos?
De acuerdo con la Comisión Nacional Forestal, en 2019, del 80 por ciento de los incendios provocados por la actividad humana, el 32 por ciento fueron a causa de la quema agrícola y pecuaria. El resto puede ser intencional o a causa de negligencias. Esto nos dice que ante la expansión de la mancha urbana y poblacional, es necesario aprender a vivir con el fuego.

–¿Cómo aprendemos a prevenir y convivir con el fuego?

–En la medida en que la gente está asentándose en nuevos sitios, dando urbanización en nuevos lugares, debe existir una preocupación de, al menos, entender un poco cómo funciona el ecosistema que habita. Una preocupación de entender dónde conviene exponer estrategias de manejo para estos bosques y evitar esos incendios.

“La alteración de los ecosistemas no es necesariamente mala. Por ejemplo, si hablamos de un lugar donde hay poca frecuencia de incendios, entonces quizá serviría establecer un perímetro que altere el ecosistema alrededor de estas nuevas urbanizaciones, casas o localidades, en pro de la salud y de la vida de la gente».

“Aunque también está la contraparte, de ecosistemas donde hay poca frecuencia de incendios, y tal vez se está promoviendo que haya más incendios para algún cambio de uso de suelo, o quizás porque también aumentó la mancha agrícola y existen más incendios accidentales, o porque hay hábitos de descuido humano. Esto sí puede ser bastante dañino para el ecosistema y para la vida, porque no solamente se acaba con los árboles, sino también con las siembras, y pone en riesgo la salud.

«Hay que entender las causas de los incendios para prevenir catástrofes, y preguntarnos: ¿Si ocurre un incendio, qué tan grave podría llegar a ser, y cómo puedo evitarlo?»

Buscar salidas
Para eso, dice, hay especialistas que se encargan del combate incendios, guardabosques, y la misma Conafor, “que también está haciendo monitoreos con satélites y tiene planes de manejo con un enfoque de manejo de incendios, más que de combate de incendios, porque esto del combate incendios es una visión que tiene que ver con lo que aplicaba Estados Unidos a mediados del siglo pasado: tener todo controlado, sin nada de incendios».

Eso ha ido cambiando, asegura Olivales y ahora prevalece la idea de “experimentar donde se pueda hacerlo para ver de qué manera se pueden tener intervenciones que mejoren el ecosistema, y no lo afecten más”.

“Lo que ves es una gran extensión de bosque o selva que se está quemando, y claro que eso preocupa porque, como dicen: los bosques son, de alguna manera, los pulmones del planeta. Pero estos bosques se tienen que renovar, y que existan incendios de alguna manera es algo que tiene que ocurrir para que eso pase.

DEJA UNA RESPUESTA

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí