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En AL, la violencia sexual es “permanente y cotidiana”, muestra un estudio

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La Jornada

Ciudad de México. Entre 2010 y 2019, en una docena de países de América Latina, incluido México, la violencia sexual contra las mujeres “se consolidó como un tipo de violencia estructural”, que enmarca otras como el feminicidio, la desaparición, el suicidio, la falta de acceso a la interrupción legal del embarazo y muerte materna, “las cuales tienden a expresarse de modos más brutales”, de acuerdo con un estudio del Comité de América Latina y el Caribe para la Defensa de los Derechos de las Mujeres (CLADEM), impulsado por el Fondo de Población de las Naciones Unidas (UNFPA, por sus siglas en inglés).

La investigación que incluye datos de Argentina, Bolivia, Brasil, Colombia, El Salvador, Guatemala, Honduras, Nicaragua, Perú, República Dominicana y Uruguay, advierte que la violencia sexual no puede considerarse como la antesala de otras agresiones, “sino como un fenómeno cuya reproducción constante detona violencias feminicidas que ponen en riesgo de muerte a las mujeres y, especialmente, a las niñas y adolescentes”.

En la presentación del documento, Emanuela Borzacchiello, investigadora en la Universidad de Texas, resaltó que en la región la violencia sexual contra menores de edad tienen como característica común que es “permanente y cotidiana”.

Explicó que en el ámbito público ese tipo de agresiones se agudizan por la presencia de organizaciones criminales. Ejemplificó que en Argentina se ha documentado que las niñas y adolescentes “son violadas y usadas en el tráfico de drogas”. Escenarios muy parecidos, dijo, también se han encontrado en México, “en muchos barrios periféricos” de la capital del país.

En el caso de Centroamérica, indicó que “además de incrementar la situación de violaciones sistemáticas para lograr el control territorial y asegurar las fuentes de ingreso económico, los grupos delictivos han empleado métodos de disciplinamiento social cada vez más violentos”.

Respecto a la violencia sexual en el ámbito privado, Borzacchiello lamentó que en él “persisten antiguas costumbres” de no denunciar.

Señaló que en cuanto a lo que han denominado “feminicidio sexual sistémico” se ha encontrado que se asesina a las féminas para encubrir la violencia sexual o un embarazo producto de ésta, y con frecuencia es precedido por la desaparición del cuerpo de la menor.

La investigadora destacó que el estudio también alerta sobre el suicidio feminicida, “que se está difundiendo mucho en la región”. Los testimonios recabados “evidencian que el continuo de la violencia sexual, el embarazo forzado, la falta de acceso a la interrupción legal del embarazo son las causas directa de suicidios o de intento de suicidio de niñas y adolescentes”.

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