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«El apestoso»: desentierran templo de dios maya de la muerte

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DW

En el sureste de México, a poca distancia del antiguo asentamiento de Calakmul, un equipo de arqueólogos ha descubierto un complejo palaciego que se cree estuvo consagrado a Ah Puch, dios maya de la muerte, durante las obras de la nueva estación del Tren Maya.

Este hallazgo, registrado en 2022 por el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), incluye un templo de 20 metros de largo y 10 metros de ancho y se localizó específicamente en el ejido Nuevo Conhuás, cerca del asentamiento menor de Balamkú, influido notablemente por Calakmul, una de las ciudades-estado más grandes de las tierras bajas mayas durante el periodo Clásico Temprano, alrededor del 250 al 600 d.C.

Ahora, con la intención de proteger el patrimonio arqueológico de la zona, el INAH anunció que está llevando a cabo la minuciosa reubicación, piedra por piedra, del antiguo conjunto palaciego a un nuevo emplazamiento cercano a la estación Calakmul del Tren Maya.

Ah Puch: «el apestoso»
Ah Puch, también llamado Cizin y conocido como «el apestoso» por su relación con el hedor y la flatulencia, ocupaba un lugar destacado en el inframundo maya, Xibalbá, cuyo nombre se traduce como «el lugar oculto». Según la mitología, este dios tenía la tarea de quemar las almas de los difuntos, comenzando por la boca y el ano, en un ritual que simbolizaba la transformación física y espiritual que los mayas creían ocurría en la vida después de la muerte.

Este dios era representado con características particulares: un gran falo, cráneo deformado, y adornos como máscara craneal, nariguera, y coraza. Una estatua de piedra caliza de 25 centímetros de Ah Puch, hallada en el templo, muestra estos atributos distintivos.

La plataforma original del complejo mide 58 metros de largo en dirección norte-sur y 50 metros en el eje este-oeste, con esquinas redondeadas y una altura de 2 metros. En su parte superior, se encuentra un patio estucado rodeado por estructuras elaboradas con sillares de piedra caliza. Entre estas estructuras sobresale un templo dedicado a Ah Puch, donde se descubrió una estructura circular en el centro que contenía restos humanos como dientes y fragmentos de cráneo, así como ofrendas de consagración.

Intensos rituales
Estos rituales, posiblemente incluyendo sacrificios humanos, reflejan la creencia maya en la transformación física y espiritual de los difuntos en la otra vida. El ambiente durante estos rituales habría sido intenso, marcado por el olor a incienso, ofrendas ardientes y la presencia de restos en descomposición, creando una atmósfera que honraba a esta poderosa y temible deidad, según informa Intersting Engineering.

El INAH, que supervisa la reconsolidación de este complejo, planea transformar el área en un museo interactivo para ofrecer una visión más profunda de estos hallazgos. Así que, si alguna vez visita el lugar, prepárese para un viaje al pasado que podría ser visualmente impresionante y «olfativamente» memorable. Quizás sea prudente llevar un poco de incienso, solo por si acaso.

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