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TRISTE DEPRESIÓN. MARÍA LLEVA CUATRO MESES SIN QUE EL IMSS LE SURTA SU MEDICAMENTO

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Eme Equis

A raíz de un accidente, María depende de antidepresivos, mismos que el IMSS le ha dejado de proporcionar. “En un primer día que no me la tomé me sentí muy mal, no pude dormir”. Cero Desabasto reporta más de 20 millones de recetas mal surtidas.

Hace 10 años, María tuvo un accidente de trabajo que la dejó discapacitada. Laboraba en una empresa dedicada a la venta de materiales de la construcción y cayó de una altura de tres metros. La recuperación fue larga e inevitablemente entró en depresión: ya no quería vivir.

Desde entonces, le recetaron un medicamento para que pudiera descansar y calmar la ansiedad.

Todos los días en la noche tiene que tomarse una tableta de amitriptilina que ayuda a tratar la depresión, pero hace cuatro meses en su clínica del IMSS no se la surten. Hace unos días que volvió a preguntar le dijeron que no hay y no tienen fecha para que les llegue.

“En un primer día que no me la tomé me sentí muy mal, no pude dormir, estaba desesperada, vuelta una completa loca de un lado para otro”, dice la mujer de 64 años a esta revista digital. Ante la necesidad, ha tenido que desembolsar para comprar su medicina, pues ahora con la pandemia es mucho peor sentirse así.

Y es que además del encierro se suman otras preocupaciones.

Así como María hay muchas personas a las que las instituciones públicas de salud no les están abasteciendo sus tratamientos. Un desorden en las compras consolidadas del gobierno ha dado pie a que falten varios medicamentos, algo que hasta la fecha no se le ve solución.

Un reporte del colectivo Cero Desabasto apunta que entre 2019 y 2020 las recetas que no fueron surtidas efectivamente, es decir que se suministraron parcialmente o negadas por el IMSS sumaron 20.9 millones.

HAY QUE BUSCAR PLAN B

La doctora de la clínica familiar del IMSS a la que acude María le dijo que si de plano no surten su medicamento posiblemente la tendrían que canalizar a psiquiatría para que se lo cambien por otro, una opción no del todo de su agrado, porque finalmente son psicotrópicos.

Antes de que a María le dijeran que no había para cuándo vuelvan a tener amitriptilina, los encargados de la farmacia le comentaron que era porque el IMSS se había quedado sin proveedor, y es que a varios todavía les adeuda su pago.

Esto la ha tenido inquieta, pues tiene temor que también empiecen a faltar sus otros medicamentos. Tras el accidente le mandaron varios de por vida, además del de la depresión, le dan para el dolor y controlar el sistema nervioso.

«Como sea ahorita puedo solventar con lo de mi pensión la que no me han dado, pero ya más no podría, en marzo me faltó uno que se llama gabapentina, pero ese sí después de una semana les llegó».

En los 10 años que María lleva tomando sus medicinas, nunca le habían faltado: el año pasado igualmente tuvo algunos retrasos en la entrega. En este 2021, desde febrero, le hace falta su amitriptilina, que le ayuda a su equilibrio mental.

LA PANDEMIA LO EMPEORA

“Dirás cómo es que después de tanto tiempo la necesito, pero para mí el accidente fue un vuelco en mi vida, aunque pude volver a caminar, ya no es lo mismo; era una mujer activa, de trabajo, de arriba para abajo, era bien bailadora. Acostumbrada a hacer mis cosas yo sola, ahora tengo que pedir ayuda a mi familia para muchas cosas”, dice, añorando esos tiempos.

Además, con la Covid-19 su movilidad se redujo a su casa, aunque no puede caminar bien, antes salía al super o uno que otro paseo. El hecho de que algunos de sus familiares han enfermado y que eso pudiera pasarle a ella agudizó los sentimientos de tristeza.

El Centro Anáhuac de Investigación en Psicología llevó a cabo un estudio longitudinal para conocer las respuestas psicológicas (preocupaciones sobre el Covid-19, estrés, ansiedad, depresión y alteraciones del sueño) frente a la pandemia en adultos mayores, a través de tres mediciones.

Los resultados del estudio arrojaron que, en el caso de los adultos mayores que fueron ubicados con una alta sintomatología, tanto de ansiedad como de depresión, ésta fue incrementando en cada una de las mediciones.

Señala que, en el caso de la ansiedad, el cambio fue de casi cuatro puntos porcentuales, al pasar de 3.9% en la primera medición a 7.8% en la última medición. Para la sintomatología depresiva el cambio fue de 1.3% en la primera medición a 4.6% en la tercera medición.

En la primera evaluación se obtuvo información de 2 mil 845 adultos mayores; para la segunda medición se recopiló información de 2 mil 602, y en la tercera se logró obtener información de 2 mil 307. Los participantes estuvieron en un rango de edad de 60 a 100 años, con un promedio de edad de 70.6 años.

VITAL PARA LA SALUD MENTAL

María sabe que es un infierno lidiar con la depresión y ansiedad. Espera que pronto el IMSS regularice el abasto, pues es una medicina vital para su salud mental, “mientras, voy a seguir insistiendo, no importa que les tenga que hablar todas las semanas, y que luego ni respondan”.

Cero Desabasto, en la presentación de su reporte anual de 2020, apuntó que desde los últimos meses de ese año varios pacientes ya comenzaban a quejarse de la falta de surtimiento de antidepresivos, ansiolíticos y otros tipos de medicamentos para el tratamiento de trastornos mentales.

Además del desorden en las compras del gobierno y la falta de proveedores, la Covid-19 vino a disparar la demanda de antidepresivos. Se suma la alteración de la producción de medicinas por la misma pandemia.

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