La Jornada
En México existe la cifra oficial de que siete de cada 10 mujeres han sufrido algún tipo de violencia, pero es probable que las otras tres no pudieron denunciar o externar lo que vivieron, aseguró la coordinadora de la Comisión Interna para la Igualdad de Género de la Facultad de Estudios Superiores (FES) Acatlán de la UNAM, Cynthia Acosta Ugalde.
En el marco del Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, que se conmemora cada 25 de noviembre, la funcionaria universitaria afirmó que todas las mujeres han padecido violencia en sus diferentes tipos y modalidades, ya sea física, sexual, psicoemocional, económica, patrimonial, doméstica, institucional, laboral, digital o política.
Aclaró que no todas han sido golpeadas, pero sí han padecido diversas manifestaciones de ese flagelo y un claro ejemplo es el acoso callejero, que todavía persiste y se normaliza, cuando las personas dicen que las mujeres no deben vestirse provocadoras.
Acosta Ugalde destacó que las consecuencias también son emocionales, y esas heridas “a veces no sanan». Todas arrastramos una carga, porque las vimos en casa, las sufrieron nuestras madres o abuelas y, en esa medida, se fue normalizando. Hay quienes me dicen: ‘es que así nos tocó vivir y uno aprende’”.
En ese sentido, refirió que el 25N o “día naranja” tiene el objetivo de dejar de normalizarla porque a nadie le debe ‘tocar vivirla’. Por fortuna, añadió, las nuevas generaciones visibilizan y externan más y mejor este tipo de situaciones.
Sin embargo, precisó, los hombres adultos aún tienen resistencias a reconocer y eliminar esas prácticas, y critican a las mujeres por “querer todo” y “estar empoderadas”. Al hacerles ver que cometen actos violentos se sienten descubiertos, “es como evidenciarlos”.
Comentó que en la universidad nacional ha habido logros en la materia; sin embargo, aún falta por avanzar. “Veo que cada vez la comunidad cree más en las instancias y se anima a denunciar, o se acerca a solicitar espacio para una plática, un taller o una charla. Hay alguien esperando nuestras palabras, por esa persona estamos trabajando todos los días”, subrayó.
Concluyó que si queremos una sociedad que viva tranquila y en equilibrio, el único camino verdadero es la prevención de la violencia y su erradicación. Esta casa de estudios debe ser un lugar libre de ese flagelo, de aprendizaje y convivencia; a eso hay que apostarle todos.