EDGAR HERNÁNDEZ RAMÍREZ
Manuel Velasco Coello, hoy senador con licencia y exgobernador de Chiapas, se inscribió la semana pasada en el proceso interno de Morena para nominar al coordinador nacional de los Comités de Defensa de la 4T, y que en el futuro se convertirá en candidato presidencial de ese partido y de las organizaciones aliadas en las elecciones del 2024.
Es obvio que el también dirigente del Partido Verde Ecologista de México no tiene alguna posibilidad de ganar esa competencia política. Entra a la contienda como invitado y su participación será testimonial. Para empezar no todos en su partido lo apoyan. Una facción se ha pronunciado a favor del excanciller Marcelo Ebrard y otra por la exjefa de Gobierno de la Ciudad de México, Claudia Sheinbaun.
Sin embargo, eso no quiere decir que su inclusión en el proceso de selección de Morena es desinteresada o ajena a la ambición. Velasco busca colocarse en una posición privilegiada que le permita, primero, negociar su supervivencia política el próximo sexenio; y segundo, lograr canonjías para la mafia que controla el Partido Verde, que le posibilite obtener posiciones políticas para seguir haciendo negocios desde el poder.
Los sueños guajiros de Velasco por ser presidente de México, no son nuevos. Desde cuando fue gobernador de Chiapas, ya daba muestra de esos desvaríos. Al final de su primer año de gobierno, en diciembre del 2013, desató una escandalosa promoción de su imagen en varios estados del país a través de espectaculares, periódicos, revistas, paraderos de transporte, autobuses, cines y redes sociales, cuyo costo fue estimado en 10 millones de dólares, una cifra obscena e inadmisible para el estado con mayor pobreza en el país.
El modelo Peña Nieto –incluido el matrimonio con una artista de la farándula— no le funcionó en sus perturbadas pretensiones presidenciales, pero sí le costó muy caro al erario de Chiapas. Ahora, sin ningún presupuesto estatal a su disposición, Velasco y el Verde le juegan a las circunstancias.
Morena quiere obtener en el 2024 las dos terceras partes del Congreso para poder concretar las reformas constitucionales pendientes, y en ese contexto el PVEM pretende erigirse como el aliado indispensable para alcanzar la mayoría calificada. Ello le permitiría negociar candidaturas a senadores, diputados federales, alcaldías importantes o a gubernaturas, entre ellas la de Chiapas.
En la contienda interna morenista, a quien la cúpula del Vede realmente le apuesta es a Marcelo Ebrard, con quien los une afinidades desde su creación en 1991 cuando el excanciller trabajaba bajo el mando del regente del Distrito Federal, Manuel Camacho Solís, tío de Velasco Coello. Si gana Ebrard habría mayores posibilidades de que se concretara la propuesta de “gobierno de coalición” que impulsan los verdes, lo cual no significa otra cosa que incorporar al gabinete a miembros prominentes del PVEM, entre ellos, claro, al “Güero” Velasco.
En este sentido, no sería extraño que si existen indicios de que a unos días de la encuesta la competencia se cierra entre Sheimbaun y Ebrard, Velasco decida declinar a favor del excanciller para generarle una mejor percepción política frente a los ciudadanos que serán consultados. Si Claudia se perfila como vencedora, no hay problema, Velasco y el Verde sabrán acomodarse e intentarán vender su apoyo al precio más alto posible.
De cualquier forma, también será interesante ver qué sucede cuando el exgobernador Manuel Velasco venga a Chiapas a exponer sus propuestas para defender la Cuarta Transformación. Sin duda será un suceso conocer cómo reaccionarán los ciudadanos del estado al que endeudó y saqueó a manos llenas, y que gobernó con frivolidad y corrupción.