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Sumidero/El reto de Rutilio

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Toda la confianza en el nuevo gobierno que encabeza Rutilio Escandón Cadenas.

ÉDGAR HERNÁNDEZ RAMÍREZ

 

Hoy se abren amplias expectativas para Chiapas. No sólo porque llega un nuevo gobierno sino por el contexto en que asume el poder quien será el titular del Ejecutivo estatal durante los próximos seis años.

Rutilio Escandón Cadenas, luego del desastroso sexenio de Manuel Velasco, tiene la obligación moral –y así lo ha manifestado reiteradamente– de ejercer un gobierno honesto, transparente, eficaz y democrático. Las ominosas circunstancias en que recibe el estado y el peso de casi el 40 por ciento de los electores que sufragaron por él el 1 de julio, así lo exigen.

Para concretar el cambio tiene esa amplia base popular y el respaldo incondicional del presidente de la República, Andrés Manuel López Obrador, quien ha mostrado un especial afecto por Chiapas y su firme convicción de apoyar el desarrollo del estado a través de su política social con aspiraciones transformadoras.

Incluso esa legitimidad se amplía hacia sectores que pese a no haber votado a favor de la coalición “Juntos haremos historia”, hoy ven en el nuevo gobernador la esperanza de que sus demandas desatendidas en el pasado reciente tengan una respuesta satisfactoria. La idea de que Chiapas se encuentra en una situación crítica rebasa las posturas políticas y las unifica en el sentimiento de que no hay mejor salida para superar la debacle, que sumarse al proyecto que promete mejores estados de bienestar en el futuro cercano.

Entre estas muestras de optimismo, por supuesto, estará latente la exigencia de investigar y castigar presuntos actos de corrupción de la administración de Velasco. Pero ello dependerá de la fortaleza de la sociedad civil para reclamarla, de los límites de los pactos de la transición, del contexto nacional en esa materia cuando se produzca la consulta ciudadana, de las evidencias que se acumulen y de la voluntad política de las instituciones encargadas de procurar e impartir justicia.

En este contexto, el discurso de Rutilio Escandón Cadenas en el evento de toma de posesión que se llevará a cabo este sábado en el Congreso, necesariamente tiene que abordar el asunto manifestando una postura clara respecto al estado que recibe, hacer el diagnóstico de la precaria situación política y social, enumerar compromisos, y trazar una ruta de diálogo y acuerdos que apacigüe la inconformidad ciudadana y restablezca la unidad para darle viabilidad a la denominada cuarta transformación de la vida pública.

Con o sin Velasco en el acto protocolario de transmisión de mando, en el que se espera esté el presidente López Obrador, Escandón debe hacer un deslinde –total o parcial, sutil o abierto– con la administración que lo precede. Ello le permitiría generar mayor confianza de que será un gobierno diferente y que se enfila a sanear las instituciones que fueron socavadas por sus anteriores ocupantes.

La nueva gobernabilidad que se pretenden construir para Chiapas, pasa por la aplicación eficaz de los programas federales a los que el nuevo gobernador se ha adherido con determinación, pero también por la reconstitución del tejido político desgarrado por un gobierno frívolo, avasallador y proclive a la corrupción.

Rutilio Escandón Cadenas tiene enfrente un reto extraordinario que ha asumido con seriedad y convicción. La historia lo colocó en esta particular coyuntura que si bien se percibe complicada, también representa una gran oportunidad para dar un viraje al tortuoso destino de Chiapas.

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