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Recuperar la libertad, «un regalo sorpresa”: ‘Juanita’ Alonzo tras ‘pesadilla mexicana’

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Milenio

Casi ocho años tuvieron que pasar para que la migrante guatemalteca, de origen chuj, Juana Alonzo Santizo, Juanita, recuperara su libertad. Ocurrió este sábado 21 de mayo, luego de que la Fiscalía General de Tamaulipas, que la acusaba de secuestro, presentó un incidente por desvanecimiento de datos, y al no existir más elementos en contra de ella, obtuvo su libertad.

Para Juanita, haber recuperado la libertad «fue un regalo sorpresa» que la inundó de felicidad al saber que regresaría con su familia a San Mateo Ixatán, de donde salió en 2014 en busca del sueño americano. «Estoy libre y estoy feliz.

Lo que pasó es una injusticia. Lo que me hicieron, cuando uno habla en otro idioma y todo, la verdad está difícil, pero ahorita gracias a Dios ya pasó lo difícil», dijo a MILENIO antes de subirse al avión que la llevó desde Ciudad de México a Guatemala.

El documento que acreditó su libertad llegó al centro penitenciario de Reynosa, Tamaulipas, poco después de las 14:00 horas del sábado. Desde el viernes, a Juanita le avisaron que podría ser liberada en las próximas horas.

No pudo dormir de la emoción. El sábado, a las 16.00 horas, le dijeron que podía irse. Firmó unos documentos y salió de aquella cárcel en la que pasó siete años y medio de su vida, donde hizo amigas, aprendió a hablar español y extrañó como nunca a su familia.

Ya afuera, Juanita pasó la noche del sábado en un hotel y el domingo por la mañana emprendió el viaje a su país. Dos vuelos, una escala y un trayecto de casi 20 horas en automóvil por las montañas.

El regreso de Juanita a Guatemala ocurrió el domingo. Poco después de las 15:00 horas aterrizó el vuelo que la trasladó desde Ciudad de México al Aeropuerto Internacional de La Aurora, en Guatemala, Guatemala.

Ya la esperaban algunos miembros de su familia, colectivos que desde su país exigieron su liberación y las autoridades que prometieron garantizar la reparación del daño y llevar a la justicia a los policías ministeriales tamaulipecos que la torturaron y acusaron de secuestro. La odisea de Juanita por reencontrarse con su familia apenas comenzaba.

Acompañada por MILENIO emprendió el viaje hacia San Mateo Ixatán, en el departamento de Huehuetenango, un pequeño poblado en las montañas altas de Guatemala. La caravana se detuvo cinco horas para descansar en Quechultenango y la madrugada de este lunes reinició el camino. Ya en el departamento de Huehuetenango, Juanita quiso atestiguar la libertad y tomarse fotos en los paisajes de su tierra.

Horas antes de su arribo, las radios comunitarias hablaban del caso y de su llegada a San Mateo Ixatán. El encuentro que más ansiaba Juanita ocurrió a 20 minutos de su pueblo, cuando al fin pudo encontrarse con su madre, cuando se abrazaron.

Ahí convivió con sus hermanos y otros de sus familiares que no pudieron ir a recoger a la ciudad de Guatemala. Entonces, una veintena de personas se unió a la caravana para escoltar a Juanita en el último tramo hacia San Mateo Ixatán donde ya la esperaban los pobladores en las calles. Juanita fue recibida como una celebridad.

Con cohetes, percusiones y gritos de quienes la rodearon a su llegada. Acompañada por sus familiares, amigos, vecinos y miembros de Promotores de la Liberación Migrante, una de las organizaciones que la acompañó durante su encierro y liberación, se realizó una ceremonia de bienvenida en su honor.

Exigieron que, ahora que Juanita obtuvo su libertad, se haga justicia por las violaciones a los derechos humanos que cometieron en su contra y se castigue a los responsables. Juanita ya está en casa, después de la pesadilla mexicana que duró casi ocho años. «Yo sé que esta difícil para uno cuando está ahí (en la cárcel), pero ahorita la verdad estoy bien feliz con mis papás, con mis tíos, todos, estoy bien feliz. Mi municipio aquí en San Mateo me ayudó bastante», dijo a MILENIO al llegar a su pueblo.

Terminó la pesadilla mexicana

Juanita salió de Guatemala en agosto de 2014 en busca del sueño americano. Atravesó México y llegó a Reynosa, donde los polleros que la trasladaban la capturaron en una casa, mientras la cruzaban a Estados Unidos.

En noviembre de ese mismo año comenzó la pesadilla, cuando a esa casa llegaron policías ministeriales. Solo estaban ella y otra migrante de El Salvador. Por decir que ella cuidaba la casa la acusaron de secuestro, asegurando que estaba coludida con los polleros. La detuvieron, la golpearon, torturaron y la obligaron a firmar documentos inculpándose.

A pesar de que no hablaba español, sino chuj, no contó con un intérprete. Pasaron cuatro años para que Juanita tuviera ayuda consular y poco a poco su caso se hizo más visible. En 2018, Juanita presentó una queja ante la Comisión Nacional de Derechos Humanos, que remitió el caso a la comisión estatal, que tardó otros cuatro años en dirigir una recomendación reconociendo las violaciones cometidas en su contra: a la integridad personal, por su condición de migrante y a la seguridad jurídica cometidos por elementos de la policía ministerial. Y el juez que tuvo el caso en sus manos por dilaciones indebidas.

El camino para su liberación

La ONU Derechos Humanos documentó la historia de Juanita, la visitó en prisión y por años exigió su liberación. En marzo, MILENIO visitó a Juanita en prisión, su historia cobró aún más fuerza. Para mayo, sus tíos visitaron México y pidieron su liberación.

El caso llegó a la conferencia mañanera de Andrés Manuel López Obrador gracias a la pregunta al respecto de una reportera, el Presidente se pronunció por la liberación de la migrante, lo mismo hizo el gobernador Francisco García Cabeza de Vaca, y entonces, quienes han documentado el caso por años le hicieron llegar todo lo necesario a la Fiscalía para lograr la libertad de Juanita.

En la última etapa de su proceso, Juanita contó con el apoyo de la Defensoría Pública Federal, aunque el delito del que la acusaban era del fuero común. Juanita, sus defensores y las organizaciones que siguieron su caso, esperan que lo ocurrido permita liberar a más personas que se encuentran presas injustamente, para que haya más juanitas en libertad y cada vez menos en prisión.

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