Alfredo Araújo Esquinca, exmiembro del Partido Revolucionario Nacional, donde estuvo por más de 40 años, lamentó los magros resultados que obtuvieron los dirigentes nacional y estatal del organismo en las pasadas elecciones y aseguró que eso es prueba de que ha perdido 80% de su militancia.
Recordó que tiempo atrás comentó en diversas oportunidades sobre la debacle del tricolor, tanto a nivel nacional como estatal, en las etapas de las dirigencias encabezadas por Alejandro Moreno y Rubén Zuarth, respectivamente.
«Estos ‘pillos de siete suelas’, solo están ahí para aprovecharse de la institución política y así poder obtener los puestos plurinominales en ambas Cámaras para sus conocidos y familiares, amén de enriquecerse con las prerrogativas que recibe el partido», dijo.
En su particular análisis, el exmilitante priísta lamentó que estos dirigentes nunca se ocuparon por hacer crecer la militancia del Revolucionario Institucional, sino todo lo contrario, pues todos aquellos «incómodos» fueron expulsados o, al no ser escuchados, optaron por renunciar al PRI.
Reiteró que los resultados electorales que tanto Moreno como Zuarth han obtenido durante sus mandatos han sido desastrosos y han perdido importantes estados y ciudades, al grado que, en los pasados comicios del 2 de junio, el tricolor prácticamente desaparece del espectro político.
«A nivel nacional el PRI ha perdido el 80% de su militancia y en el pasado proceso comicial las posiciones alcanzadas se concentran básicamente en las plurinominales. En Chiapas el panorama está para llorar, pues de ser primera fuerza política hace algunos años, ahora el terminó como la quinta», sostuvo.
En este sentido, señaló que en la entidad solo las zonas indígenas son las que sostienen a la militancia, no por las acciones de los dirigentes, sino por una cultura tradicionalista que manejan de generaciones, donde los tatarabuelos, abuelos, padres e hijos son priístas.
Araújo Esquinca sentenció que tanto «Alito» como Zuarth no pueden presumir de tener representatividad, pues carecen de calidad moral, es decir, «no representan absolutamente a nadie», aseguró.