Prensa Latina
De acuerdo con el secretario de Comunicación Social, Santiago Palomo, este acto reafirmará el compromiso del gobierno con la verdad y la justicia y es «un paso a la dignificación de las víctimas y su familia».
«Con este acto, el gobierno de la República reconoce la responsabilidad del Estado de Guatemala, tanto en las acciones y arbitrariedades que permitieron la violencia de la que fue víctima María Alaíde Foppa Falla, como de las omisiones posteriores que impidieron esclarecer su paradero», declaró Palomo.
Alaíde Foppa Falla nació en Barcelona el 3 de diciembre de 1914. Llegó a este país en 1943, en víspera del fin de la dictadura de Jorge Ubico, donde obtuvo la nacionalidad guatemalteca.
Al decir de Gabriela Borrelli Azara, escritora argentina, Alaíde Foppa fue «poeta, editora, traductora, feminista, activista y defensora de los Derechos Humanos» quien «escribió desde su propia vida con la contundencia de quien quiere transformar con la palabra».
Para Borrelli, la vida de Alaíde Foppa estuvo signada por el movimiento político de Latinoamérica.
«Lo personal y lo político borran sus límites (im)precisos cuando la militancia política se hace de los días y de la vida. Tres de sus cinco hijos pertenecían al Ejército Guerrillero de los Pobres, lo que a dos de ellos les costó la vida», recordó en un análisis de su poesía.
En México, donde vivía exiliada, Alaíde Foppa escribió gran parte de su obra poética, fundó Fem, la primera revista feminista del país, fue pionera del feminismo y tuvo a su cargo la cátedra de literatura italiana y de sociología en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Nacional Autónoma de México.
El 19 de diciembre de 1981, tras regresar al Guatemala, fue secuestrada en pleno día en esta capital y desapareció sin dejar rastro.
Según testigos, cuerpos paramilitares que operaban dentro del gobierno siguieron las órdenes del general Fernando Romeo Lucas y fueron los responsables de su desaparición y más tarde de su asesinato.
Luego, organismos internacionales y grupos de intelectuales de Francia, Estados Unidos y México exigieron su aparición con vida, pero no tuvieron éxito sus demandas.