Las Perseidas o lágrimas de San Lorenzo son probablemente lalluvia de estrellas más popular del año, no sólo por ser una de las más activas y espectaculares, sino también probablemente por ocurrir agosto, cuando la buena temperatura nocturna y las vacaciones de muchos lo ponen más fácil para salir a disfrutar del cielo de noche.
Las estrellas fugaces, un fenómeno de nombre muy confuso, no tienen nada que ver con las estrellas, astros situados a años luz de distancia, sino que en realidad se producen aquí mismo, en la propia atmósfera de nuestro planeta Tierra. También llamadas meteoros, estos fenómenos son en realidad los trazos de luz dejados por pequeños fragmentos de roca al entrar en nuestra atmósfera a gran velocidad y desintegrarse. Mayoritariamente su origen está relacionado con los cometas, y en concreto con el rastro de material que dejan al acercarse estos a las proximidades del Sol.
«Son en realidad los trazos de luz dejados por pequeños fragmentos de roca al entrar en nuestra atmósfera a gran velocidad y desintegrarse.»
Lo que sucede cada año a mediados de agosto es que nuestro planeta atraviesa el rastro de polvo y rocas dejado por el cometa Swift-Tuttle. Durante varias noches, estos pequeños trozos de cometa chocan con la Tierra a más de 200.000 km/h y producen una lluvia de meteoros. La mayoría de estos meteoros son producidos por fragmentos de no más de unos milímetros de tamaño, y se desintegran unos 100 kilómetros antes de chocar con la superficie terrestre.
Cada 133 años el Swift-Tuttle se aproxima de nuevo al Sol, lo que hace que se funda una parte su superficie por la radiación solar y dejando tras de sí un rastro de escombros. Su último paso fue en 1992, cuando las lágrimas de San Lorenzo fueron especialmente activas, y no volverá a acercarse al sistema solar interior hasta el 2126. Sin embargo, la gran cantidad de escombros dejados por el cometa prometen mantener esta lluvia de meteoros activa durante todo el próximo siglo.
«Pequeños trozos del cometa Swift-Tuttle chocan con la Tierra a más de 200.000 km/h y producen una lluvia de meteoros.»