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Nuestra vulnerabilidad física y social, en los mapas de riesgo

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Gaceta UNAM

Hay un universo completo en torno a la cartografía y la reflexión sobre cómo se producen los mapas de riesgo; sin embargo, lo importante es que con estas herramientas no sólo representamos un fenómeno, sino elementos que nos ayudan a intervenir en sus consecuencias, consideró Naxhelli Ruiz Rivera, coordinadora del Seminario Universitario de Riesgos Socio Ambientales (SURSA) de la UNAM.

Asimismo, prosiguió, nos permiten entender que las contingencias son todo un proceso que abarca desde el conocimiento de los diferentes fenómenos físicos y sociales hasta los elementos que nos posibilitan desarrollar estrategias de gestión.

Planteó que cuando se habla de cartografía de riesgo, es necesario distinguir los componentes del mismo y los fenómenos que confluyen para poder hablar de esas probabilidades de daños, pérdidas e impactos, que es lo más común encontrar en los atlas de riesgos; los peligros y amenazas; la vulnerabilidad física y social, así como los sistemas expuestos, entre otras cuestiones.

Al participar en la mesa redonda La cartografía como expresión y representación del riesgo, organizada por el SURSA, la universitaria señaló que en el proceso de traducción cartográfica debe tomarse en cuenta las contingencias conocidas y el nivel de incertidumbre; la probabilidad y frecuencia de los fenómenos estudiados; los tipos de impactos considerados para cada riesgo; la inversión costo-beneficio de las medidas de mitigación, reducción o control del riesgo y la tolerancia al riesgo que hay dentro de una sociedad o sector.

“Eso nos llevaría a considerar de forma puntual el proceso comunicativo que implica la cartografía del riesgo hacia las personas o comunidad vulnerables, a la comunidad científica que la produce y consume como parte de su labor y, en específico, en relación con lo que queremos lograr con esas representaciones del riesgo en la cartografía”.

Adriana Lucía Trejo Albuerne, de la Pontificia Universidad Católica de Río de Janeiro, dijo que entre los elementos fundamentales a reproducir en un mapa de riesgo destacan el componente externo, es decir la amenaza que en la mayoría de los casos detona y produce un desastre en un territorio; el valor económico y geográfico, y la vulnerabilidad, que es el componente interno de las contingencias: “Quizá no podemos, en muchas ocasiones, mitigar o evitar que sucedan ciertas amenazas de origen natural, antrópico o combinado; pero sí podemos hacer algo para disminuir la vulnerabilidad”.

Señaló que el riesgo materializado en un territorio se vuelve un desastre. El riesgo, explicó, “es un momento previo al desastre”, y agregó que “contamos con cartografía de los diferentes momentos de este proceso: antes, durante la emergencia y posdesastre, cada uno con diversas características”.

Más allá de un simple mapa, la cartografía de riesgo puede generar nuevas narrativas, “porque no sólo hablamos de un mero proceso descriptivo del espacio, sino de elementos que constituyen nuestras vidas, nos sirve para planificar y ordenar territorialmente”, prosiguió la académica.

Se trata de información sensible que debe considerarse para identificar y delimitar áreas de riesgo y sus componentes; hacer zonificaciones; evaluar probabilidad y magnitud de las contingencias; planificar la prevención y mitigación; facilitar la respuesta ante emergencias y desastres; promover conciencia sobre los riesgos, y apoyar en la toma de decisiones y en la construcción de políticas públicas.

Su comunicación
Por su parte, Marco Antonio Miramontes Téllez, coordinador de la Unidad de Comunicación de la Ciencia del Instituto de Geografía, resaltó que un elemento constitutivo de los mapas es su comunicación. “Cuando en éstos colocamos algo abstracto, debemos ser conscientes de que quienes los lean en última instancia, tendrán una influencia en la intervención que se haga dentro del espacio”.

Asimismo, dijo, cuando se habla de los ámbitos de riesgo de desastre y se representan, hay una capacidad de intervenir para prevenirlos. No debe olvidarse esta particularidad de la comunicación a través de los mapas en cuya elaboración debe incluirse una reflexión sobre cómo se utilizarán.

Mencionó que la cartografía nos ha enseñado que una representación adecuada del planeta requiere una pluralidad de proyecciones. Los beneficios de ésta radican en sus distintas perspectivas y la flexibilidad de adaptación que podrían brindarnos, así como la innovación y creatividad, el reconocimiento de la complejidad de lo que es el riesgo y la incertidumbre y solución de conflictos.

Por último, Silvia Quiroga, académica del Departamento de Geografía de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Nacional de Cuyo, Argentina, destacó que un aporte de la cartografía es contribuir a generar políticas públicas, y que ésta es un gran medio de comunicación, “resulta en sí misma una narrativa, una abstracción”; por esto, “constituye un gran desafío” comunicarla.

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