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Nube de fipronil mata a más de 17 millones de abejas en JMM

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  • 17 apiarios de La Calendaria fueron afectados por los tóxicos
Carlos Águila Arreola
La Jornada Maya
José María Morelos, Quintana Roo. La nube tóxica que dejó el uso de fipronil, químico usado para fumigar el chilar del ejido Candelaria y que mató a más de 16 millones de abejas, podría provocar un efecto de residualidad que afectaría a otras especies de insectos himenópteros, mariposas y hasta murciélagos y otros polinizadores.Desde el miércoles 8 de agosto, apicultores detectaron un comportamiento “inusual” en las abejas, que fue traduciéndose en una mortandad masiva en los días subsecuentes, hasta que el jueves 16, con auxilio de investigadoras e integrantes del Consejo Civil Mexicano para la Silvicultura Sostenible (CCMSS), península de Yucatán, “explotó la bomba”.

El viernes fueron a revisar otros apiarios, donde encontraron el suelo tapizado de abejas muertas. Las pérdidas fueron totales, de acuerdo con diversos apicultores como don Laureano Pech Eaquivel, de 72 años y 42 en el oficio, cuyo sitio El Cedral, a 300 metros del chilar, fue arrasado por los efectos del Regenet 4SC, producto altamente tóxico según la Organización Mundial de la Salud (OMS), considerado un plaguicida Clase II.

Otros afectados son Gabriel Pech Mex con tres apiarios afectados bajo el nombre de “La Herradura”, con 35 colmenas y situado a 800 metros; Orlando Hau Avilés, con dos del Ebenecer y 28 colmenas, a 400 metros del chilar; Santos Enrique Chablé Canché, que perdió dos con 19 afectaciones, a la misma distancia, y Wilson Ayala Mex, que perdió 35 colmenas en dos sitios del “San Luis”, y cuyo padre fue el primer denunciante.

El más afectado fue Luis Adrián Pech Chablé, con dos parcelas del “Flor de Javin” y quien perdió 42 colmenas, una situada a 300 metros, y la otra a 700 del chilar. Los apicultores recibieron a La Jornada Maya en el parque del ejido La Candelaria, a 28 kilómetros del centro dl municipio de José María Morelos.

El ejido se ubica a cuatro kilómetros de la cabecera municipal con dirección a Chetumal, y a 24 de la carretera que cruza el municipio, y la zona de afectación está en el kilómetros 21; es decir, tres antes de arribar a la población.

Don Laureano señaló que “fuimos 17 afectados, que esperamos el peritaje sobre cuánto es el periodo para volver a cosechar (colocar las colmenas miel); nosotros creemos que en tres meses podremos volver a instalar nuevas colmenas debido a la nube tóxica”.

Agregó que la temporada de cosecha (extracción) de miel es de enero a julio, y a veces en septiembre si no hay cae mucha agua, cuando cada colmena –llega a tener de 40 mil y 50 mil abejas (da en promedio 10 kilogramos de miel) –; cada cámara de cría (una caja de madera de 40 centimetros de largo por 25 de alto) cuesta entre mil 700 y mil 900 pesos.


Toxicidad
La investigadora Aurora Xontalpa Aroche, de la Universidad Intercultural Maya de Quintana Roo (Uimqroo), que se ubica en el municipio de José María Morelos (330 kilómetros al suroeste de Cancún), comentó que se esperan de los resultados de las investigaciones de las autoridades agropecuarias y judiciales estatales.Las pruebas se enviaron a la delegación de la Secretaría de Agricultura, Ganadería, Desarrollo Rural, Pesca y Alimentación (Sagarpa), al Comité Estatal para el Fomento y Protección Pecuaria y también a la Ciudad de México.

Comentó que las pruebas que está levantando, al lado de médicos veterinarios que hacen su servicio social y otros que hacen tesis y que vienen de otras universidades, consisten en cera, miel y abejas mueras, así como tierra y plantas del cultivo de chile habanero, como parte del vínculo polinizador que ya se tiene con la Facultad de Veterinaria de la UNAM.

Apuntó que hay mucha preocupación en la comunidad y prácticamente en todo el municipio porque la mayoría de ejidos se dedican a la apicultura: el primero, por la residualidad en los suelos; el segundo, por la pérdida de polinizadores; el tercero, el económico porque afectaría un programa para detener la migración juvenil, y el cuarto la toxicidad permanente.

Semovientes

Xontalpa Aroche señaló que hay preocupación por cuatro factores: el primero, porque puede haber residualidad en los suelos –parte o porción que queda o sobra de un todo y que provoca descomposición o destrucción–, que afectaría al resto de insectos heminópteros, mariposas y hasta murciélagos y otros polinizadores.

El segundo factor preocupante es la pérdida de polinizadores nativos debido a que los primeros reportes de la afectación fueron entre tres y cuatro días después del evento, y agregó que se ha revisado literatura sobre casos similares con el producto que se usó y se halla que hay residualidad por entre seis y ocho semanas, en promedio.

El tercer factor es el económico-productivo, sobre todo en el caso de los jóvenes, que forman parte de un proceso para evitar que migren y se queden en sus comunidades, con un proyecto que les reditúe buenos ingresos.

Y el cuarto tiene que ver con una residualidad permanente porque hasta ahora no se sabe si los apiarios podrán volverse a colocar en sus sitios originales porque sospechamos que podría haber mucha toxicidad; entonces, “hay que analizar la contaminación de los productos más allá de los cuatro kilómetros a la redonda de afectación”.

La catedrática de la Uimqroo consideró que el suceso más importante es que quienes tuvieron pérdida total de colonias –la mayoría de los afectados– no se van a poder recuperar a menos que adquieran nuevamente los semovientes; es decir, tendrán que comprar otra vez los animales y posiblemente que tendrán que equiparse nuevamente.

“Abrir otro apiario o si va a permanecer el mismo analizar la residualidad y el comportamiento de las abejas para ver si van a resistir la presencia de insecticidas. Entonces, decir si se van a recuperar en la siguiente cosecha, yo lo veo muy difícil, siendo muy, muy honesta. Para recuperar la actividad, los que perdieron sus colonias tendrían que comprar todo nuevo.

“Y eso no va a depender de que yo les diga pueden empezar en cuatro meses, dependerá de si ellos tienen los recursos económicos para volver a adquirirlas, y los que tengan se tendría que evaluar para que recuperen las que perdieron si tendrían que comprar núcleos (abejas reina) o cámaras de cría; pero la cosecha que viene veo muy difícil que la recuperen.”

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