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CIUDAD DE MÉXICO.– Muerte de abejas y decenas de enfermedades son algunas de las afectaciones de los plaguicidas altamente peligrosos en la población, por lo que es urgente terminar con su uso y distribución en el país, aseguró Fernando Bejarano, director de la Red de Acción sobre Plaguicidas y sus Alternativas en México.
Durante el sexenio anterior, se hizo un buen esfuerzo para prohibirlos, recuerda Fernando Bejarano, pero aún quedan pendientes, como actualizar el reglamento de plaguicidas que se trabajó en la administración pasada entre Cofepris, Semarnat y Senasica y fortalecer el acceso a la justicia y a la reparación de los daños causados en comunidades y a la salud de las personas y retomar la prohibición del Glifosato.
“Las razones son variadas”, dice sobre los pendientes el también maestro en Ciencias y doctor en Estudios Latinoamericanos. “No es algo que sea visible a los ojos de manera inmediata, pero están ahí las características de peligrosidad de plaguicidas a las que estamos expuestos todos en los alimentos que consumimos; en los trabajadores y con las protestas de comunidades que constantemente están denunciando el problema de afectación de sus abejas, o los problemas a la salud que están atendidos, pero que no se les relaciona a la exposición a estas sustancias”.
Agroecología en vez de agroindustria
Este 3 de diciembre, día internacional del no uso de plaguicidas, organizaciones, académicos y técnicos agrícolas y ciudadanos enviaron una carta a diferentes autoridades federales en la que piden que el Gobierno fortalezca las prácticas agroecológicas en el campo mexicano, una práctica opuesta a la agroindustria, que echa mano de agrotóxicos.
Otro de los pendientes es cambiar el régimen regulatorio “neoliberal y discrecional” que prioriza el interés de grandes empresas como Syngenta, Bayer-Monsanto y Corteva que controlan más de la mitad del mercado mundial de semillas, pesticidas y fertilizantes en el mundo.
“Se ha venido retrasando el cambio del régimen regulatorio neoliberal ¿A qué nos referimos? A que hay una arquitectura jurídica, a las reglas del juego, que están diseñadas y se fueron introduciendo en sexenios anteriores para debilitar la función del estado y afectar al mínimo los intereses económicos que dominan el mercado. Y estas reglas todavía funcionan en la elaboración de las Normas Oficiales Mexicanas”, explica Bejarano.
La lucha de las abejas, paradigma
Un ejemplo es la lucha que desde hace un año han dado comunidades apícolas de la península de Yucatán para modificar la norma que regula la aplicación aérea de plaguicidas, usada en los nuevos y extensos cultivos de soya de la península y que son mortales para las colmenas que producen miel.
La discusión inició en Senasica (el Servicio Nacional de Sanidad, Inocuidad y Calidad Agroalimentaria), y despuñes la retomaron la Secretaría del Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat) y la Comisión Federal para la Protección contra Riesgos Sanitarios (Cofepris), pero no se ha aprobado.
Esto, aunque el pasado 27 de noviembre, una jueza otorgó un amparo a favor de las abejas que, entre otras cosas, ordenó eliminar el uso de agrotóxicos en Hopelcén, Campeche, para salvaguardar a las abejas.
“Escuché a Héctor Robles en una conferencia decir que iba a haber metas para sacarlos (pesticidas peligrosos) del mercado. La propia Alicia Bárcenas (titular de la Semarnat), durante la presentación de la agenda socioambiental dijo que iban a haber metas específicas para reducir su uso, pero aún estamos a la espera de esos planes concretos”.
En México aún existen 204 plaguicidas autorizados por la Cofepris que tienen efectos adversos a la salud y al ambiente o que producen una toxicidad crónica, asociada con ciertos tipos de cáncer, daños en órganos reproductivos y alteraciones hormonales. De esos, 151 están prohibidos en muchos países que son socios comerciales de México.