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Interesado en preservar la lengua mazahua en la comunidad de San Antonio la Ciénega, municipio de San Felipe del Progreso, en el Estado de México, el ingeniero en mecatrónica César David Cruz Pérez creó la aplicación móvil MazahuaApp.
Actualmente, la app se usa para que alumnos de nivel básico y medio superior sepan escribir mazahua, hablarla y comprenderla, ya que es uno de los dialectos que está en peligro de desaparecer.
Los mil 500 habitantes de este poblado campesino —ubicado al noroeste del Estado de México, a dos mil 600 metros sobre el nivel del mar y muy cerca de la frontera con Michoacán— suelen describir al sitio como un lugar donde no pasa nada, o donde no pasaba, pues desde hace unos meses se puso en marcha un novedoso programa de introducción al mazahua impartido en la primaria, secundaria y telebachillerato del lugar, basado en una aplicación para celular desarrollada por César como proyecto de tesis.
“Esta herramienta se llama MazahuaApp y fue creada mientras yo estudiaba Mecatrónica en la Facultad de Ingeniería de la UNAM. Estar tan lejos de casa te hace recordar a los tuyos y esa nostalgia me colocó frente a una computadora para darle forma a un software que, desde un inicio, fue pensado como una vía para devolverle parte de su esencia a mi comunidad”, comentó César David Cruz Pérez.
San Antonio La Ciénega está muy orgullosa de sus raíces
Y es que desde siempre, la gente de San Antonio La Ciénega se ha sentido muy orgullosa de sus raíces indígenas, tanto que los lugareños se refieren al pueblo por su nombre mazahua, Roxaxi —‘el lugar donde hay rosas’—, pero fuera de esa palabra no conocen otras, pues desde hace cinco décadas y muchos aún no entienden por qué, el pueblo dejó de hablar la lengua y a considerarla “cosa de abuelos”, situación que hoy buscan revertir.
Paula Segundo, una mujer septuagenaria de la localidad, recuerda que cuando era niña sólo se hablaba jñatrjo.
“Antes lo raro era escuchar español, hoy es todo lo contrario. Cuando me encuentro a los jóvenes en el campo les digo: kjimidya (buenos días), maxkjodya (adiós), ¿Pje gi kjatr’o? (¿Qué haces?), ¿Ja gui jyasu̷? (¿Cómo amaneciste?), pero como no saben mazahua, no me contestan”, comparte con tristeza.
César comprende muy bien esa situación porque él es uno de esos jóvenes.
Me gustaría hablar fluidamente con los mayores o ‘tíos’, como se les dice en señal de respeto a la senectud, pero apenas sé pocas expresiones. Para desarrollar la aplicación y a falta de ese conocimiento tan necesario, me apoyaron dos egresados de la carrera de Lengua y Cultura en la Universidad Intercultural del Estado de México y vecinos del lugar: Avisahín Cruz y Diego Mateo. Yo me encargué de la informática, de la parte técnica y del diseño visual, ellos de los aspectos pedagógicos y lingüísticos menciono.
Su sueño es lograr que el mazahua se vuelva a hablar en San Antonio La Ciénega tal y como en tiempos de sus abuelos y a esa tarea se han sumado numerosos aliados improbables.
“Pese a desconfiar de las nuevas tecnologías, los ancianos fueron los más entusiastas con el proyecto. Nos abrieron las puertas de sus casas y, por primera vez, se enfrentaron a un micrófono. Las voces escuchadas en la aplicación son las de ellos, pues se dejaron grabar, a fin de que las nuevas generaciones sepan de primera mano cómo se pronuncia el jñatrjo verdadero, cómo se usa en la vida real”, indicó.
Persistir o desaparecer
Cuenta el mito que cuando nació el mundo, el Padre Sol y la Madre Luna se aparejaron para dar origen a una raza de gigantes llamados ma ndaa que desapareció.
Luego a otra de enanos, los mbeje, que tampoco sobrevivió, para finalmente engendrar a los jñatrjo, palabra que designa a los mazahuas y cuyo significado literal es “los que hablan”, una evidencia etimológica palpable de que, para esta cultura, si no hay lengua no hay pueblo.
Así, César confiesa que una de sus mayores frustraciones es no haber asimilado el mazahua de pequeño.
“Antes aprendí lenguajes computacionales que el idioma de mis ancestros. Eso no se debió a falta de interés, fue porque a mis padres tampoco se los enseñaron y el eslabón se rompió”, puntualizó.
Sobre la pérdida de tantos hablantes de una generación a otra, tan sólo de 2010 a 2020 pasaron de ser 136 mil a 132 mil quienes saben algo de mazahua, según Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi).
Avisahín Cruz explica que dicha merma se debe, en gran parte, a los programas de “castellanización” impulsados por gobiernos del siglo pasado con el objetivo de borrar las lenguas indígenas.
21 de febrero, Día Internacional de la Lengua Materna
De hecho, el 21 de febrero, Día Internacional de la Lengua Materna, se lanzará una actualización de la app con la que, entre otras cosas, se dará a conocer la historia de la aplicación y se reconocerá tanto a sus creadores como a todos los que han colaborado en ella.
En tanto, para el desarrollo tecnológico, recientemente fueron apoyados con recursos materiales por el Instituto Nacional de los Pueblos Indígenas.
Este proyecto, como lo llama aún Cruz Pérez, está en proceso de que se desarrolle con otras lenguas como el otomí o el mixteco.