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Es una noción popular que los hombres comen más carne que las mujeres. Ahora, una nueva investigación dice que esto es cierto en todo el mundo. Un estudio publicado esta semana en Nature Scientific Reports encuestó a más de 28.000 personas en cuatro continentes. Los investigadores dicen que esto es cierto en todas las culturas y que la brecha es mayor en los países más desarrollados. El estudio no examinó por qué. Dado que el consumo de carne es un importante impulsor del cambio climático, los investigadores creen que su trabajo podría tener implicaciones para los esfuerzos por persuadir a la gente a comer menos carne y lácteos.
Tres hipótesis por comprobar
El estudio en efecto no es concluyente en cuanto a las causas de esta diferenciación genérica en el consumo de carne. Sin embargo, define el horizonte en tres hipótesis por comprobar.
La primera hipótesis es de enfoque «universal» y atribuye el fenómeno a una presunta diferenciación general entre hombres y mujeres, en el consumo de alimentos. Tales diferencias, apunta el estudio, se presentarían «independientemente de la cultura y el contexto».
La segunda teoría apunta a una «presión evolutiva diferenciada». Según esta hipótesis, los hombres han tendido históricamente a realizar actividades que implicarían mayor peligro o tienden a consolidar la posición frente a la comunidad. «Históricamente, el consumo de carne ha venido asociado a normas que lo vinculan con la recompensa social. Por eso, dicen los científicos, el consumo de carne es mayor en países en los cuales los roles de género son más tradicionales.
La tercera hipótesis es más sofisticada: asocia el consumo de carne a toda una serie de variables psicológicas, tales como los intereses personales y la autoestima. Esta línea llevaría a concluir que las diferencias entre tales variables son mayores en países con mayor igualdad de género.
Enfoque universal y paradoja de género
La aparente contradicción en esta hipótesis es calificada por los autores del estudio como «efecto paradójico de género». Los autores admiten que el estudio debe ser profundizado y que el actual presenta limitaciones.
Sin embargo, afirman ser pioneros en cuando a la revelación del efecto paradójico de género, en el cual los hombres comen más carne que las mujeres, en promedio, pero el consumo de carne es mayor en personas de países con mayor igualdad de género.