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Las enormes reservas de litio de Estados Unidos que no todos quieren explotar

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DW

La razón por la que el litio ha recibido el sobrenombre de «oro blanco» radica en que este mineral es geológicamente abundante, pero su producción es limitada y los países y empresas que la controlen cosecharán las riquezas de un futuro descarbonizado gracias a que es un componente fundamental en los vehículos eléctricos (VE).

Se prevé que la demanda mundial y nacional de litio aumente a medida que los vehículos eléctricos desplacen gradualmente a los que llevan motores de combustibles fósiles. Afortunadamente para las empresas mineras estadounidenses, la tierra del país está repleta del mineral blanco. Sin embargo, solo hay una mina de litio activa en el estado de Nevada, que produce apenas el 1% de la producción mundial. Es por esto que a través de la legislación y la autoridad ejecutiva, el Presidente de Estados Unidos, Joe Biden, ha incentivado la producción nacional del mineral para superar la dependencia del país de las naciones extranjeras, sobre todo China.

A menudo se tacha erróneamente al litio de «escaso». De hecho, el litio es abundante geológicamente en todo el planeta, pero su producción se concentra en unos pocos países. La producción mundial de litio está encabezada por Australia, Chile, China y Argentina, que en conjunto producen más del 95% del mineral. Sin embargo, Estados Unidos alberga los que se consideran los mayores yacimientos de litio del mundo después de los de la región del llamado «Triángulo del Litio», en Sudamérica. Estados como Nevada, Carolina del Norte y California albergan aproximadamente el 4% de las reservas mundiales de litio.

Incentivos financieros
A medida que se acelera la carrera por fabricar vehículos eléctricos, se espera que la demanda de litio se dispare. Benchmark Mineral Intelligence calcula que la demanda anual del metal blanco alcanzará los 2,4 millones de toneladas en 2030. Esta cifra es cuatro veces superior a las previsiones de producción de este año. Dado que Estados Unidos espera que la mitad de todos los coches vendidos sean eléctricos para 2030, el gobierno estadounidense ha estado tratando de frenar la dependencia del país de las baterías y piezas de litio fabricadas en China.

La administración de Donald Trump realizó un esfuerzo para desregular la industria minera con el fin de acelerar los proyectos nacionales. En abril, buscando el mismo fin, Joe Biden invocó la Ley de Producción de Defensa de la era de la Guerra Fría para permitir que el gobierno federal apoye la producción de minerales y metales críticos como el litio, el cobalto y el níquel.

La recientemente aprobada Ley de Reducción de la Inflación (IRA) redobló los incentivos a los vehículos eléctricos y a la industria minera para reducir las importaciones y crear una industria de vehículos eléctricos autóctona. Esto se produce después que el Departamento de Energía prometiera 3.000 millones de dólares para apoyar la cadena de suministro nacional de vehículos eléctricos a principios de este año, tras la aprobación de la Ley Bipartidista de Infraestructuras.

«Creo que podemos afirmar, sin temor a equivocarnos, que en los próximos 5 o 10 años habrá más minería de la que existe actualmente», afirma Thea Riofrancos, profesora asociada de Ciencias Políticas en el Providence College. «¿Será suficiente para satisfacer la demanda? No. EE. UU. no será autosuficiente en la producción de litio, y la administración Biden y el lenguaje del IRA incluso lo admiten», agrega esta experta en investigaciones sobre la extracción de recursos y las energías renovables.

Oposición creciente
Aunque los fabricantes de VE y las empresas mineras han acogido con satisfacción el cortejo de Biden, no todo el mundo comparte su entusiasmo. La extracción de litio puede ser un proceso destructivo desde el punto de vista ecológico y cultural, y la oposición de las comunidades locales afectadas a cualquier tipo de explotación minera parece ir en aumento tanto en Estados Unidos como en el extranjero.

«La transición a la energía verde no es verde», declara a DW Gary McKinney, miembro de la tribu Shoshone-Paiute, que se opone a la construcción de una mina de litio en Thacker Pass (Nevada). «No es verde si se lleva por delante toda la vida».

En Thacker Pass (Nevada), por ejemplo, los pueblos indígenas de North Paiute y Western Shoshone están llevando a cabo una intensa lucha contra la mina propuesta por Lithium America. McKinney, uno de los principales dirigentes de People of Red Mountain (PRM), uno de los grupos indígenas que se oponen a la mina, explica que el proyecto destrozaría sus tierras ancestrales, que incluyen el lugar donde el ejército estadounidense masacró a los paiute en 1865.

La preocupación no es únicamente la destrucción de tierras sagradas y de la historia, dice McKinney, sino de un modo de vida. La minería es un proceso increíblemente intensivo en uso de agua, y ciertas ceremonias y prácticas culturales de los shoshone-paiute requieren raíces y medicinas que dependen de las fuentes de agua locales, como la salvia y los piñones. Pero, explicó McKinney, «si le quitas toda el agua a esta tierra, ¿qué le pasa a la vida que depende de ella? Desaparece».

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