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Las economías más poderosas de Latinoamérica brincan a la izquierda por primera vez

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Sin Embargo

Los cinco bastiones económicos de América Latina, Brasil, México, Argentina, Chile y Colombia, son ahora controlados por gobiernos de izquierda, que en esta nueva ola también gobierna en Bolivia, Honduras y Perú después de que en los últimos años el continente se precipitó hacia la derecha.

Ciudad de México, 31 de octubre (SinEmbargo/EuropaPress).– Con el triunfo de Luiz Inácio Lula da Silva en las elecciones de este domingo en Brasil, sumado a los gobiernos de México, Argentina, Chile y Colombia, la izquierda latinoamericana consiguió retomar el control de la economía de un continente afectado por la pandemia y la inflación derivada de la guerra en el este de Europa.

La victoria de Lula tiene una repercusión geopolítica fundamental para la región. Con Brasil la izquierda gobernará al 86 por ciento de población de América Latina y sitúa al país de nuevo en una relevancia política internacional de la que la ultraderecha de Jair Bolsonaro le había despojado por su mala gestión de la pandemia, de la crisis climática o sus ataques a las instituciones democráticas brasileñas.

Después de que en los últimos años la región se precipitó hacia la derecha, en 2018 México fue el primero en revertir esta situación con la elección de Andrés Manuel López Obrador, quien está entrando en su recta final como Presidente. Rumbo a 2024, la tendencia de las preferencias electorales se mantiene por su partido, Morena. Le siguieron Argentina con Alberto Fernández y Bolivia con Luis Arce, tras la crisis política de 2019 con la que la derecha tuvo un breve paso por el poder.

El 2 de marzo pasado, López Obrador recibió a Lula en México. “Nos une la lucha por la igualdad y la justicia”, afirmó entonces. Tras conocer su victoria este domingo, y luego de que su esposa, la historiadora Beatriz Gutiérrez estuvo en Chile y Argentina la semana pasada, reiteró su simpatía: “Ganó Lula, bendito pueblo de Brasil. Habrá igualdad y humanismo”, publicó en un tuit, acompañado de una foto juntos.

De nada han servido las campañas de la derecha de desprestigio y estigmatización sobre las apuestas de la izquierda, a la que se acusa constantemente de pretender en sus países una deriva como sucedió en Venezuela.

Ha sido la mala gestión de la pandemia y sus consecuencia económicas, así como la devastación ambiental en la Amazonía, lo que prevaleció entre el electorado al momento de preferir a Lula en Brasil o a Gustavo Petro en Colombia.

EVENTOS HISTÓRICOS CON LA IZQUIERDA

La vuelta de la izquierda trajo consigo eventos históricos como la elección de Xiomara Castro en Honduras, quien se convirtió en la primera mujer que gobierna el país centroamericano; la victoria de Gustavo Petro, un antiguo guerrillero que se convirtió en el primer mandatario progresista de Casa Nariño; o la elección del hijo de campesinos Pedro Castillo en Perú.

El mandato del peruano es el más convulso por el momento de esta nueva ola de la izquierda latinoamericana. Las sospechas y acusaciones de corrupción, así como la salida casi constante de miembros de su gabinete, rodean a un Castillo acorralado por un Congreso hostil que desde el primer momento ha buscado echarle de cargo.

En Colombia, por su parte, las aspiraciones de superar el conflicto interno agravado durante el anterior gobierno de Iván Duque llevaron a Gustavo Petro a la victoria en las elecciones, mientras que, en Chile, Gabriel Boric se convirtió en el jefe de Estado más joven en ser elegido, aunque ahora sus niveles de aprobación van en picada y una mayoría rechazó la nueva Constitución en el plebiscito.

A diferencia de ahora, la anterior ascensión de la izquierda en el continente durante la primera década del nuevo milenio se debió al auge de las materias primas, cuyos beneficios sufragaron las políticas sociales que en el primer Brasil de Lula, por ejemplo, lograron sacar a 30 millones de personas de la pobreza.

No obstante, esa clase media que surgió de aquellas medidas sociales está cada vez más en retroceso después de años de políticas neoliberales azuzadas ahora por las consecuencias de la pandemia del coronavirus, la pronunciada inflación ocasionada por la guerra de Ucrania o las crisis migratorias.

En Ecuador, uno de los pocos países en la región dirigidos desde la derecha, las protestas por el aumento de los precios de los combustibles, los alimentos y los bienes de primera necesidad de mediados de año han supuesto un importante desafío para Guillermo Lasso.

Paraguay y Uruguay, así como El Salvador en Centroamérica –con otras cuatro naciones más al centro del espectro político–, son el resto con gobiernos conservadores.

Movilizaciones como las que se han vivido en Argentina casi desde que Fernández fue elegido; en Chile, con la administración de Boric, como ya hicieran anteriores gobiernos, tiene que seguir haciendo frente a las fuertes protestas por la cuestión mapuche que llegan desde el sur del país; o en Cuba y Nicaragua, donde la oposición exige la salida de sus respectivos gobiernos y mayores dosis de democracia y libertad.

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