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La Reina Roja regresa a casa

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Pie de Página

El presidente inauguró el pabellón de la reina maya Tz’akbu Ajaw en el Museo Alberto Ruz Lhuillier de Palenque. Su cuerpo rojizo había recorrido el mundo desde que se descubrió, en 1994. Ahora está de vuelta y, según la secretaria de Cultura, será símbolo para las mujeres de México

Texto y fotos: Daniela Pastrana

PALENQUE, CHIAPAS.- Sobre el rostro tiene una máscara de malaquita, con dos obsidianas como pupilas y cuatro jadeítas que forman los iris. Tiene además dos conchas marinas como orejeras, una diadema en la cabeza, collares, pulseras y una segunda máscara de jade. Parece dormida. Su ataviada figura de 1.54 metros y piel rojiza permanece inmóvil dentro de una caja de cristal, como en las historias de princesas encantadas.

En realidad, fue una reina poderosa: Tz’akbu Ajaw, esposa del rey Pakal, El Grande, sepultada en el año 672 después de Cristo en estas tierras chiapanecas.

Pakal fue un rey maya que vivió entre los años 603 y 683 d. C y gobernó desde los 12 años. Su campaña militar que le dio renombre a Palenque e la historia de su pueblo quedó registrada en glifos. Sus restos fueron encontrados en 1952. Los de ella, 41 años después, en 1994, cuando la arqueóloga Fanny López descubrió una puerta oculta al lado de la escalinata principal del Templo de las Inscripciones, localizado cerca del Río Usumacinta.

En el sarcófago, tallado en una sola pieza de piedra de 2.4 metros de largo por 1.18 de ancho, había otros dos esqueletos: el de un niño de entre 8 y 11 años, decapitado, y el de una mujer de entre 25 y 35 años, a la que habían quitado el corazón. Eran parte del cortejo que debía acompañar a la reina en su viaje a Xibalbá.

Lo que más llamó la atención de los arqueólogos fue que el cadáver de la reina estaba teñido de rojo a causa del cinabrio, un mineral de azufre y mercurio, altamente venenoso, usado para conservar los restos humanos. Le llamaron entonces la Reina Roja.

Pero no fue fácil identificarla. La tumba no tenía inscripciones y el cinabrio había borrado las huellas de ADN de sus huesos, así que durante años, genetistas, arqueólogos y antropólogos forenses de México, Estados Unidos, Canadá y Europa trabajaron para encontrar señales de su identidad. En la búsqueda intervino hasta el FBI, que hizo la reconstrucción facial.

Hoy se sabe que los esposos gobernaron juntos pues Pakal le cedió a la reina parte sustancial de sus atributos de mando. Ambos eran temidos por sus súbditos, pero sobre todo ella, por sus artes de hechicera, pues no sólo fue reina, sino también suma sacerdotisa. “Palenque era la ciudad de la serpiente, que representa la fuerza femenina, y ella hizo que la corte de Pakal se rigiera por la hechicería”, escribió el escritor Sergio Ramírez.

Los estudios han mostrado, también, que murió entre los 50 y 60 años, tenía el cráneo deformado, con la frente aplanada, siguiendo los cánones de belleza mayas y un acentuado prognatismo en la mandíbula. Tuvo dos hijos, padeció de osteoporosis, artritis degenerativa y sinusitis crónica. Se cree que, al morir, se encontraba discapacitada.

Aunque nada de eso se mira en la fina reconstrucción de la reina que ahora yace en una caja de cristal del Pabellón inaugurado en el Museo Alberto Ruz Lhuillier, de la zona arqueológica de Palenque.

Desde su descubrimiento, los restos habían dado vueltas por Nueva York y Los Ángeles, en Estados Unidos; Ontario, en Canadá. En julio de 2018, su ajuar se expuso en el Museo del Templo Mayor, en Ciudad de México. Y también estuvo en Tuxtla Gutiérrez. Ahora, por fin, la Reina Roja volvió a casa.

Tiempo de soberanas
En la inauguración del Pabellón, la secretaria de Cultura, Alejandra Frausto, aseguró que Tz’akbu Ajaw será símbolo ancestral de la mujer contemporánea, como lo fue en su momento de la cultura maya.

“No es el único lugar en donde se encuentran espacios prehispánicos dedicados a la mujer”, dijo Frausto. “Tenemos, por ejemplo, Xochitécatl, en Tlaxcala, frente a Cacaxtla, un sitio que está justamente alineado con La Malinche e Iztaccíhuatl, todas las figurillas que se han encontrado y las representaciones en este espacio son femeninas, son las protectoras de la vida, son las generadoras de ella, la fertilidad. Está también el monolito recién descubierto que representa a una joven gobernante en la Huasteca veracruzana, llena de fuerza y misterio, como la misma Coatlicue”.

Pero esta Reina Roja que gobernó Palenque junto con su esposo, dijo la secretaria de Cultura, será inspiración y símbolo para las niñas, jóvenes y mujeres mayas de hoy. Y también para mujeres de otros pueblos y para las poetas, las artesanas, las pintoras, las maestras y campesinas.

“Para las mujeres de México, soberanas protectoras y transmisoras de su cultura, soberanas generadoras de unión y construcción, soberanas de su pensamiento, soberanas de su palabra, soberanas de su comunidad, soberanas de su familia, soberanas de su cuerpo. Esta Reina Roja será símbolo para las mujeres, todas nosotras, las mujeres de México”.

La Reina Roja, Tz’akbu Ajaw, insistió, será «símbolo ancestral de la mujer contemporánea», como lo fue en su momento de la cultura maya.

Por su parte, el presidente Andrés Manuel López Obrador recordó a exploradores y viajeros que desde el siglo XIX iniciaron el descubrimiento de templos de la cultura maya, como Justo Sierra, Graham Greene y Alberto Ruz Lhuillier.

Recordó también el trabajo de Carlos Pellicer y la visita de Ernesto, ‘el Che’ Guevara a la zona, López Obrador reconoció la participación de arqueólogos, hombres y mujeres, del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), encabezados por Arnoldo González Cruz.

“Aquí está pues, la Reina Roja en su sitio, gobernando, mandando. Porque hay hombres y mujeres que no se mueren, nada más cierran los ojos y se quedan velando, y siguen gobernando con su ejemplo. Así es el caso de la Reina Roja.”, dijo .

En el evento participaron los gobernadores de Chiapas, Rutilio Escandón Cadenas, y Tabasco, Adán Augusto López Hernández; así como el director general del Fondo Nacional de Fomento al Turismo (Fonatur), Rogelio Jiménez Pons; el director del Proyecto Arqueológico Palenque del INAH, Arnoldo González Cruz; el director del Museo de Sitio de Palenque ‘Alberto Ruz Lhuillier’, Miguel Ángel Vázquez Mercado; y la presidenta municipal interina de Palenque, Elizabeth Mora

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Que una mujer mereciera un sarcófago no es común entre los mayas, pero explica el gran poder que tuvo. Este hallazgo habla de la existencia de una fuerte jerarquía social, donde personas de bajo rango eran sacrificados con fines rituales. En la tumba de la Reina Roja solo se encontraron dos cadáveres, mientras que en la de Pakal se registraron restos de seis personas.

Un siglo después de la muerte de la Reina Roja, tras un periodo de guerras sangrientas por la sucesión del trono, sequías y hambrunas, Palenque fue abandonado, y la selva sepultó a la ciudad en el olvido.

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