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La increíble historia de Paul Alexander: el hombre que lleva casi 70 años en un pulmón de acero

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DW

A los seis años, Paul Alexander contrajo la polio y quedó paralizado de por vida. Hoy tiene 75 años y es una de las últimas personas del mundo que sigue utilizando un pulmón de acero. Acá su historia.

Paul Alexander lleva 70 años dependiendo de un pulmón de acero, un artilugio que ha tenido que utilizar desde que contrajo polio a la edad de seis años cuando vivía con su familia en los suburbios de Dallas.

Hoy, gracias al gran ventilador de acero, está vivo y bien, a pesar de estar casi completamente paralizado del cuello para abajo; toda una historia de superación y resiliencia. «Nunca me he rendido y no lo voy a hacer», dijo Alexander en una reciente entrevista.

Epidemia de poliomielitis
Alexander es una de las últimas personas que utiliza un pulmón de acero, un dispositivo inventado en la década de 1920 que era habitual en las salas de poliomielitis en el momento álgido de la epidemia, hasta la segunda mitad del siglo pasado.

En 1959, 1.200 estadounidenses dependían de un pulmón de acero para mantenerse con vida, pero las máquinas se fueron haciendo menos comunes tras la distribución generalizada de la vacuna contra la polio. En 1979, Estados Unidos fue declarado libre de poliomielitis, y en 2014, solo quedaban 10 estadounidenses que utilizaban un pulmón de acero, según el New York Post.

En la actualidad, se cree que Alexander es una de las dos únicas personas que siguen utilizando un pulmón de acero, informa The Guardian.

La vida de Paul Alexander
A la corta edad de seis años, Alexander empezó a mostrar signos de la enfermedad. Tan solo cinco días después de la aparición de los primeros síntomas ya no podía sostener un lápiz de colores, hablar, tragar o toser. Había quedado paralizado.

«Lo perdí todo: la capacidad de moverme, mis piernas no me sostenían y luego no podía respirar», recordó Alexander.

Doctorado en Derecho
Aun así, años después, Alexander, que afirma que «odiaba simplemente ver la televisión» todo el día, empezó a estudiar para poder realizar su sueño de ir a la Universidad; en un principio se le negó la entrada debido a su discapacidad.

No obstante, su insistencia dio frutos y terminó recibiendo una beca para la Universidad Metodista del Sur. Asistía a las clases en silla de ruedas durante los breves momentos en que podía escapar del pulmón de acero tras aprender a «respirar como una rana», según The Guardian.

El equipo de control del pulmón de acero del abogado Paul Alexander descansa sobre una mesa en su casa de Dallas.

Alexander se graduó en 1984 con un Doctorado en Derecho de la Universidad de Texas en Austin. «Por fin ocurrió algo bueno, quería ser abogado desde hacía mucho tiempo», recordó. «Y también fui uno muy bueno», agregó en el vídeo.

Alexander escribe su historia
Pero ahora que es mayor, Alexander vuelve a estar confinado en el artilugio las 24 horas del día. «Hago lo mismo que todo el mundo. Me despierto, me lavo la cara, me cepillo los dientes, me afeito, desayuno… Solo necesito un poco más de ayuda para hacerlo», bromeó en el vídeo.

En 2020, Alexander escribió un libro sobre su experiencia, Three Minutes for a Dog: My Life in an Iron Lung (Tres minutos para un perro: mi vida en un pulmón de acero). Tardó cinco años en hacerlo, escribiendo él mismo cada palabra con un bolígrafo sujeto a un palo que llevaba en la boca.

Al ser consultado por sus sueños Alexander dice de manera contundente: «No dejar que la poliomielitis me derrotara, sino yo derrotar a la poliomielitis. Por eso siempre quise lograr las cosas que me decían que no podía lograr y alcanzar los sueños que soñaba», aseguró en el vídeo.

Hoy en día, Alexander sigue luchando, no solo por sí mismo, sino para que otros sepan que no están limitados por sus circunstancias.

«Mi historia es un ejemplo de por qué tu pasado o incluso tu discapacidad no tiene por qué definir tu futuro», dice, y añade: «No importa de dónde seas o cuál sea tu pasado, o los retos a los que te puedas enfrentar. Realmente puedes hacer cualquier cosa. Solo tienes que proponértelo y trabajar duro».

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