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La Feria: Piénsele

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Sr. López

Tía Queta era una mujer chapada a la antigua. En su casa, su marido era casi un dios (de historieta cómica, pero dios al fin). Cualquier cosa, la que fuera, ella la sometía a lo que él decidiera, con el inconveniente de que tío Emilito era tonto como un picaporte (diría don Jorge Zamacona). Tonto de casi babear, sí, pero en su casa, su esposa y sus hijos (seis hijos seis), hacía lo que el dispusiera. “Lo que diga tu papá”, contestaba siempre la tía Queta ante cualquier petición de los hijos, hasta que la mayor (Quetita), que ya tenía 14 años, un día le dijo: -O mandas tú o mando yo, pero él ya no –y mandó Quetita, desde los 14 años. Cosas veredes.

El problema de la democracia es que es del todo falso lo de “vox populi, vox Dei”: ¡que voz de Dios ni qué ocho cuartos!: el pueblo, los electores, se equivocan y hay puños de ejemplos de malos gobernantes (aún bien intencionados), que han arruinado a sus países y causado tragedias… democráticamente.

Ayer nos enteramos que el tal Trump decidió por sus pistolas sacar a los EUA del acuerdo nuclear que se firmó con Irán el 14 de julio 2015, en Viena (por eso se llama así “Acuerdo de Viena”), con el detallito de que lo firmaron aparte de Irán y los EUA, el Reino Unido, Francia, Alemania… Rusia y China. Sí, siete países, después de tres años de negociaciones que no hubiera resuelto ni el priista más correoso, lograron concertar un convenio mediante el que Irán aceptó no seguirle con su programa para tener bombas atómicas.

La prensa yanqui seria (sí, también hay, le recomiendo The Atlantic, que se edita desde 1857), comentó el asunto con enorme preocupación porque una cosa es que el inmensamente necio Trump (revise su diccionario, necio es ignorante, tonto y terco, Trump, pues), saque a su país del acuerdo y muy otra que los demás países le sigan la corriente (y aunque así fuera: si el Reino Unido, Francia y Alemania, también se salen -cosa muy poco probable, casi impensable-, le dejan el balón a Rusia ¡y China!, que ya están salivando baba verde de ambición, pues Irán tiene mucho, mucho petróleo).

Irán existe como país desde mil años antes de Cristo (le decíamos Persia); junto con Irak, es la cuna de lo que llamamos civilización en Occidente. Es un país 20% menos extenso que México y con 80 millones de habitantes, pero según la OPEP y el Ministerio de Desarrollo Económico de Rusia, Irán tiene 31 veces más reservas de petróleo que nosotros (3100%… de ese calibre).

Los EUA se metieron a enredar las cosas en ese país cuando el 15 agosto de 1953, derrocaron (junto con la Gran Bretaña, la Pérfida Albión), al régimen democráticamente electo de un señorón llamado Mohamed Mosaddeq, al que metieron a una celda en solitario tres años y luego lo confinaron a una casa de campo, donde murió de cáncer en 1967, 14 años después de derrocado.

Los yanquis impusieron la dictadura monárquica del Sha Mohammad Reza Pahlevi, que se quedó gobernando con los títulos de Su Majestad Imperial, Rey de Reyes y Luz de los Arios, hasta 1979 cuando el gobierno de otro tontín electo democráticamente (el bien intencionado Jimmy Carter), lo dejó a su suerte ante la revolución de los ayatolas, por lo que el Rey de Reyes, salió corriendo el 16 de enero de 1979. Terminaron así más de 2000 años de historia (de plano muy feo).

Los ayatolas (con Jomeini de mandón), se la tenían jurada a los EUA, en noviembre de 1979 asaltaron su embajada, tomaron 66 rehenes entre diplomáticos y ciudadanos yanquis (nada más 444 días). El menso de don Carter rompió relaciones con Irán, perdió su reelección y Reagan negoció la liberación de los cautivos concediendo a los ayatolas lo que pedían: promesa de no meterse en los asuntos de Irán, descongelar los enormes fondos iraníes que tenían los bancos estadounidenses y cancelar las demandas contra Irán (una cuarta, entregar el dinero del Sha, quedó a lo que resolvieran los tribunales internacionales).

El tío Sam quedó con el rabo entre las patas, pero ya le conoce el modo: en 1980 apoyó la invasión de Irak a Irán y después de ocho años, terminaron las hostilidades sin ganador, un millón de muertos después. Entonces empezaron los rumores de que Irán estaba desarrollando un programa para tener armas atómicas… ¡y eso sí que no!: Reagan les impuso sanciones económicas ya desde 1987; le siguió Bush y se fueron sumando países hasta que en 2012, la Unión Europea, embargó las importaciones de petróleo de Irán. La ONU aprobó las sanciones. Los secaron.  Quedaron aislados de todo, como un Estado paria. Y sí andaban queriendo tener sus bombitas atómicas (… que no se hagan).

Luego de muchos líos, el presidente Obama y los países que le conté arriba, lograron lo increíble: Irán cedió y se firmó el Pacto de Viena. Tan tan… ¿sí, pues no?… ganó el Trump (democráticamente), y ahora hay una crisis innecesaria en el mundo porque el Donaldito calculó mal todo: no es para nada seguro que Europa le haga segunda (Francia, Alemania y Reino Unido ya dijeron que lamentan la salida de los EUA del acuerdo nuclear con Irán), Rusia le hace ojitos a Irán, China es su principal socio comercial (el año pasado le otorgó créditos por 35 mil millones de dólares, que para los iraníes es como la Lotería); y la India planea duplicar sus importaciones de crudo iraní el próximo año.

¿Puede armarse un lío terrible?… no es lo más probable, pero ¿qué necesidad? Los iraníes ya dijeron que ellos seguirán respetando los términos del Pacto de Viena, pero eso es ahorita, no se sabe hasta donde pueda estirar la liga el Trump, hasta donde lo dejen actuar Rusia y China (con Israel echando leña a la hoguera).

Todo este cuento es nomás para estar conscientes de lo grave que puede ser poner en el Poder Ejecutivo a alguien que plantea (y cree), en las soluciones fáciles a cosas muy complicadas; en alguien que piensa como autócrata; en alguien que se cree capaz de obrar portentos. Un solo tonto puede echar a la basura años de esfuerzo. Usted aplique la receta para lo que se le ocurra… piénsele.

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