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La evidencia que nadie se preocupó por esconder en el caso de Berta Cáceres

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Los investigadores recopilaron miles de mensajes de texto para reconstruir un presunto complot para asesinar a Berta Cáceres.

El Financiero

Después de que la activista Berta Cáceres fuera asesinada en su casa en Honduras, la frustración de su familia con el sistema de justicia del país crecía con cada semana que pasaba. Alegaron que Desarrollos Energéticos, o DESA, una compañía hidroeléctrica contra la cual Berta había protestado, estaba de alguna manera detrás del asesinato. Y creían que las autoridades hondureñas no estaban interesadas en investigar demasiado esas sospechas.

Así que meses después del crimen de 2016, la familia ayudó a reunir un equipo de expertos internacionales, abogados y fiscales que habían trabajado en casos de derechos humanos de alto perfil en todo el mundo, para investigar la evidencia.

El material más intrigante que examinaron, por mucho, fueron los 55 gigabytes de datos telefónicos recopilados de los teléfonos móviles de los hombres que la policía ya había identificado como posibles sospechosos. Eran presuntos sicarios de bajo nivel, un exfuncionario de seguridad de DESA y empleados actuales de la compañía. Dentro de todos esos datos se encontraban unos 160 mil mensajes de texto, en su mayoría chats grupales de WhatsApp y mensajes directos.

“Tenemos un caudal de evidencia en este caso”, asegura Roxanna Altholz, profesora de la Facultad de Derecho de la Universidad de California en Berkeley y miembro de ese equipo de investigación. “Los perpetradores estaban absolutamente seguros de que nunca se les responsabilizaría, no solo por el asesinato, sino por todos los demás crímenes que se estaban cometiendo”.

Durante meses, el equipo revisó todos esos datos, extrayendo mensajes de texto y cadenas de chat para reconstruir un complot de asesinato que creían estaba en proceso, uno que pensaban llegaba hasta los altos ejecutivos de DESA.

La conspiración que describieron sugería que la compañía había estado monitoreando a Berta y planeando su muerte durante meses; que los empleados de la compañía unieron fuerzas con intermediarios y presuntos asesinos a sueldo; que un atentado previo contra su vida había sido planeado, y finalmente abandonado, semanas antes de su asesinato real; que funcionarios de alto nivel de la compañía estuvieron involucrados en la planificación antes del asesinato, y que después los perpetradores monitorearon la investigación del asesinato con la ayuda de contactos dentro de la policía.

Su cadena de eventos reconstruida señalaba a un sospechoso que aún no había sido detenido por las autoridades: un funcionario de DESA identificado en el informe del equipo solo como Ejecutivo #3. La compañía negó con vehemencia cualquier conexión con el crimen, pero pronto, ese ejecutivo se convertiría en el objetivo central en un caso de homicidio cada vez más grande.

Visite la página de nuestra serie Río de Sangre para más información sobre la investigación del asesinato de Berta Cáceres.

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