Sin Embargo
La incapacidad de Bolsonaro de frenar el brote, va más allá de haber creado una tragedia nacional – ha producido una amenaza mundial.
Brasil, 11 de marzo (Open Democracy).– Mientras el mundo contempla esperanzado la luz al final del túnel de la pandemia a través de la eficacia de las medidas de restricción de la movilidad, el distanciamiento social, el uso exhaustivo de mascarillas y el inicio de las campañas de vacunación masiva, sin embargo, existe en el planeta un agujero negro, y se llama Brasil.
Al catastrófico negacionismo del Presidente Jair Bolsonaro frente al virus, se suma ahora la variante que surgió en el estado del Amazonas, en el norte de Brasil, lo que pone al país – y al mundo – en alarma. Esto también nos enseña algunas cosas sobre la COVID-19 y sobre la importancia crucial de tomarse las epidemias en serio.
Conocida como P.1, la nueva variante del coronavirus que causa la COVID-19 no sólo es más contagiosa, sino que también parece capaz de infectar a algunas personas que ya se han recuperado de otras versiones del virus, como sugieren los estudios preliminares.
Se cree que la nueva variante surgió en medio al caos vivido en Manaos, la ciudad más afectada – en términos de proporción – por la pandemia en el segundo país más afectado por la pandemia. Y no todo es casualidad.
Brasil ha vivido sus peores días de infecciones y fatalidades desde que registró el primer caso en febrero de 2020. Este martes, 9 de marzo, el país reportó mil 954 muertes en 24 horas, la peor cifra desde que empezó la pandemia. La situación en los hospitales es cataclísmica, cuando la ocupación de camas UCI en 17 ciudades del país está ya al 100 por ciento.
Si no es directamente responsable de todo el caos del último año, la gestión de Bolsonaro lo es en buena parte. Como argumentó Robert Muggah, del Instituto Igarapé, el negacionismo ante la gravedad de la enfermedad y la incapacidad de frenar el brote, junto con su cruzada anti-vacuna, va más allá de haber creado una tragedia nacional, ha producido una amenaza mundial.
BRASIL: CALDO DE CULTIVO DE NUEVAS VARIANTES
La incompetencia – y resistencia – de Bolsonaro para manejar la pandemia no es dada como razón por la situación actual de Brasil solo por politólogos, como Muggah. En entrevista al The Guardian, el neurocientífico de la Universidad de Duke, Miguel Nicolelis, instó a la comunidad internacional a presionar al Gobierno brasileño por su incapacidad para contener la pandemia.
Brasil ha vacunado cerca de cuatro por ciento de la población. A este ritmo tomaría a Brasil cuatro años alcanzar la inmunidad colectiva
Nicolelis explicó que la situación en Brasil genera la tormenta perfecta para variantes. Liderado por un Presidente que sigue negando la amenaza del virus, que ya matado a casi 270 mil brasileños, y cuestionando el uso de máscaras, lo que hizo recientemente durante uno de los días de mayor mortalidad en el país, Brasil ha permitido que el virus se reproduzca a niveles que aumentan la posibilidad de mutaciones, dijo el neurocientífico.
Si se permite que el virus prolifere a los niveles que está proliferando actualmente en Brasil, se abre la puerta a la aparición de nuevas mutaciones y a la aparición de variantes aún más letales, dijo Nicolelis en la entrevista.
“¿De qué sirve controlar la pandemia en Europa o Estados Unidos, si Brasil sigue siendo un caldo de cultivo de este virus?” se preguntó, agregando que “Brasil es un laboratorio al aire libre para que el virus prolifere y acabe creando más mutaciones letales. Se trata del mundo. Es global”.
LENTA VACUNACIÓN SIN CONFINAMIENTO
Otra situación agravante en Brasil es la lentitud de las campañas de vacunación. Cifras de esta semana muestran que Brasil ha vacunado un poco más de ocho millones de personas, equivalente al cuatro por ciento de la población. Según especialistas, a este ritmo tomaría a Brasil cuatro años alcanzar la inmunidad colectiva.
En reciente reunión, la Organización Pan-Americana de Salud (OPAS) criticó el ritmo lento de las campañas de vacunación en toda América Latina, alertando del riesgo que la lentitud ofrece para el surgimiento de variantes más resistentes.
Esto se da, entre otras razones, porque el contacto entre personas que han recibido la vacuna propicia el surgimiento de mutaciones “superpotentes” capaces de eludir la acción del inmunizador, como explican investigadores de Imperial College London y de la Universidad de Leicester, según reporta la BBC. Por esta razón, es imprescindible combinar los planes de vacunación con confinamientos, cierres, bloqueos y otras medidas de contención del virus, como explicaron los investigadores británicos.
En Brasil, esta lentitud se suma a las variantes con la mutación E484k que evade los anticuerpos y los altos niveles de contagio debido a la falta de medidas preventivas, que hacen que el país se haya convertido en una amenaza no sólo para su gente, sino para el mundo entero. Desde enero, diversos países ya han cerrado sus fronteras a vuelos procedentes de Brasil para prevenir la llegada de variantes peligrosas.
CONSECUENCIAS DEL “DESGOBIERNO” DE BOLSONARO
Desde el principio, Bolsonaro insistió que el país no podía parar debido a un “pequeño resfriado”, afirmando que las consecuencias económicas serían muy severas. Pero Bolsonaro parece haber desconsiderado las consecuencias económicas de su terrible gestión de la pandemia.
El convencimiento, ratificado hasta ahora por las encuestas, de que se haga lo que se haga la mayoría le seguirá votando hace que Bolsonaro se sienta respaldado en su letal política.
Según muestra Valor Económico, el periódico financiero más grande de Brasil, el coste de la demora del Gobierno federal en ordenar las vacunas contra la COVID-19 al índice Bovespa, mejor conocido como Ibovespa, es de aproximadamente 13 mil puntos, o el 10 por ciento.
“La raíz de nuestro problema, lo que más nos afectó este año, fue la mala gestión de la vacunación”, dijo el estratega de mercados de UBS Wealth Management Ronaldo Patah al periódico. “Si el Gobierno hubiera cerrado acuerdos allá atrás, el Ibovespa habría estado cerca del máximo, en 125 mil puntos, y no en 112 mil puntos”, afirmó.
El año pasado, el Gobierno brasileño rechazó una propuesta de la empresa farmacéutica Pfizer, que contemplaba el suministro de 70 millones de dosis de vacunas hasta diciembre de este año. El Ministerio de Salud afirmó que había tomado esa decisión para no caer en un esquema de marketing de los productores de la vacuna – es decir, por motivos políticos.
El estratega de UBS Wealth argumentó que si el Gobierno federal hubiese comprado las dosis en septiembre, Brasil hoy podría estar vacunando a un ritmo parecido al de los Estados Unidos.
Aunque Bolsonaro no puede ser responsabilizado de todo el complejo proceso de mutación de virus y de desarrollo de una pandemia sin precedentes en la historia moderna, resulta más que evidente que su Gobierno podría haber contenido el agravamiento de la situación a través de la aplicación de medidas simples que comprobaron ser efectivas en muchos países.
Pero la idea ultraconservadora de que las consecuencias económicas de las medidas restrictivas son peores que la muerte de unos cuantos miles de ciudadanos encarna el absoluto desprecio a las condiciones de vida de las clases populares que en Brasil se suma a un fuerte racismo estructural.
El convencimiento, ratificado hasta ahora por las encuestas, de que se haga lo que se haga la mayoría le seguirá votando hace que Bolsonaro se sienta respaldado en su letal política.
Pero ni el país ni el mundo pueden esperar a las próximas elecciones para ver un cambio en la actitud del Gobierno brasileño, y sólo una presión internacional coordinada podrá conseguir que se ponga freno a nuevas variantes peligrosas y que se salven miles de vidas, no sólo en Brasil, sino en el mundo entero.