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Jesús María y las secuelas del operativo para detener a Ovidio Guzmán

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Imer Noticias

A un mes de la detención de Ovidio Guzmán, presunto líder de Los Chapitos, una de las facciones del Cártel de Sinaloa, en el poblado de Jesús María hay un ambiente de molestia y repudio en dos vertientes: hacia los integrantes del narco, pero también hacia el Ejército.

El pasado 5 de enero, esta sindicatura ubicada a unos 50 kilómetros de Culiacán vivió una jornada de balaceras que el padre Esteban Robles, vocero de la Diócesis de Culiacán, describe como escena bélica.

En entrevista para IMER Noticias, afirmó que, tras este episodio de violencia, al día de hoy muchas personas se mantienen con crisis emocionales, tristes y traumatizadas.

“Los primeros días fueron de una calma con miedo, pero estaban por comenzar las clases, creo que los primeros dos días, sobre todo el lunes 9 hubo mucho ausentismo, pero conforme fue pasando la semana… Ahora sí que la vida tiene que seguir, tenemos que seguir adelante, nuestros trabajos, las clases. Quienes viven el día a día para llevar sustento a su hogar pues tienen que trabajar, no podemos detener la vida. Se puede decir que la primera semana fue de una calma muy tensa, donde temprano ya ibas a tu casa, donde sí se vio un ambiente nocturno muy disminuido”.

De acuerdo con la versión oficial, el operativo para detener a Ovidio dejó 29 muertos, 10 de ellos militares y 19 presuntos integrantes del grupo criminal. No obstante, con el pasar de los días, pobladores de la zona han denunciado que se cometieron robos, que hubo civiles heridos, que la violencia dejó daños psicológicos y traumas en niñas y niños; y que, al menos, desaparecieron 140 personas tras el operativo para detener al narcotraficante, sin que hasta el momento existan datos de las autoridades.

En Jesús María, los habitantes se sienten agredidos. Por un lado, cargan con el estigma de la cultura del narco en el estado, y por otro, ven al Ejército como una institución que dejó daños colaterales en la zona.

El doctor Juan Carlos Ayala Barrón, director de Editorial Universidad Autónoma de Sinaloa, afirma que pese al despliegue de mil 500 efectivos y de las actividades de labor social que emprendió la Secretaría de la Defensa Nacional para entregar despensas, agua embotellada, cobertores; ofrecer consultas médicas, cortes de cabello, limpieza de calles y pintado de bardas, los pobladores los han repudiado y han pedido su salida con manifestaciones en Palacio de Gobierno.

“Y mostraban videos, fotos de las casas aledañas que habían sido disparadas. Refrigeradores, estufas, puertas, camas perforadas por las balas. La gente metida debajo de las camas o en los baños porque tenía miedo de recibir algún balazo, como fue con un niño de 13 años que lo mataron. Entonces, eso te da una imagen diferente a la que quieren ofrecernos del Ejército y la Guardia Nacional”.

Otra de las cosas que también han pasado en este mes, es que a diferencia de lo que ocurrió en octubre de 2019, cuando las redes sociales se inundaron de expresiones de apoyo hacia el hijo del Joaquín “El Chapo” Guzmán, en esta ocasión, el doctor Ayala Barrón afirma que en estas plataformas se ha observado un rechazo hacia el narcotráfico, esa actividad delictiva que se convirtió en un fenómeno expansivo y que ha permeado los tejidos económico, social y cultural de la entidad.

Para el experto, esto es muy significativo, ya que indica que la sociedad está asimilando este asunto como un verdadero problema.

“Eso de alguna manera a mí me da un indicador de que la gente, sea por miedo o por conciencia, se está manifestando ya en contra de todo. Porque tradicionalmente por décadas, desde los años 70 puedo decir, este fenómeno fue creciendo, se fue arraigando, se fue sedimentando con la con la sociedad civil porque no puede ser de otra manera, los narcotraficantes son parte de de nuestras comunidades, de nuestras familias, de nuestros vecinos, de nuestras colonias, y como tal, toda la actividad del narco permeó en la sociedad”.

Tanto el académico como el vocero de la Diócesis de Culiacán coinciden en que la fuerza militar puede ser un indicativo de protección; no obstante, refieren que en una sociedad tan permeada por la inseguridad, un despliegue de uniformados no es suficiente.

Para el doctor Ayala Barrán, el fenómeno se debe abordar desde diferentes aristas para observar el mapa completo del impacto que ha tenido en la entidad: desapariciones, desplazamientos forzados y feminicidios. Y el padre Esteban Robles indica que un punto importante es reforzar los valores familiares.

“Tendremos que ver más oportunidades en trabajo, en educación, en el sector salud, en los empleos, en verdaderamente tener valores de familia. Eso para nosotros es elemental y lo vemos día a día, familias que tienen que vivir al día y a veces apenas tienen lo necesario. Cuando no hay buenas oportunidades de trabajo, ingresar a las filas de la delincuencia organizada es una tentación muy grande”.

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