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El calendario mesoamericano de 260 días se usaba siglos antes de lo que se sabía, según las evidencias más tempranas descubiertas por un equipo de científicos en antiguos complejos arquitectónicos olmecas y mayas en el sur del Golfo de México.
Estudios anteriores han sugerido que ese calendario se utilizaba mucho antes de que existieran pruebas escritas del mismo, pero ha sido difícil de demostrar debido a la ausencia de pruebas de sistemas de escritura en los inicios de la historia de estas culturas.
Los estudios arqueoastronómicos han demostrado que los edificios cívicos y ceremoniales importantes de Mesoamérica se orientaban, en gran medida, hacia la salida o la puesta del sol en fechas concretas, pero el origen y la difusión de esas prácticas de orientación no estaban claros.
Tecnología LIDAR
Un grupo de investigadores de la Academia Eslovena de Ciencias y Artes usó datos facilitados por la tecnología LiDAR (Ligth Detection And Ranging), que emplea un escáner láser aerotransportado para obtener un mapa en 3D del terreno.
Las imágenes cubrían desde la zona central olmeca hasta las tierras bajas mayas occidentales, y entre los yacimientos analizados estaban los mexicanos de Aguada Fénix, que se cree que es el mayor y más antiguo complejo monumental conocido de la zona maya, así como San Lorenzo y Buenavista.
Complejos ceremoniales recientemente identificados
El equipo buscó identificar las orientaciones astronómicas de 415 complejos ceremoniales recientemente identificados que datan del periodo Formativo o Preclásico de la Mesoamérica (1100 a.C. a 250 d.C.) en la costa sur del Golfo.
Las orientaciones de los complejos ceremoniales construidos entre 1100 y 750 a.C., en particular, representan las pruebas más tempranas del uso del calendario de 260 días, siglos antes de su uso previamente conocido en los registros textuales, señala Science Advances, que publica el estudio.
Alineación a los astros
Los expertos analizaron su alineación con la salida y puesta de los cuerpos celestes en días concretos del año civil de 260 días, un sistema que se cree que fue avanzado por la civilización olmeca de la costa del Golfo de esa época.
Se cree que esta sociedad utilizaba el calendario para marcar rituales religiosos o agrícolas durante una época en la que los pueblos de la región aún dependían de la caza y la recolección.
El estudio indica que ciertos ángulos de las construcciones están alineados de este a oeste, lo que se corresponde con la salida y puesta de objetos estelares como el Sol y la Luna en fechas separadas por 260, 130 y múltiplos de 13 y 20 días, que a menudo representan solsticios, cuartos de día o ciclos lunares en el año de 260 días.
Algunas orientaciones se corresponden con los extremos de Venus, la «estrella vespertina» que se cree que estaba asociada con la estación de las lluvias y con algunos de los primeros usos del maíz.
Los complejos ceremoniales solían tener forma rectangular o cuadrada, con plazas rodeadas de hileras de montículos, estructuras alargadas y pirámides.
Para el equipo, estos hallazgos representan la «primera prueba clara de que los mayas poseían un sofisticado conocimiento de las estrellas que se remonta al menos al año 1100 a.C., siglos antes de las estimaciones anteriores», indica la publicación.
Los mayas y otras culturas en Mesoamérica tenían tres calendarios, uno ritual de 260 días, otro solar de 365, la conocida como Cuenta Larga, formado por una acumulación de días y periodos compuestos de tunes (unidades de 360 días).