RT
La actuación de la Organización de Estados Americanos en Bolivia y Venezuela han tenido bochornosos resultados. Varios países de la región han manifestado la necesidad de propulsar un organismo autónomo.
Este fin de semana se llevará a cabo en ciudad de México la sexta cumbre de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac), a la que asistirán 17 jefes de Estado o de Gobierno, dos vicepresidentes y delegaciones de todos los países adscritos.
Entre los presidentes que ya han confirmado su participación se encuentran el argentino Alberto Fernández, el ecuatoriano Guillermo Lasso, el cubano Miguel Díaz-Canel, el costarricense Carlos Alvarado y el uruguayo Luis Lacalle Pou, además del mandatario del país anfitrión, Andrés Manuel López Obrador.
La Celac fue constituida en 2010 por los 33 países de la región con el fin de impulsar una agenda latinoamericana y caribeña y concertar pasos concretos de integración regional.
En su fundación, impulsada por una oleada de gobiernos progresistas, produjo un giro político continental, debido a su intento de sustituir en importancia multilateral a la Organización de Estados Americanos (OEA), excluyendo a EE.UU. y Canadá e incluyendo a Cuba, que fue expulsada de la primera en 1962.
No obstante, hacia mediados de la década, la llegada de gobiernos de derecha, así como la muerte en 2013 de su principal impulsor, el presidente venezolano Hugo Chávez, produjeron un debilitamiento importante que la llevó a desdibujarse en el mapa político del continente. Fue en enero de 2017 cuando se llevó a cabo su última cumbre en Punta Cana (República Dominicana).
La Celac vuelve con una OEA debilitada y con nuevos liderazgos regionales como el del presidente anfitrión, Andrés Manuel López Obrador, y los cambios de signo en gobiernos de países importantes como Perú y Argentina.
Por aquellos años, la OEA tomó un nuevo respiro. Con la asunción de Luis Almagro como secretario general, realizó una vigorosa actuación contra los Gobiernos de Bolivia y Venezuela de la cual no ha salido bien parada debido a los bochornosos resultados de ambas campañas: un golpe de Estado en el primero (cuya ejecutora Jeanine Añez está presa) e imposición de un bloqueo financiero y un gobierno interino al segundo (cuyo ejecutor Juan Guaidó ha tenido que restablecer negociaciones con el gobierno existente a pesar de la negativa de Almagro).
Ahora, la Celac vuelve con una OEA debilitada y con la emergencia de nuevos liderazgos regionales como el del presidente anfitrión, Andrés Manuel López Obrador, y los cambios de signo en gobiernos de países importantes como Perú y Argentina.
López Obrador ha sido un entusiasta defensor de la Celac y es posible que su rol anfitriónico permita darle un reimpulso.
El pasado 24 de julio, el presidente mexicano fue especialmente duro en sus críticas a Almagro y en su enfoque contra la OEA, anunciando que buscaba diseñar un plan parar sustituir a esta organización por un «organismo verdaderamente autónomo» que no fuese «lacayo de nadie».
Además, ha revitalizado el ente. El pasado 7 de septiembre, y por primera vez desde 2014, se produjo un posicionamiento conjunto de todos los países en el marco del Día Internacional contra la Pruebas Nucleares. La presidencia pro tempore que ejecuta México ha sacado a la Celac del mutismo.
Independientemente de los resultados, el escenario servirá para visualizar los nuevos realineamientos políticos de la región.
Ahora llega la Cumbre y todos esperan un acontecimiento que de cuenta de un giro ideológico en la región, aunque no radical, al menos con gran carga simbólica y apuestas conjuntas para el futuro.
Agenda de la cumbre
El secretario de Relaciones Exteriores de México, Marcelo Ebrard, indicó que el tema de la pandemia tendría preponderancia, pero que además había dos proyectos en la mesa: la creación de una agencia interespacial latinoamericana y caribeña y la creación de un fondo para desastres.
Sin embargo, el Gobierno de Bolivia ha adelantado que propone debatir el tema de la OEA y la necesidad del fortalecimiento de la Celac.
El tema de la pandemia es de especial significación, puesto que a pesar de la gravedad económica y la muerte de más de un millón de personas en la región, ni la OEA ni la Celac (tampoco el Grupo de Lima) intentaron, al menos, coordinar las políticas para enfrentar conjuntamente la coyuntura.
Independientemente de los resultados, el escenario servirá para visualizar los nuevos realineamientos políticos de la región.