El Financiero. Cada mañana, cientos de personas se aglutinan en la entrada de una casa blanca de dos pisos que ha servido como casa de campaña del virtual presidente electo:Andrés Manuel López Obrador.
Llevan notas escritas a mano, registros médicos, papeles de jubilación y otros documentos con la esperanza de que el exjefe de Gobierno de la Ciudad de México los escuche.
Mientras algunos recuerdan su promesa de campaña de aumentar las pensiones para adultos mayores, otros le expresan preocupaciones que normalmente no recaerían en un jefe de Estado, como sacar a un ser querido de la cárcel, garantizarse un espacio en una universidad o encontrar trabajo.
“(López Obrador) nos comenta que nos va ayudar y que todo va a cambiar”, declaró Jazmín López Peralta, una enfermera de 45 años que no ha tenido un trabajo estable desde 2016 debido a que el hospital donde trabajaba no podía pagarle. “Por eso nos acercamos.”
El virtual presidente electo se ha presentado como un luchador en favor de los pobres y ha criticado lo que él llama la ‘mafia del poder’, un grupo de la élite gobernante mexicana que protege sus propios intereses a expensas de los más necesitados.
La escena diaria frente a sus oficinas en la colonia Roma de la Ciudad de México no sólo refleja un colapso en la capacidad de todos los niveles de Gobierno para resolver los problemas de las personas, sino también las expectativas de que el futuro presidente logre transformar millones de vidas.
José Antonio Crespo, analista político del Centro de Investigación y Docencia Económicas (CIDE), atribuyó el fenómeno en parte a la cultura del ‘caudillo providencial’ que, explicó, se refiere a que alguien ‘todopoderoso’ resuelva los problemas.
Crespo también enlistó lo que califica como promesas populistas y la imagen de hombre común proyectada por AMLO.
“Las expectativas que ha generado López Obrador en términos de solucionar a fondo la gran cantidad de problemas que tenemos han sido más creídas que en otras ocasiones,” explicó Crespo.
“Los presidentes siempre prometen resolver los problemas, ofrecen casi siempre una especie de utopía. La de López Obrador es mayor, incluso a la utopía (…)resolver a fondo la corrupción y resolver la violencia que nos atosiga desde hace 12 años.”
Durante su campaña a la Presidencia, las propuestas López Obrador sobre el modo en que pretende gobernar fueron poco claras y desde las elecciones del 1 de julio sigue sin haber detalles concretos.
Por lo pronto, ha dicho que recortará su salario y ganará una cifra equivalente al 40 por ciento de lo que cobra el actual mandatario, Enrique Peña Nieto, es decir, 108 mil pesos mensuales.
Además, ha propuesto aumentar las pensiones y crear un sistema de aprendizaje remunerado para jóvenes desfavorecidos.
Otra de sus promesas ha sido disminuir las crecientes tasas de homicidios en el país que se encuentra plagado de cárteles a través de una propuesta de pacificación.
En ésta, se incluye la posibilidad de ofrecer amnistía a algunos delincuentes no violentos que estén acusados de delitos relacionados con las drogas.
Su equipo de trabajo explicó que esta propuesta será discutida en distintos foros que se organizarán a lo largo de todo el país.
Eso llevó a Hermenegilda Mercado Yáñez a la oficina de AMLO. Según esta ama de casa de 69 años, su hijo fue encarcelado porque lo acusaron falsamente de estrangular a su esposa.
«A ver si él me ayuda a que dejen libre a mi hijo que es inocente (…) Él dijo que iba a dar amnistía», explicó la mujer.
Incluso después de los comicios, López Obrador ha mantenido su característico estilo modesto, transportándose en un sedán blanco con las ventanas abiertas y sin guardaespaldas.
Además, la única seguridad en sus oficinas es una simple valla blanca coronada con alambre electrificado y una rotación de dos guardias aparentemente desarmados.
Esa imagen de accesibilidad ha llevado a miles a hacer una especie de peregrinación para acercarse a él.
Teodoro Pérez Cruz, de 72 años y parcialmente ciego, explicó que caminó desde la delegación Iztapalapa, a unos 24 kilómetros de distancia, para pedir un lugar dónde vivir.
La mayoría de los mexicanos que quieren pedirle un favor llegan con la esperanza de estar en la misma habitación que el virtual presidente electo, estrechar su mano y mirarlo a los ojos.
Sin embargo, suelen ser recibidos por Leticia Ramírez Amaya, militante de Morena, el partido de López Obrador, a quien se le ha encomendado la tarea de atender a las personas que están en las puertas.
Formados en la fila, los interesados reciben un formato para anotar su nombre, edad, domicilio y otros datos. Uno por uno, Ramírez llama a los seguidores de AMLO para escucharlos, junto con otros miembros del personal. Según explica, la mayoría de las solicitudes están relacionadas con temas de salud.
Ramírez le recuerda a la gente que López Obrador no asumirá el cargo hasta el 1 de diciembre y que hasta entonces tendrá el poder de solucionar algunos problemas.
“No hacemos promesas para nada”, aseguró Ramírez. “Les hablamos con la verdad de lo que sí se puede y no.”
Después de que López Obrador, quien fue elegido con más del 50 por ciento de los votos, reciba del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación la constancia como presidente electo, tendrá acceso a una oficina permanente para el proceso de transición.
Una vez en el cargo, planea trabajar en el centro de la ciudad, en Palacio Nacional, y continuar viviendo en la modesta casa que hoy habita, evitando la residencia oficial de Los Pinos, donde los presidentes tradicionalmente se instalan.
Irma Moreno, de 56 años, se despertó a las 04:00 horas para viajar desde San Salvador Atenco, a las afueras de la capital, y ser la primera en la fila hace unos días.
Estuvo acompañada por otros activistas que se oponen a la construcción del Nuevo Aeropuerto Internacional de México (NAIM) que López Obrador explicó hace tiempo que cancelaría, pero ahora indicó que revisará. Según esta mujer, ninguno de los excandidatos presidenciales y rivales de AMLO hubieran escuchado a los ciudadanos de haber ganado las elecciones.
“Esperemos que no nos equivocamos”, aseguró.