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El frente empresarial contra López Obrador

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Contra Línea

La oligarquía mexicana confluye en un frente opositor coordinado a través del Imco, un conglomerado de las empresas del Consejo Mexicano de Negocios y de agencias e instituciones incluso extranjeras. Son los que hicieron posible la alianza Va por México, pero su estrategia va más allá de lo meramente electoral

Tercera parte. El Instituto para la Competitividad (Imco) aglutina a la oposición de derecha al gobierno de Andrés Manuel López Obrador, explica el maestro Aníbal García Fernández, quien por más de 3 años ha estudiado puntualmente las camarillas del poder económico mexicano. Desde ahí se generan las estrategias a seguir en el plan de la oligarquía mexicana.

El Imco ha logrado coordinar los esfuerzos opositores al gobierno de López Obrador en México y Estados Unidos, señala. Aclara que la oposición de derecha mexicana no es monolítica; pero, precisamente, el valor del Imco es que ha hecho confluir a todos los grupos empresariales que se fortalecieron en los últimos 30 años.

En el Imco confluyen la cara empresarial más visible de la oposición derechista al gobierno mexicano, Claudio X González Guajardo, y el Consejo Mexicano de Negocios (CMN). Aníbal Fernández advierte que no todas las 59 grandes empresas del CMN son parte del Imco pero sí la mayoría, como Grupo Bal (Alberto Baillères), Kimberly Clark (Claudio X González Laporte), Bachoco (Enrique Robinson Bours), Grupo Modelo (María Asunción Aramburuzabala), Grupo Bimbo (Roberto Servitje), Grupo Vitro (Adrián Sada González), Femsa (José Antonio González Carvajal), Grupo Kaluz (Antonio del Valle) y, entre otros, Televisa (Emilio Azcárraga Jean).

La mayoría de ellos contaba con una riqueza que se ha acrecentado por generaciones; pero desde el inicio del sexenio de Carlos Salinas de Gortari (1988-1994) sus fortunas crecieron exponencialmente, señala el politólogo y maestro en estudios latinoamericanos por la Universidad Nacional Autónoma de México.

Y en el Imco también confluyen los esfuerzos de más de 20 instituciones y empresas extranjeras. En su investigación, Aníbal García Fernández ha identificado que participan, través de Kimberly Clark, en el CMN las petroleras Chevron, Conoco Phillips, Exon, British Petroleum y Shell. Y directamente en el Imco, el Departamento de Estado estadunidense a través de la USAID (sigla en inglés de la Agencia de Estados Unidos para el Desarrollo Internacional), la US-Mexico Fundation, Global Integrity y, entre otros, la empresa del multimillonario Bill Gates, Microsoft.

No es que todos los actores tengan especial animadversión por López Obrador; pero el papel del Imco es hacer confluir todos esos intereses en un frente opositor al gobierno mexicano. El investigador comparte con Contralínea el cuadro sinóptico de las empresas e instituciones que confluyen en el Imco y que es parte de su investigación doctoral en curso.

El papel de Claudio X González, explica, es importante porque es la cara visible, cuenta con un capital importante y es quien funge como coordinador de acciones. Además, es el principal vínculo con organizaciones no gubernamentales y financia a algunas de ellas. Pero otros grupos empresariales son los que tienen los papeles más importantes. García Fernández, investigador del Centro Estratégico Latinoamérica no de Geopolítica (Celag), cita los casos de Antonio del Valle y Alberto Baillères.

El Imco, explica, encubre a toda la red del poder económico que ahora se siente amenazada. De hecho, una parte importante de esta red está perdiendo abiertamente con el gobierno de López Obrador porque no encuentra ahora los privilegios que le daba su cercanía con el poder durante los sexenios pasados.

Señala que los intereses de este grupo empresarial son claros y van más allá de los partidos del sistema político mexicano. Apoya hoy a la alianza Va por México –conformada por los partidos Acción Nacional (PAN), Revolucionario Institucional (PRI) y el de la Revolución Democrática (PRD)– porque le garantizaría regresar al control del poder político; pero sus objetivos van más allá del control del Congreso en las próximas elecciones.

Aníbal García Fernández señala que este grupo empresarial cuenta con fuertes vínculos con Estados Unidos. Explica que aunque muchos de sus negocios están enfocados a ese país. De hecho, las redes que el investigador ha detectado y que son parte de su investigación doctoral llegan hasta el actual presidente estadunidense Joseph Biden.

“Los grupos empresariales estadunidenses vinculados a los mexicanos tienen la capacidad de delinear la política pública dentro del mismo gobierno estadunidense. Y, a su vez, se refleja en políticas hacia América Latina.”

Para este sector empresarial sería muy fácil volver a apuntalar sus intereses mediante un eventual regreso al poder la alianza de los viejos partidos PAN, PRI y PRD. No sólo porque estos partidos les agradecerían el apoyo recibido sino, principalmente, porque estas fuerzas políticas no constituyen una elemental propuesta de país.

Va por México “carece totalmente de una propuesta construida o siquiera en construcción; tampoco tiene liderazgos de ningún tipo, ni político ni carismático, de ninguna índole”, explica la investigadora en el en el Instituto de Estudios de América Latina y el Caribe de la Universidad de Buenos Aires (Argentina) Georgette Ramírez Kuri.

El sector empresarial ve en esta alianza la salvación de los privilegios que está perdiendo, explica la maestra en Estudios Latinoamericanos. Los gobiernos del PAN y del PRI les garantizaron al interior del Estado, tanto en lo constitucional como en la estructura política de integración de los Poderes, las maneras de incrementar sus riquezas.

“No por nada tenemos en México a varios de los hombres más ricos del mundo, contra una mayoría de la población que no tiene garantizado el acceso a derechos básicos como la alimentación, la educación, la salud o la vivienda.”

Por ello, la alianza en efecto representa coyunturalmente a las clases altas, las empresas multimillonarias y a esa colusión entre las altas esferas económicas con la clase política, señala Ramírez Kuri.

La también experta en Geopolítica por la Instituto de Estudios Sociales y Políticos de la Universidad Estatal de Rio de Janeiro (Brasil) señala que el gran problema que siempre enfrentan los gobiernos de izquierda es el tipo de oposición que deben enfrentar. Las clases altas cuentan con las herramientas para organizar una oposición desde los medios de comunicación, desde el Poder Judicial y desde las propias cámaras empresariales.

El poder económico está dispuesto a “invertir” recursos en sacudirse lo que considera un problema en el proceso de acumulación de riqueza que persiguen. Las empresas multinacionales se sienten afectadas porque ahora deben pagar impuestos, mejorar salarios, suprimir la subcontratación laboral, reconocer derechos laborales y, más aún, cancelar o reorientar negocios que tenían con los recursos naturales del país: petróleo, electricidad, minería, explica Ramírez Kuri.

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