SinEmbrago. Pablo Félix, el hermano militar de la actriz María Félix, no murió por suicido, fue asesinado, así lo reveló una investigación de la escritora Martha Zamora y retomada por el periódico El País.
“Al verlo de militar pensé en buscarme un muchacho como él que tuviera su piel y sus ojos pero que no fuera mi hermano. Era una tontería porque el perfume del incesto no lo tiene otro amor”, dijo la actriz de la Época de Oro del cine mexicano en una entrevista con Enrique Krauze en 1994 y hoy rescatada por El País.
“Siempre busqué su imagen en un hombre que se pareciera a él. Al darse cuenta, mis padres decidieron internarlo en el colegio militar. Ahí, poco después, lo encontraron muerto”.
Durante su adolescencia, la actriz y su hermano tuvieron un lazo muy estrecho, la madre de ambos temía que aquella relación se volverá incestuosa e intentó separarlos cuando tenían 15 y 17 años respectivamente.
“Mi madre se dio cuenta de que mis relaciones con Pablo no eran como las de todos mis hermanos y nos comenzó a separar. No podía estar mucho tiempo cerca de él, sentarme en sus piernas o treparme a su espalda porque ella se ponía furiosa. Los juegos que habían sido naturales en nuestra niñez ya no le gustaban”, contaba la actriz a Krauze.
La periodista de El País y quien escribe el artículo, Almudena Barragán, cuenta que “La Doña” nunca aceptó la versión oficial de que su hermano se había suicidado después de ser enviado al Colegio Militar en la Ciudad de México. Ella siempre defendió la idea de que lo habían matado.
Barragán rescata la investigación realizada por la escritora Martha Zamora en el libro Heridas. Amores de Diego Rivera, que tomó 11 meses, y donde explica que ésta indagó entre documentos defunción y periódicos más importantes de la época para desmentir la versión oficial del suicidio.
Martha Zamora reveló que Pablo Félix, de 24 años de edad, fue asesinado el 26 de diciembre de 1937 por herida de arma de fuego en las instalaciones del colegio, y no de un balazo en la sien, gracias a un informe forense que detallaba que el joven tenía un golpe en el ojo y el disparo en el pecho había sido a poca distancia.
“Llama la atención la premura con que se llevó a cabo todo el trámite, su entierro inmediato pese a la muerte por herida de arma de fuego”, dice Zamora en su libro, y agrega que no se hicieron los exámenes de ley como el de pólvora en sus manos y las fotografías del levantamiento del cuerpo ni siquiera están en el expediente.
La escritora encontró varias incongruencias, piensa que alguien aceleró el entierro de Pablo, y relata que la información ofrecida por el periódico Excélsiordio datos equivocados y que seguramente alguien fue quien los envió.
Por último informan que el cadáver de Pablo fue a dar al día siguiente a una fosa perteneciente al Gobierno de la Ciudad de México en el Panteón Sanctórum, y no al Panteón Francés de San Joaquín, donde está la capilla de la familia Félix.
“Ella enterró ahí a sus padres y a su hijo pero, aunque declaraba no haber dejado de pensar nunca en el hermano, aparentemente no visitó su tumba”, cuenta Zamora.
El País cuenta que al final de su investigación, Martha Zamora da la razón a Maria Félix: “Comprobamos que La Doña tenía parte de razón: lo asesinaron, a quemarropa, perforándole el corazón”.