El Financiero. El presidente electo, Andrés Manuel López Obrador (AMLO), prometió no aumentar el gasto general, sin crecer la deuda y no aumentar los impuestos en términos reales, pero la mayoría de sus propuestas necesitan de un mayor financiamiento que los ahorros por combatir la corrupción, de acuerdo con un análisis de Goldman Sachs.
Alberto Ramos, economista para América Latina del banco de inversiones, advirtió que el principal riesgo de la estrategia de AMLO para financiarse mediante austeridad y combate a la corrupción es que la racionalización del gasto y los recortes en gastos innecesarios pueden no generar los ahorros que el presidente electo necesita.
“En otras palabras, si el nuevo gobierno termina enfrentando una restricción presupuestaria más estricta y no retrocede en sus promesas de campaña fiscalmente costosas, la postura fiscal y la dinámica de la deuda se deteriorarán, o la carga tributaria debería aumentar”, alertó el economista.
AMLO prometió, entre muchas cosas, regenerar el sector agrícola, combatir la pobreza, reducir la desigualdad de ingresos y las asimetrías de desarrollo regional, impulsar el empleo y los salarios, aumentar el salario mínimo, modernizar las empresas estatales, descentralizar las secretarías y agencias gubernamentales.
Estrategia limitada
Sin embargo, el esquema de financiamiento para la nueva inversión y los programas sociales es muy limitado: eliminar la corrupción y centralizar todas las compras gubernamentales en Hacienda; reducir a la mitad los salarios de los altos funcionarios públicos; reasignar el gasto presupuestario; y recortar los gastos y los programas gubernamentales ineficientes.
Ramos destacó que el principal desafío de la nueva administración que tomará el poder el próximo 1 de diciembre es mejorar el sólido contexto macro heredado de la administración del presidente Enrique Peña Nieto, pues AMLO hereda una economía equilibrada y resistente que opera con pleno empleo.
