Carlos Hiram Culebro S.
Felipe Aguirre Franco, Excelentísimo Señor Arzobispo, se ha ganado merecido prestigio en la grey católica y reconocimiento en otros sectores de la población, por su permanente labor de anunciar a Cristo y de servicio a la comunidad en diversos órdenes.
En 1977, a María Eugenia Mandujano Camacho y a mí nos otorgó el sacramento del matrimonio y a partir del año siguiente, en que asumí la Dirección del Centro de Integración Juvenil “Tuxtla Gutiérrez”, mi relación con Monseñor se incrementó considerablemente.
Fueron muchas las veces que de manera conjunta con quien en ese entonces era Obispo Auxiliar, participamos en reuniones organizadas por grupos de Alcohólicos Anónimos (AA), actividad que continúa hasta la fecha.
Recuerdo la mesa redonda que un grupo de AA organizó con Mons. Aguirre Franco; los Obispos de San Cristóbal las Casas, Samuel Ruiz García; de Tehuantepec, Arturo Lona Reyes, así como el suscrito. Como en todos los eventos organizados por los miembros “de la doble A” en los que hemos participado, hay coincidencia en las ideas expresadas por su Excelencia y el suscrito, a pesar de que parten de distintas perspectivas: la Religión y la Ciencia.
Al asumir la dirección del Sistema Penitenciario en Chiapas, me encontré con una seria inconformidad en el Penal de Cerro Hueco.
Solicité la participación de Felipe Aguirre Franco y de Samuel Ruiz García, quienes dialogaron con la población penitenciaria, explicando el deseo de las nuevas autoridades penitenciarias por mejorar sus condiciones de vida. Esas palabras fueron bien recibidas por la mayoría de los reos, no así por narcotraficantes que recluidos en esa prisión planeaban fugarse por el túnel que estaban construyendo; no lograron su propósito.
Gracias a la intervención de Monseñor Aguirre, quien era Responsable de la Pastoral Indígena de la Conferencia Episcopal, se programó el retorno de indígenas que estaban confinados en Islas Marías. Para saber cómo se encontraban esas personas, viajamos a esa isla la Señora Patricia Ortiz Mena, esposa del gobernador Patrocinio González Garrido; Monseñor Aguirre y el autor de estas líneas, entre otras personas. Poco después se efectuó el retorno de esas personas a las cárceles de la Entidad. Por mencionar al gobernador de ese entonces, don Patrocinio, cabe recordar que la relación del Obispo Aguirre con el Ejecutivo Estatal fue estrecha, de compresión y mutua confianza.
En alguna ocasión acudí a la Congregación religiosa Discípulas de Jesús Buen Pastor que creó el Arzobispo y actualmente dirige. Llegó un grupo de estudiantes de arquitectura y les acompañé a conocer las instalaciones físicas de ese sitio. Al término de ese recorrido, un arquitecto que acompañaba a sus alumnos, en voz baja y con notoria admiración me hizo saber: Don Felipe nos habló como si fuera arquitecto.
Por sugerencia de Monseñor participé en una encuesta que se hizo a 500 obispos y 500 psicólogos de diferentes partes del orbe, para conocer la pertinencia de hacer estudios psicológicos a los aspirantes al sacerdocio. Hubo resultados notoriamente discrepantes entre la opinión de los representantes de la Iglesia Católica y la de los estudiosos del Comportamiento Humano.
Su vida pastoral le ha permitido dialogar con los últimos cuatro Papas. Cuando Karol Wojtyla vino a Tuxtla Gutiérrez, Felipe Aguirre Franco hizo importantes declaraciones sobre Chiapas ante una concurrencia calculada en un millón de fieles católicos. Entre otros conceptos dijo: en Chiapas, o se forja la grandeza de México o se fragua su desestabilización.
Concluyo diciendo que Monseñor Felipe Aguirre Franco es un gran ser humano, en toda la extensión de la palabra; admirable por su alto coeficiente intelectual, de extraordinaria memoria y carismático, al lograr la admiración hacia su persona con facilidad y de manera natural.
*Este texto forma parte del libro «Monseñor Felipe Aguirre Franco. Buen Pastor de brazos abiertos», próximo a editarse, escrito por el Dr. Hilario Laguna C.