El Universal
Toluca, Méx.- Alejandra Orozco Maldonado vive con su esposo y 22 canes, son su familia dice; para ellos ha destinado camas, carreolas, collares, cadenas y todo su tiempo, ya que incluso ha dejado de salir a fiestas familiares o de vacaciones, pues sus niños y niñas requieren de cuidados, afirmó.
En el Día Mundial del Perro, aseguró que «no hay nadie más leal y amoroso que sus canes, son toda su vida, afirmó y los ama con locura». Dentro de una pequeña camioneta color negro lleva a la mayoría de sus pequeños, son perros que vivieron en situación de calle y que fueron rescatados por este matrimonio, van desde las tallas chicas hasta las grandes. Peludos que son amigables, sociables y muy amorosos con sus humanos, ninguno de raza, todos vacunados y esterilizados.
Alejandra platicó que es rescatista independiente, decidió albergar en su pequeña casa a los perros en abandono en las calles durante el 2020, tras identificar el alza en el número de canes que se quedaron sin hogar, por el impacto en la situación económica de las familias y porque en algunos casos había temor sobre que pudieran contagiar de SARS-CoV-2.
Relató que no sale muy frecuentemente, muchas veces ha rechazado invitaciones para salir a fiestas familiares, incluso en eventos importantes, pues ellos necesitan cuidados. Los perritos comen croquetas, pollo con arroz y tortillas, «sobre todo porque quizá alguno pudiera huir y no sabemos si tendrían que enfrentarse a comer lo que sea, entonces los estamos acostumbrando a todo».
Para esta familia el gasto solo en alimento es de 3 mil pesos mensuales, además de camas, artículos de limpieza, jabones, desparasitantes, y en su caso medicamento.
«Todos son rescatados, estaban en situaciones difíciles, solo hay ocho chiquitos que se dieron en casa y que nosotros hemos mantenido a nuestro lado», comentó.
Acompañada por su esposo, quien también ha dedicado su vida a salvar la de los perritos, platicó que los recuperan de la calle, en el trayecto de su trabajo o algún evento a su casa, en Geovillas y San Mateo Otzacatipan. A ellos les dedica una hora de paseo, salen todos juntos encadenados, todo el día recoge popó, lava los orines, por la tarde les alimenta, en la noche acomoda camas, porque cada uno tiene su propio cojín.
«Hay quienes dentro de la misma familia no nos apoya en esta labor, nosotros creemos que es hermoso lo que hacemos y nos llena de felicidad», subrayó.