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Adiós al futuro: todos los días ocurre un suicidio infantil

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Entre 2015 y 2019, las estadísticas muestran un promedio anual de 648 niñas, niños y adolescentes de entre 10 y 17 años que se han quitado la vida. La pandemia, advierten especialistas, puede recrudecer la cifra.

EMEEQUIS.– Son casi las 4 de la tarde del 16 de julio de 2020, cuando en el 911 se recibe una llamada de una madre que encontró a su hijo, menor de edad, colgado en su casa de la comunidad Agua Zarca, en Aguascalientes. Llega la policía, bajan al pequeño, intentan reanimarlo, pero ya no reacciona.

Karina, de 40 años, había vuelto a casa en compañía de su hija pequeña y, al entrar, se encontró a su hijo colgado de una cuerda, atada al techo de tejas de la casa. Su nombre es Ricardo y tiene 12 años.

Cuando le preguntan sobre los posibles motivos que llevaron a su hijo a quitarse la vida, no hay síntomas que pueda reportar; apenas una discusión de hermanos que ocurrió horas antes. Una historia que se repite frecuentemente en los casos de suicidios de niñas, niños y adolescentes.

Un análisis de las estadísticas de mortalidad del INEGI revela que, entre 2015 y 2019, todos los días –en promedio– se suicidaron 1.8 niñas, niños y adolescentes en México. Son 3 mil 239 en total.

Sin medidas de prevención, sin orientación a los padres y cuidadores, y sin protocolos de atención a la salud mental en el país, en este periodo de cinco años las muertes por suicidio infantil se han mantenido estables, con un promedio anual de 648 suicidios.

En medio de la pandemia por Covid-19, los suicidios de niñas, niños y adolescentes no se detienen. Especialistas advierten que el número podría aumentar con el aislamiento, la violencia en el hogar provocada por el hacinamiento y la falta de interacción social.

AHORCAMIENTO: CAUSA MÁS FRECUENTE

Este año, diversos medios de comunicación han reportado decenas de niñas y niños que se han quitado la vida, como aquel caso de febrero en el que una adolescente de 15 años transmitió por Facebook Live su suicidio. La joven, residente de Chiapas, amarró un lazo amarillo a una de las vigas de su casa y se suicidó frente a su comunidad virtual. Amigos que vieron la transmisión y que se encontraban cerca acudieron al domicilio e intentaron ayudarla, pero ya había perdido la vida.

En Tamaulipas, un estudiante ejemplar, participativo aún en las clases virtuales, se colgó en su habitación la tarde del martes 26 de mayo. Sus padres lo encontraron cuando ya no tenía signos vitales: tenía 13 años. Tampoco dejó rastros de sus motivos. Este mismo mes, un niño de 9 años se suicidó en Puebla, colgándose de un árbol: “no quería hacer la tarea”, dijeron sus familiares.

En junio, una niña de 11 años se colgó de la litera de su habitación. Los padres reportaron haber tenido una discusión con ella antes de hallar su cuerpo ya sin vida en una colonia de la alcaldía Álvaro Obregón de la Ciudad de México.

Apenas en octubre pasado, otro niño de 11 años se quitó la vida en Chihuahua. No hay indicios de sus razones.

De acuerdo con el análisis de las estadísticas, el 88% de los suicidios cometidos por niñas, niños y adolescentes tienen como causa de muerte ahorcamiento, asfixia o sofocación.

Mientras que el resto se reparte entre quienes han usado un arma de fuego en contra de sí mismos, se han envenenado con alguna sustancia tóxica o han saltado de algún lugar alto para terminar con sus vidas.

Apenas en septiembre pasado, en el el marco del Día Mundial para la Prevención del Suicidio, el gobierno mexicano dijo que lanzaría un programa para atender esta problemática. Diana Iris Tejadilla, directora de Normatividad y Coordinación del Consejo Nacional de Salud Mental, señaló que se habían implementado campañas de difusión de temas de salud mental, en el micrositio que la Secretaría de Salud habilitó para la pandemia.

Sin embargo, pese a reconocer que el suicidio es la segunda causa de muerte entre niños y jóvenes en México, no hay una campaña específica para prevenir que estos actos se lleven a cabo.

Aunque no ahondaron los datos sobre los casos de suicidios infantiles, en la conferencia de las 19 horas del 10 de septiembre, la Secretaría de Salud dijo que en el primer semestre del año habían registrado 2 mil 130 casos en el país, más 3 mil 665 intentos.

SUCIDIO MULTIFACTORIAL

Para el Dr. David Trejo, director de la Fundación Mexicana de Lucha contra la Depresión (SinDepre), el suicidio infantil es multifactorial, no depende de una sola causa, pero sí está relacionado con la violencia intrafamiliar, el aislamiento, los roles de género, el uso excesivo y sin supervisión de redes sociales, así como con la falta de relaciones afectivas entre padres e hijos.

“Desgraciadamente, ya no hay grupos de apoyo fuera de casa. ¿Hace cuánto no ves una pandilla de niños andando en bicicleta o jugando en las banquetas? Nunca habíamos estado tan desconectados de la gente y, por eso, en general, los números de suicidio han ido en aumento”, detalla el especialista.

Todos estos factores han aumentado la depresión infantil y, por ende, los suicidios en este sector de la población.

En esta misma línea, el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF) ha señalado factores ambientales, familiares e individuales que conforman riesgos que pueden hacer que una persona cometa suicidio.

Entre los factores ambientales están el bajo apoyo social, la difusión inapropiada de suicidios en medios de comunicación y redes sociales, discriminación, conflictos comunitarios, así como las barreras para la atención de salud y el estigma que aún permea de que se es débil si se pide ayuda.

Los factores de riesgo que mayor relevancia cobran en medio de la emergencia sanitaria por Covid-19, son aquellos ligados a la familia. Por ejemplo, los antecedentes de trastornos mentales o suicidio en la familia, pero, sobre todo, las desventajas socioeconómicas, eventos estresantes al interior del hogar y crisis, desestructuraciones, cambios significativos en los modos de vida e incertidumbre.

En suma hay que considerar, recomienda UNICEF, aquellas situaciones que afectan individualmente, de diversas formas, a cada niña o niño. Como tener antecedentes de trastornos de salud mental o intentos suicidas, duelos o quiebres, desesperanza o pesimismo, problemas de salud crónicos o ser víctima de matrato físico, abuso sexual o de bullying.

Un dato que resalta entre las estadísticas analizadas por esta revista digital, es que 6 de cada 10 suicidios infantiles son cometidos por varones. El Dr. Trejo relaciona este dato con que las ideas machistas de que los hombres no deben expresar sus sentimientos siguen siendo parte de la crianza, quizá no de forma directa pero sí a través del ejemplo.

“A los niños se les enseña a no expresar sus emociones. Un niño no llora, no expresa su tristeza, es aguántante, tienes que ser fuerte y esa carga también está con ellos”, un símil que se refleja también en los suicidios de adultos, en los que los hombres son los que más llegan a consumar este acto. Antes, los especialistas en salud mental solían decir que por cada 10 mujeres que intentaban quitarse la vida, un hombre lo conseguía, pero actualmente esa cifra se ha duplicado: por cada 5 mujeres que intentan suicidarse, un hombre lo consigue.

“Así como con los adultos, los niños. Las mujeres y niñas lo intentan más, pero los hombres son más efectivos con el resultado final”.

PREVENCIÓN Y ATENCIÓN

Para el Dr. Trejo hay dos acciones de los padres y cuidadores que impactan directamente en los menores que cometen suicidio. La primera es no estar al pendiente de ellos y acompañarlos en su desarrollo y, lo segundo, querer que actúen como nosotros, los adultos.

El especialista recalca que una depresión que puede desembocar en un suicidio de un niño o adolescente siempre deja rastros, contrario a lo que usualmente se reporta en los medios de comunicación o a lo que señalan las familias cuando reportan un caso. “Las pistas están ahí y llevan presentes largo tiempo, pero no les prestamos atención”.

Hay cuatro fases que forman parte del suicidio. El primero es la ideación de muerte, pensamientos que se vuelven presentes en la vida cotidiana como decir “ojalá mañana ya no despierte”, que es considerado un foco amarillo-naranja que hay que atender porque es un síntoma de depresión.

El segundo es la ideación suicida, que se nota con preguntas como qué pasaría si me suicidara, qué pasaría con mis papás, cómo lo haría: representa un foco naranja-rojo.

Después surge la planeación suicida, que es ya ir encontrando espacios y herramientas claras para cometer el sucidio. Mientras que el punto final es el intento suicida, que puede terminar con la vida o bien, puede haber una afortunada intervención antes de un resultado fatal.

La depresión no se establece de un día a otro, es una enfermedad que se va instalando en las personas y que va incrementando poco a poco, como cuando una persona sube de peso, explica: “vas subiendo de 100 gramos en 100 gramos y no lo notas en el día a día, hasta que de pronto te das cuenta que tienes 40 kilos extra… lo mismo ocurre con la depresión”.

En niños y adolescentes, la depresión viene tras un suceso abrupto o una crisis, como puede ser un divorcio, la pérdida de un familiar o ser víctima de bullying.

Entre ellos hay diferencias en cómo muestran que algo no está bien, pero la detección oportuna depende de qué tanto los adultos conozcan a los pequeños. Por ejemplo, los niños menores de 10 años muestran su depresión con enojo, con ira, con irritación, difícilmente se van a poner tristes, pero expresan lo que sienten a partir de la violencia y bajas calificaciones de forma abrupta. “Un niño con depresión es un niño iracundo”.

Mientras que, en los adolescentes, que ya entienden y sienten con mayor profundidad la tristeza, los cuidadores deben estar al pendientes del aislamiento. “Un adolescente que no tiene amigos, que siempre está en su cuarto, que no se pelea con sus papás, que no interactúa, es un niño enfermo y nos tiene que preocupar”.

La adolescencia es principalmente una etapa de riesgo porque, a decir del especialista, hay padres que no entienden que es un periodo en el que los hijos encuentran quienes son, están en una búsqueda constante de su identidad y serán los amigos, el exterior, los que ayuden a instaurar estos cambios.

“Hay padres muy aprehensivos, controladores y sobreprotectores. Tenemos que estar al pendiente de ellos, acompañarlos, pero no exigirles que sean nuestros clones y exigirles perfección, esto trae daños serios”.

El acompañamiento es indispensable en una era en la que el acceso a Internet impacta en todas las esferas de la vida. Las redes sociales, esa falsa presentación de vidas perfectas, está afectando la salud mental y emocional de niñas y niños, que aún no tienen la capacidad para diferenciar entre lo que es real y lo que es mercadotecnia.

Lo anterior aunado al ciberbullying, ha creado un incremento en el número de suicidios infantiles y que las edades de quienes lo cometen vayan cada vez más a la baja.

Según las estadísticas del INEGI, en las estadísticas de 1990 surgían apenas 47 muertes de niñas y niños menores de 15 años. Los últimos datos (2019), revelan 202, un incremento del 329%.

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