Gaceta UNAM
La cultura, la lengua y la violencia tienen un estrecho vínculo. Bajo esta premisa, Margarita Palacios Sierra, académica de la Facultad de Filosofía y Letras (FFyL), asegura que a través de la lengua puede prevenirse dicho fenómeno.
La furia cotidiana, explicó, es mantenida desde la palabra por las estructuras sociales. “Esas formas ritualizadas de la lengua, hasta en el saludo, construyen la posibilidad de violencia física, de ahí que el siguiente paso sea gritar, hasta terminar con un ‘te lo dije’, como si el agresor tuviera la razón ante tal acto”.
Tenemos a esa persona violenta que denuncia la violencia con violencia, ¿cómo se limita esto?, con la disminución de las aseveraciones y el incremento de las preguntas. En lugar de asegurar: ¡no lo cumples!, ¡llegaste tarde!, puede preguntarse ¿por qué no has cumplido?, ¿sucede algo por lo que has llegado tarde?, es justo lo que dijo Sócrates: “la solución es la pregunta”.
La literatura decanta valores
Al dictar la conferencia magistral El marco teórico de las violencias y sus significados en la sociedad, como parte del Diplomado sobre Prevención de la Violencia y la Criminalidad 2022 convocado por la UNAM, la también escritora y doctora en Siglos de Oro por la Universidad de la Sorbona afirmó que los hechos son palabras, más que el hecho mismo. Por ejemplo, la literatura decanta los valores de una sociedad, y un país que tiene una literatura con rasgos misóginos revela qué es lo que valora.
Hay un ejemplo claro de cómo puede prevenirse la violencia mediante la lengua, con la supresión en 2013 de la Epístola de Melchor Ocampo, texto escrito en 1859, leído en los enlaces matrimoniales civiles y que en algunos sitios fue sustituido por algún otro texto que reflejara los principios de equidad de género.
En la puesta en marcha del diplomado, Alberto Vital Díaz, director del Centro de Enseñanza para Extranjeros (CEPE) de la UNAM, instancia que funge como una de las promotoras del mencionado ejercicio, recalcó que el acto de anticipar (la violencia), puede ser una política de Estado.
“Ahí donde termina la cultura, empieza la violencia”, destacó. Por ejemplo: “el Ejército en las calles es una solución simplista, que no abona a la solución, no se trata de coyunturas, sino de políticas de largo aliento”.
En su oportunidad, Pedro Isnardo de la Cruz Lugardo, académico de la Escuela Nacional de Trabajo Social, y cocoordinador del diplomado, apuntó que la prevención debe ser la nueva ruta crítica para el Estado mexicano.
“La ciencia de la prevención como un eje de una nueva cultura de seguridad, porque a pesar de las inclemencias, de la crueldad, de la normalización en muchos sentidos de la agresión, se cree en la prevención, es decir hay confianza, hay esperanza, pero no como un tema de optimismo falso y fácil, sino es un asunto que puede implicar construir un destino en común”, abundó.
Diseñar programas
En su oportunidad, Patricia Lucila González Rodríguez del Instituto de Investigaciones Jurídicas (IIJ), y también cocoordinadora del diplomado, expuso que este instrumento académico conlleva la misión de lograr diseñar a la medida programas de prevención de la violencia y de la criminalidad. “La cultura de la seguridad se ha abandonado, por lo que tenemos la obligación de trabajar los mencionados problemas desde la óptica de la prevención”, concluyó.