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¿A punto de parir? Tú hijo puede nacer en casa con una partera tradicional

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De acuerdo con el análisis de la organización Raíz Zubia, las parteras disminuyeron los índices de mortalidad materna en Guerrero, pero en esta contingencia siguen fuera del plan sanitario de las autoridades    


Texto: Beatriz García  Fotografía: Angie García y Consuelo Pagaza


Amapola Periodismo

Chilpancingo

Aunque Aída García Gómez, de 61 años, podría contagiarse de la Covid-19, le preocupa más que las mujeres embarazadas tengan a sus hijos en un hospital durante esta contingencia sanitaria.

Es originaria de Acapulco, en donde desde los 17 años, por herencia de su madre, es partera tradicional.

En tiempos de la Covid-19 las mujeres también paren. Antes, para muchas, la preocupación era tener un parto sano y un bebé sano. La pandemia nubló la vida de cientos de embarazadas por un temor: pisar un hospital y contagiarse junto a su bebé del nuevo virus.

Antes de esta pandemia, las mujeres que decidían parir con una partera lo hacían porque en su comunidades no había servicios de salud pública, por miedo a sufrir violencia obstétrica o para una bienvenida cálida al bebé, porque podía estar rodeado de sus seres queridos, pero ahora es la mejor opción para no contagiarse de la Covid.

Acapulco, donde nació, creció y vive Aida, es el municipio con más contagios de la Covid-19 en Guerrero. Hasta este viernes, según los datos de la Secretaría de Salud estatal, suman 2,488 casos confirmados y 375 defunciones.

Además, Aida, por su edad, es considerada vulnerable en esta contingencia, pero no puede parar.

–¿Cómo se cuida para salir a atender a las embarazadas?

–Arriesgándome, yo me voy, me llevo mi cubrebocas, me llevo mi botecito de alcohol, mis guantes. Llegando a mi casa lo que hago es meterme derecho al baño, bañarme, meter la ropa con una cubeta con agua y jabón y cloro, lavar mi cubrebocas y bolsa, y ya no salgo al menos que me llamen.

Agrega que se prepara tés de limón y yerbas amargas. No come lácteos, carnes rojas ni huevo, pero sí frutas y verduras variadas.

En sus 44 años de partera, Aida no ha tenido ninguna complicación con los partos que ha asistido. Tampoco ningún bebé se le ha muerto. Ahora sabe que tiene un nuevo reto: traer nuevas vidas en un entorno de muerte.

En Apango, una partera acomoda el bebé de una mujer. Fotografía: Angie García.

Poca atención integral a embarazadas en tiempos de la Covid-19

La secretaria general de Raíz Zubia, una organización social que trabaja el acompañamiento, reconocimiento y la organización de las parteras tradicionales en Guerrero, Nayely Rodríguez Flores, explica que desde su trinchera no han identificado en esta pandemia una atención específica a mujeres embarazadas.

Por un lado, explica, hay muchas inconsistencias porque gira información distinta sobre la contingencia, y por otro no hay mucha evidencia científica de riesgos a mujeres embarazadas y niños recién nacidos.

“De por sí ya sabemos que había deficiencias en el sistema de salud y con estos vacíos, la pandemia los agudiza. Por un lado, en algún momento nos comentaban si esto podría también darle un papel más protagónico a las parteras y nosotros veíamos que sí se está visibilizando en algunos sectores”, menciona.

Pero en el caso particular de Guerrero, cree, la partería no tiene mucha visibilidad en el actual contexto, aunque resulte una gran alternativa.

Donde sí tiene un peso importante, aclara, es en la diminución de la mortalidad materna en el estado.

El Observatorio de Mortalidad Materna (OMM) lo demuestra. En su último informe señala que del 1 de enero al 9 de junio en Guerrero murieron 10 mujeres por esa razón, menos en comparación al año pasado, porque en ese mismo periodo ocurrieron 20 defunciones.

Desde que comenzó la cancelación de actividades públicas por la contingencia, la penúltima semana de marzo hasta el último registro del OMM, en Guerrero han muerto seis mujeres. El año pasado en este mismo periodo murieron 11.

El primer parto de Aida en tiempos de la Covid-19

Aida tiene contacto con un médico de Acapulco que la recomienda con sus pacientes embarazadas, para que ella les vigile el embarazo y atienda el parto, además de sus contactos particulares.

Desde que empezó la cuarentena, el médico con más frecuencia le envía a sus pacientes. Otras más se resisten a ir al hospital y van con ella por recomendación de conocidos.

Antes era complicado que las mujeres quisieran tener a sus bebés con parteras, sobre todo en el sexenio pasado, cuando funcionaba el programa federal Seguro Popular y las obligaban a atenderse en el sector salud.

Pero, ahora, les preocupa la Covid-19 y la partería es la opción.

El 15 de mayo, Aida atendió el primer parto en medio de la pandemia. La mujer embarazada, en realidad, tenía planeado parir en el hospital, pero por miedo a contraer el SARS-CoV-02 desistió.

Aida recuerda que una conocida de su paciente la localizó para que fuera a su casa a sobarla, el método que utilizan las parteras para mejorar la posición de los fetos para el momento del parto.

Eso ocurrió el 30 de abril. Cuenta que ese fue el único día que la vio antes del parto. Entonces la mujer en gestación le dijo que tenía cuatro meses de embarazo, que esperaba dos bebés y le preguntó si podría atender su parto.

Aida, dice, que no le preocupa atender un parto de gemelos. Sabe que saliendo un bebé a los pocos minutos sale el otro.

El asunto era que su paciente no tenía cuatro meses de gestación, tenía más. Estaba tan avanzado el embarazo que calculó le parto para el 15 de mayo, es decir en 15 días y no no serían dos bebés, sino uno.

Acertó.

El día que la partera la programó el parto recibió una llamada de un familiar de su paciente. Tenía contracciones cada 5 minutos y sangraba.

“Tardé más en irme de mi casa. Llegando luego luego la atendí, le hice el tacto, le rompí la fuente, le puse la medicina, y para afuera, que sale el niño. Ya que salió el niño le busqué, y le digo a ver ¿dónde está el otro bebé que no lo siento? Está sólo la placenta”, narra.

Aida revisó en estos días recientes a otra paciente que, según le dijo, estaba a una semana para parir. Pero Aida le aclaró que llevaba apenas siete meses de gestación. La atenderá en su parto.

Una tercera embarazada ya la contactó y aceptó atenderla.

Las parteras tradicionales son la opción más segura para traer a los hijos en estos momentos de crisis hospitalaria por los enfermos de la Covid-19. Fotografía: Consuelo Pagaza.

La pandemia abre las brechas de la desigualdad

La secretaria general de Raíz Zubia manifiesta que en el contexto de la Covid-19 las mujeres embarazadas están temerosas de ir al sector salud público y sólo algunas pueden atenderse en el sector privado.

Además, en muchas zonas de Guerrero no hay acceso a la salud, sin contar, añade Rodríguez Flores, que los pobladores cerraron los accesos de sus pueblos para evitar contagios.

Para ella este contexto vuelve a formar brechas de desigualdad, de accesibilidad, dependiendo de las posibilidades de cada una, pero que finalmente se está evidenciando que las mujeres, las familias están resolviendo su acceso a la salud a través de los recursos que tienen disponibles: pagando o atendiéndose con las parteras.

Justo la precariedad de parteras tradicionales, que ahora son una opción importante en distintos lugares de Guerrero para asistir a mujeres embarazadas, es un tema que se debe mencionar.

Muchas de ellas sobreviven con lo poco que les pagan. Algunas reciben 200 pesos por su trabajo, pero la mayoría de las veces pueden ser 50 o 20 pesos o nada. Otras cobran 1,000 pesos o un poco más u otras hacen el trabajo a cambio de un pollo o una gallina. Esto lo sabemos por la información que recaban organizaciones sociales, como Raíz Zubia.

Rodríguez Flores dice que además de que las autoridades no protegen a las parteras, la mayoría de ellas son adultas mayores.

Aida en estos tiempos atiende a unas seis embarazadas a la semana, antes de la pandemia atendía a tres mujeres. Son de diferentes partes del puerto.

Los pagos que recibe por atender los embarazos y asistir los partos también se redujeron en esta cuarentena. Es decir, padece la situación de muchos trabajadores del país. El costo regular por sobar a una embarazada es de 150 pesos, pero ahora cobra 80 o 70 pesos.

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