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La misma tecnología que creó a la oveja clon Dolly en 1996, no ha funcionado particularmente bien en primates. Con la ayuda de la llamada transferencia nuclear de células somáticas, los investigadores han creado innumerables clones de ovejas, vacas y cerdos desde Dolly. Se han clonado más de 20 especies diferentes de mamíferos.
Sin embargo, la tasa de supervivencia de los animales clonados es sistemáticamente baja: solo las vacas tienen posibilidades ligeramente mayores. Muchos animales sufren daños graves en músculos u órganos, que acortan drásticamente sus vidas. Así fue para los pocos primates clonados que nacieron vivos. Hasta que nacieron los monos clonados Zhong Zhong y Hua Hua, en 2017, en el Instituto de Neurociencia de la Academia China de Ciencias en Shanghái.
Los dos monos javaneses, que pertenecen a la familia de los macacos, causaron sensación. Ahora, llega otro informe de éxito del mismo instituto: los investigadores han logrado clonar un mono rhesus, al que han puesto por nombre «Retro». El animal macho estaría sano y feliz y tendría ya dos años. Los investigadores publicaron su estudio en la revista Nature Communications.
¿Un gran avance para la investigación?
«El estudio y la tecnología que en él se presenta son una historia muy especial y biológicamente muy interesante», afirma el biólogo Rüdiger Behr, que investiga con células madre y embriones en el Centro Alemán de Primates. Sin embargo, «tengo mis dudas de que se haya mostrado algo fundamentalmente nuevo que pueda encontrar una amplia aplicación en la comunidad científica».
Los investigadores chinos utilizaron una tecnología que, según Behr, solo unos pocos laboratorios en el mundo pueden reproducir. «Se creó un embrión que consiste en una combinación de una porción clonada y una no clonada».
¿Cómo funciona la clonación y por qué es tan difícil?
Lo difícil que es crear una copia genética exacta -un clon- de un ser vivo complejo, queda demostrado por la corta esperanza de vida y la mala salud de la mayoría de los animales clonados.
Durante la transferencia nuclear de células somáticas, el núcleo de una célula del cuerpo (célula somática) -una célula nerviosa, por ejemplo-, se trasplanta a un óvulo cuyo núcleo se ha eliminado previamente. «Si se transfiere el núcleo de una célula del cuerpo a un óvulo enucleado, el óvulo básicamente puede devolver este núcleo celular de la célula del cuerpo a un estado tal, que toda esta construcción se comporte como un óvulo fertilizado», explica Behr. Es decir, de ahí puede surgir un embrión.
El óvulo fertilizado comienza a dividirse, produciendo inicialmente copias exactas de sí mismo. Sin embargo, a medida que el embrión se desarrolla, las células se diferencian cada vez más: en células de piel, corazón, músculos o nervios. La información genética en los núcleos celulares de cada una de estas células es la misma. Sin embargo, no se leen todos los genes. Así se forman diferentes tipos de células.
El óvulo reprograma el núcleo de la célula corporal insertado para que todos los genes puedan leerse nuevamente. Como una computadora que se reinicia, el óvulo reinicia el núcleo, al menos en teoría. «A veces, esto funciona muy mal», afirma el biólogo Behr. Por tanto, la eficacia de la clonación sigue siendo muy baja.
¿Es particularmente difícil clonar primates?
El estudio actual no es una excepción en términos de eficiencia: de 484 embriones utilizados, nació un animal vivo. Es difícil determinar si fue la nueva tecnología o la casualidad la que motivó el nacimiento, duda Behr.
Sin embargo, el biólogo no cree que clonar primates sea fundamentalmente más difícil que hacerlo con otros animales: mantener primates es muy complejo y costoso, a diferencia de, por ejemplo, la investigación con ratones. En consecuencia, el progreso es menor. Por eso, «hasta el momento, hay poca experiencia con la clonación de monos», afirma Behr.
¿Por qué clonar monos?
Existe un gran interés en la investigación sobre monos clonados. Como los primates no humanos y los humanos son tan similares, se utilizan para investigar muchas enfermedades, como el Alzheimer y el Parkinson. Un grupo de monos clonados y, por tanto, genéticamente idénticos, haría que los experimentos con ellos fueran más fáciles de comparar y los resultados más precisos.
«Como estudiante de doctorado, no podía imaginar que fuera necesario clonar monos», admite Behr. Eso le parecía una línea roja, ya que son demasiado cercanos a los humanos, demasiado sensibles al dolor. Pero ahora ha cambiado de opinión.
«Creo que hay situaciones en las que la clonación de monos puede tener sentido: para enfermedades para las que actualmente no existe tratamiento y que están asociadas a un gran sufrimiento, por ejemplo». Se podría tratar principalmente de terapias genéticas contra la ceguera y la sordera, pero también contra las enfermedades cardíacas y los trastornos metabólicos, ilustra.
No obstante, nadie sabe si realmente este sufrimiento podría reducirse o prevenirse con la ayuda de investigaciones con monos clonados. Por eso, Behr tiene cuidado y lo pone en subjuntivo: «Podría funcionar, pero no lo sé».