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Ante la cultura de la muerte, la literatura es un placer y una liberación

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Gaceta UNAM

En este momento, en el cual presenciamos la cultura de la muerte, el arte es, de alguna forma, una gran arma, una herramienta y un refugio para la sobrevivencia, y la literatura un placer y una liberación, señalaron las escritoras contemporáneas de minificción Dina Grijalva, de México, y Gabriela Aguilera Valdivia, de Chile.

En el marco de la conmemoración del Día de las Escritoras, se llevó a cabo el conversatorio Escritoras latinoamericanas. El gozo y el placer de escribir en corto, organizado por la Biblioteca Nacional de México (BNM).

Al dar la bienvenida, Pablo Mora Pérez-Tejada, director de la BNM y del Instituto de Investigaciones Bibliográficas (IIB), refirió: “Nos enorgullece celebrar un año más de este encuentro que resulta de una gran convocatoria”.

Mencionó que este evento ofrece la posibilidad de conocer no sólo a autoras de “buen calibre” literario, sino a lectoras que han sabido escoger a escritoras importantes, muchas veces desconocidas y que vale la pena recuperar en esta celebración.

“En los tiempos difíciles que vivimos, la oportunidad de reivindicar la sensibilidad particular que tienen las mujeres para mostrar y expresar momentos de placer, alegría y acercamiento a la belleza es muy importante.”

Ana María Romero Valle, secretaria técnica del IIB y organizadora de la celebración que por sexto año consecutivo se realiza en la BNM, rememoró que el Día de las Escritoras es una iniciativa de la Biblioteca Nacional de España con el objetivo de incentivar la igualdad de género en la cultura y reivindicar la labor y el legado de las autoras, y la literatura escrita por ellas. El tema de este año es “El placer, la alegría y la risa de las mujeres”.

Por su parte, Dina Grijalva reiteró que ante la realidad múltiple, diversa, que a veces es terrible o siniestra en muchos sitios del mundo, incluido México, “me gusta, siempre que me es posible, elegir el placer, el deseo, la alegría como mis temáticas de escritura. Soy una autora tardía, muchos años me dediqué a ser académica, y cuando finalmente realicé el doctorado, también tardío, redescubrí la alegría de escribir. Para mí esa actividad ha sido un verdadero placer, ha representado una liberación”.

Crear minificción y en unas cuantas líneas delinear un mundo donde la alegría o el placer estén presentes, ha representado una verdadera felicidad, consideró. El humor puede ser un arma literaria, incluso en la subversión en contra del patriarcado por parte de las mujeres. Utilizar la ironía, nos hace capaces de hacer estallar ese mundo serio que nos quieren crear, esa sumisión, ese silencio en el que nos mantuvieron por siglos.

“Para mí, finalizó Grijalva, la escritura del placer, del deseo, es liberadora, me ayuda a eliminar ataduras, sobre todo en la idea de compartir con otras mujeres y tratar de que lo escrito logre mover a algunas de ellas. Ese es un doble placer.”

En la sesión virtual, Gabriela Aguilera refirió que el arte es también una forma de rehacer, de reparar vidas, y “eso es maravilloso. Toda mi vida tiene que ver con literatura, la lectura, la escritura, preparar una clase, editar y lo agradezco. No todos tienen la posibilidad de ser absurda y completamente felices con lo que hacen, además de conocer personas maravillosas. No imagino hacer otra cosa en la que pudiera ser más feliz”.

Recordó que entró a la microficción alrededor de 2005, cuando escribía cuento y había iniciado una novela; “pero este era otro lenguaje”.

Escribir microrrelato no es tan simple, porque se necesita la palabra precisa, concisión, condensación, y, en su caso, usar el humor, pero sin permitir que la historia sea sólo un chiste. Además, el lector de este género es agudo, busca, es cómplice pero también le discute al autor.

Las emociones forman parte de la vida y la literatura está atravesada por ellas. “En general, cuando escribo cuento o novela, trato de que ellas estén presentes, todas. También tengo textos eróticos que son divertidos. Trabajo desde el humor, la ironía, el sarcasmo. Es un tema que da para mucho”, añadió.

En un mensaje grabado, la escritora Melanie Taylor, de Panamá, mencionó que empezó a escribir cuentos de forma espontánea a los seis años. “Comencé a leer a los 5 años y para mí era un placer”.

“En casa, relató, había muchos libros; mis padres eran docentes universitarios del área de la ciencia, pero mi mamá siempre tuvo interés por la literatura. Yo tenía acceso libre a ellos.”

Desde siempre, “los libros y la literatura han sido parte de mi vida, pero fue a los 20 años cuando tomé un curso que me dio una mejor visión de los géneros”, finalizó. La sesión estuvo moderada por Laura Elisa Vizcaíno, investigadora del IIB.22

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