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Las curanderas oaxaqueñas que cultivan cannabis

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OAXACA. – En México, la producción masiva para uso medicinal y lúdico de la cannabis permanece en un confuso limbo legal. Mientras sigue penalizada en el Código Penal, los senadores siguen sin aprobar las leyes secundarias correspondientes para su legalización.

Pero mientras eso ocurre, mujeres ben’ za del Valle de Tlacolula siguen realizando una vieja práctica comunitaria y curativa que heredaron de generación en generación, como fuente de vida y tradición: la producción de cannabis con fines medicinales.

Desde hace cuando menos tres generaciones, mujeres indígenas zapotecas de la comunidad de San Felipe Güila en los Valles Centrales de Oaxaca siembran y producen medicamentos derivados del cannabis para consumo personal.

Rodeada de montañas tupidas de vegetación, de un apabullante color verde y a tan solo unas horas de la capital oaxaqueña está San Felipe Güila, una comunidad de los Valles Centrales en donde la cannabis rompe estereotipos y se convierte en una esperanza de mejorar la vida y la salud de sus pobladores.

Desde hace dos años, 150 mujeres organizadas en sociedades cooperativas y asesoradas por la organización Oaxaca Highland se unieron para cultivar cannabis en 6 comunidades zapotecas para uso medicinal, con el objetivo de romper estereotipos y la criminalización que existen en torno a esta planta, que para ellas es sagrada y al tiempo que generan ingresos para ellas y sus familias.

Para la comunidad, la cannabis tiene una importancia notable para entender la cosmovisión de los pueblos, la conexión con la naturaleza y su uso medicinal. Es por eso que las mujeres del valle de Tlacolula le guardan un gran respeto, porque la conocen desde el vientre de su madre, y lo han heredado de generación en generación

OAXACA. – En México, la producción masiva para uso medicinal y lúdico de la cannabis permanece en un confuso limbo legal. Mientras sigue penalizada en el Código Penal, los senadores siguen sin aprobar las leyes secundarias correspondientes para su legalización.

Pero mientras eso ocurre, mujeres ben’ za del Valle de Tlacolula siguen realizando una vieja práctica comunitaria y curativa que heredaron de generación en generación, como fuente de vida y tradición: la producción de cannabis con fines medicinales.

Desde hace cuando menos tres generaciones, mujeres indígenas zapotecas de la comunidad de San Felipe Güila en los Valles Centrales de Oaxaca siembran y producen medicamentos derivados del cannabis para consumo personal.

Rodeada de montañas tupidas de vegetación, de un apabullante color verde y a tan solo unas horas de la capital oaxaqueña está San Felipe Güila, una comunidad de los Valles Centrales en donde la cannabis rompe estereotipos y se convierte en una esperanza de mejorar la vida y la salud de sus pobladores.

Desde hace dos años, 150 mujeres organizadas en sociedades cooperativas y asesoradas por la organización Oaxaca Highland se unieron para cultivar cannabis en 6 comunidades zapotecas para uso medicinal, con el objetivo de romper estereotipos y la criminalización que existen en torno a esta planta, que para ellas es sagrada y al tiempo que generan ingresos para ellas y sus familias.

Para la comunidad, la cannabis tiene una importancia notable para entender la cosmovisión de los pueblos, la conexión con la naturaleza y su uso medicinal. Es por eso que las mujeres del valle de Tlacolula le guardan un gran respeto, porque la conocen desde el vientre de su madre, y lo han heredado de generación en generación

OAXACA. – En México, la producción masiva para uso medicinal y lúdico de la cannabis permanece en un confuso limbo legal. Mientras sigue penalizada en el Código Penal, los senadores siguen sin aprobar las leyes secundarias correspondientes para su legalización.

Pero mientras eso ocurre, mujeres ben’ za del Valle de Tlacolula siguen realizando una vieja práctica comunitaria y curativa que heredaron de generación en generación, como fuente de vida y tradición: la producción de cannabis con fines medicinales.

Desde hace cuando menos tres generaciones, mujeres indígenas zapotecas de la comunidad de San Felipe Güila en los Valles Centrales de Oaxaca siembran y producen medicamentos derivados del cannabis para consumo personal.

Rodeada de montañas tupidas de vegetación, de un apabullante color verde y a tan solo unas horas de la capital oaxaqueña está San Felipe Güila, una comunidad de los Valles Centrales en donde la cannabis rompe estereotipos y se convierte en una esperanza de mejorar la vida y la salud de sus pobladores.

Desde hace dos años, 150 mujeres organizadas en sociedades cooperativas y asesoradas por la organización Oaxaca Highland se unieron para cultivar cannabis en 6 comunidades zapotecas para uso medicinal, con el objetivo de romper estereotipos y la criminalización que existen en torno a esta planta, que para ellas es sagrada y al tiempo que generan ingresos para ellas y sus familias.

Para la comunidad, la cannabis tiene una importancia notable para entender la cosmovisión de los pueblos, la conexión con la naturaleza y su uso medicinal. Es por eso que las mujeres del valle de Tlacolula le guardan un gran respeto, porque la conocen desde el vientre de su madre, y lo han heredado de generación en generación

La organización comunitaria
En el 2020, en plena pandemia, las “Rosa Marías”, supieron que el gobierno mexicano permitió el ingreso de cannabis importada y se organizaron. Así nació la Asociación Indígena de Productores de Cannabis que encabeza Roberto Carlos Cruz Gómez.

Dentro de esta organización comunitaria buscaron asesoría legal y técnica a través de la organización Oaxaca Highland conformada por un grupo de expertos, con la cual lograron obtener “amparos legales” que les permite tener un huerto de traspatio con seis plantas.

Cada una de las productoras cuida y cultiva su marihuana y, entre lo relevante, está la forma tan organizada en la que llevan la producción. Cada productor cuenta con una bitácora diaria, y cada una de las plantas están marcadas con claves específicas para ir descubriendo sí se tratan de plantas hembras o machos. Esto les permite tener en orden todos sus cultivos, ya que buscan que en el momento en que se den las autorizaciones necesarias ellos ya estén listos con todos los requerimientos necesarios.

“Sí es una planta macho dará semillas, pero sí es hembra, entonces se obtendrá resina, que es el cannabinoide que se usa para elaborar el Tetrahidrocannabinol (THC), un componente psicoactivo de la percepción y alteración del ánimo y el Cannabidol o CBD, que es una sustancia química de la planta cannabis conocido también como Cáñamo, explica Roberto Carlos, ingeniero de profesión.

Los procesos administrativos
Romper el estigma y gestionar un permiso ante las autoridades de salud no ha sido sencillo para los productores oaxaqueños y solamente lo han logrado con la asesoría del Corporativo Oaxaqueño para el Desarrollo Rural de Oaxaca (Cuadro), quienes además les comparten técnicas de cultivo para lograr que su cosecha tenga los estándares internacionales.

Junto con Regina, Dolores Morales Melchor y Catalina Melchor López también producen Cannabis. El que las mujeres produzcan Cannabis es un rostro a la inclusión y a la ruptura de brechas sociales, así lo reafirma Dolores Morales Melchor de 29 años al referir que ya no son sólo amas de casa, sino productoras de Cannabis.

“Con nuestro cultivo nos sentimos más involucradas en el campo, sabemos que en algún momento habrá producción masiva y podremos mejorar la economía, pero de una forma digna y solidaria.”

Además, destaca que sus cultivos son orgánicos, cuidan la tierra y sienten la confianza al usar los aceites ellas mismas o incluso con sus hijas o familiares. Después de una jornada dura de trabajo en el campo, el llegar a casa y utilizar unas gotitas de aceite les permite tener más energía para continuar con sus labores cotidianas.

La organización comunitaria
En el 2020, en plena pandemia, las “Rosa Marías”, supieron que el gobierno mexicano permitió el ingreso de cannabis importada y se organizaron. Así nació la Asociación Indígena de Productores de Cannabis que encabeza Roberto Carlos Cruz Gómez.

Dentro de esta organización comunitaria buscaron asesoría legal y técnica a través de la organización Oaxaca Highland conformada por un grupo de expertos, con la cual lograron obtener “amparos legales” que les permite tener un huerto de traspatio con seis plantas.

Cada una de las productoras cuida y cultiva su marihuana y, entre lo relevante, está la forma tan organizada en la que llevan la producción. Cada productor cuenta con una bitácora diaria, y cada una de las plantas están marcadas con claves específicas para ir descubriendo sí se tratan de plantas hembras o machos. Esto les permite tener en orden todos sus cultivos, ya que buscan que en el momento en que se den las autorizaciones necesarias ellos ya estén listos con todos los requerimientos necesarios.

“Sí es una planta macho dará semillas, pero sí es hembra, entonces se obtendrá resina, que es el cannabinoide que se usa para elaborar el Tetrahidrocannabinol (THC), un componente psicoactivo de la percepción y alteración del ánimo y el Cannabidol o CBD, que es una sustancia química de la planta cannabis conocido también como Cáñamo, explica Roberto Carlos, ingeniero de profesión.

Los procesos administrativos
Romper el estigma y gestionar un permiso ante las autoridades de salud no ha sido sencillo para los productores oaxaqueños y solamente lo han logrado con la asesoría del Corporativo Oaxaqueño para el Desarrollo Rural de Oaxaca (Cuadro), quienes además les comparten técnicas de cultivo para lograr que su cosecha tenga los estándares internacionales.

Junto con Regina, Dolores Morales Melchor y Catalina Melchor López también producen Cannabis. El que las mujeres produzcan Cannabis es un rostro a la inclusión y a la ruptura de brechas sociales, así lo reafirma Dolores Morales Melchor de 29 años al referir que ya no son sólo amas de casa, sino productoras de Cannabis.

“Con nuestro cultivo nos sentimos más involucradas en el campo, sabemos que en algún momento habrá producción masiva y podremos mejorar la economía, pero de una forma digna y solidaria.”

Además, destaca que sus cultivos son orgánicos, cuidan la tierra y sienten la confianza al usar los aceites ellas mismas o incluso con sus hijas o familiares. Después de una jornada dura de trabajo en el campo, el llegar a casa y utilizar unas gotitas de aceite les permite tener más energía para continuar con sus labores cotidianas.

Producción de cannabis vs migración
Con la producción de la cannabis se busca romper con las brechas del acceso a la salud en comunidades donde no hay clínicas ni medicamentos, tal es el caso de esta zona de Oaxaca.

La idea de producir y vender de forma legal aseguran las productoras es “dignificar el acceso a la salud, y eso es lo que pretendemos lograr precisamente, que con el uso de los aceites la gente mejore su salud” señalaron al informar que de forma conjunta realizan un laboratorio de estudio con el Centro Médico Siglo XXI para certificar y comprobar el uso médico de la cannabis.

“La marihuana es una planta sagrada , al contrario es milagrosa por todos los componentes que tiene, acá lo usamos para curarnos dolores musculares en su rodilla, en mi caso me ayudó mucho con un problema de articulaciones, tomo gotas en las mañana, lo he usado por mucho tiempo y ahora me alegra que entre todos nos ayudemos”, expresó María.

María migró durante varios años en busca del llamado sueño americano y a su regresó la invitaron a integrarse dentro de la asociación y está contenta, porque ha visto el trabajo en equipo y lo mejor es que habrá apoyo para todos.

Contenta por lo que está aprendiendo en el campo y en su tierra, porque, dice, “migrar es triste y ya no quiere volver a allá nunca más. Quiero quedarme acá y trabajar para que tenga ingresos y apoyar a otros, ayudarnos entre todos.”

Mientras las mujeres se organizan y luchan por un reconocimiento legal para producir cannabis, el ex presidente de México, Vicente Fox Quesada tiene más de 30 negocios en 16 estados de la república, incluido Oaxaca, llamados “Paradise” donde vende productos importados con cannabis.

Apenas el pasado 11 de abril, el presidente Andrés Manuel López Obrador, confirmó que cinco días antes de que concluyera su mandato, el ex presidente, Enrique Peña Nieto otorgó a través de la Cofepris, 63 permisos para comercializar productos de la cannabis al ex mandatario mexicano, el panista Vicente Fox Quezada y su familia.

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