- PNUD México y la CONANP, con financiamiento del Fondo para el Medio Ambiente Mundial, logran a través del Proyecto Resiliencia crear medidas de adaptación para proteger la biodiversidad
En el Complejo Parque Nacional Cañón del Sumidero-Reserva de la Biósfera Selva El Ocote, en el estado de Chiapas, los efectos del cambio climático son cada vez más evidentes: la sequía que padecen en los últimos tres años ha reducido la productividad agrícola y ganadera, aumentado la intensidad de plagas y provocado un incremento en la sobreexplotación de sus recursos naturales.
Ante este escenario, el Proyecto Resiliencia, que tiene como objetivo el fortalecimiento de la efectividad del manejo y la resiliencia de las áreas naturales protegidas para proteger la biodiversidad amenazada por el cambio climático, ha trabajado y generado instrumentos para enfrentar este desafío, como el financiamiento de estudios de previsiones climáticas, el diseño de medidas de adaptación, el desarrollo de capacidades de funcionarios, el involucramiento de investigadores de diversas instituciones académicas, consecución de financiamiento y el fortalecimiento de la participación de diferentes actores de la sociedad.
El Proyecto Resiliencia es ejecutado por la Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas (CONANP), implementado por el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo en México y cofinanciado por un donativo del Fondo para el Medio Ambiente Mundial (GEF por sus siglas en inglés).
El complejo Cañón del Sumidero- Selva El Ocote cubre una extensión de 153 mil 328 hectáreas y está conformado por cinco áreas naturales protegidas, tres administradas por la Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas (CONANP): Parque Nacional Cañón del Sumidero, Área de Protección de Recursos Naturales Villa Allende, y Reserva de la Biósfera Selva El Ocote; y dos administradas por el estado, a cargo de la Secretaría de Medio Ambiente e Historia Natural de Chiapas: (Zona Sujeta a Conservación Ecológica La Pera y Zona Sujeta a Conservación Ecológica Cerro Meyapac).
El director de la Reserva de la Biósfera Selva El Ocote, Roberto Escalante, quien ha participado en el proyecto desde sus inicios, destacó las principales aportaciones que deja Resiliencia y la trascendencia de sus acciones a futuro.
“El proyecto generó instrumentos que nos ayudarán a la planeación regional, con una visión más de paisaje; nos ha generado también fortalezas en el equipo que trabaja en las áreas nacionales protegidas; a nivel del complejo, nos dio posición, sinergia con actores con los que no teníamos colaboración”, dijo.
Dentro de las iniciativas emprendidas se pueden destacar:
- Diseño y fortalecimiento de instrumentos de planeación y política pública en materia de cambio climático; como la elaboración de un Programa de Adaptación al Cambio Climático, para que los actores y sectores locales orienten sus esfuerzos y trabajen de forma conjunta para reducir los impactos negativos con actividades concretas para la conservación de los recursos naturales.
- Identificación de sitios potenciales de conservación en entornos sensibles al cambio climático para proteger refugios y corredores biológicos. Entre las principales acciones, están la elaboración de un estudio de vulnerabilidad hídrica en zona de influencia del complejo, donde se identificaron sitios de importancia para la recarga de agua.
- Fortalecimiento de capacidades en las áreas protegidas que consideran la gobernanza local y la perspectiva de género. Se capacitaron técnicos y funcionarios públicos en materia de cambio climático y perspectiva de género, y se impulsaron los espacios de participación de las áreas naturales protegidas como la Red de Asesores Científicos y los Consejos Asesores.
- Implementación de medidas de adaptación al cambio climático en el territorio del complejo, como el control y erradicación de pasto jaragua, una especie exótica invasora que pone en riesgo la población de flora y fauna nativa.
- Este 2019, entre otras acciones, se trabajará sobre el uso sustentable de los sistemas agropecuarios para disminuir la vulnerabilidad sobre el recurso hídrico y aumentar la resiliencia de las familias productoras en un área de 600 hectáreas.