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Se requieren 750 mil enfermeras para tener cobertura adecuada

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Gaceta UNAM

El sistema de salud de México cuenta con 315 mil enfermeras y enfermeros, cifra que significa un promedio de 2.6 por cada mil habitantes; mientras que Chile, por ejemplo, un país de tasa media como el nuestro y que también es parte de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), tiene aproximadamente siete enfermeras por cada mil habitantes.

Lo anterior, de acuerdo con la directora de la Escuela Nacional de Enfermería y Obstetricia (ENEO) de la UNAM, Rosa Zárate Grajales, quien añade que esto significa que se requieren, al menos, 750 mil profesionales más para alcanzar el índice de cobertura promedio.

La experta refiere que de las aulas de la ENEO egresan cada año aproximadamente mil 200 alumnos, 700 del sistema escolarizado y un promedio de 500 de Universidad Abierta y Educación a Distancia. Mientras que en el ámbito nacional se forman, en promedio, 20 mil por año en instituciones del país que imparten la licenciatura. En la UNAM la carrera se ofrece además en las facultades de Estudios Superiores Iztacala y Zaragoza.

Zárate Grajales resalta –con motivo del Día Internacional de la Enfermería, que se conmemora hoy 12 de mayo– que suman 28 millones de trabajadores sanitarios o de la salud en el mundo: 19 millones son enfermeras y enfermeros. Se estima que la escasez es de 6.6 millones, situación que se incrementó con la crisis sanitaria global, hasta en 15 millones.

La celebración es promovida por el Consejo Internacional de Enfermería como homenaje al natalicio de Florence Nightingale, enfermera, escritora y estadística británica, considerada precursora de la enfermería profesional contemporánea y creadora del primer modelo conceptual en el área.

Capacidad de resiliencia
Zárate Grajales expone que la pandemia puso en alta vulnerabilidad a las instituciones de salud, a los profesionales en enfermería y, en particular, a los pacientes, porque no era suficiente el personal en esta área para atenderlos; sobre todo a aquellos contagiados por un virus desconocido y que, por su gravedad, requería ventilación para respirar.

“Nos dimos cuenta de lo vulnerable que es el ser humano, pero también de la capacidad de resiliencia y de reacción inmediata ante situaciones importantes de las y los trabajadores de la salud, pero también del gran talento de investigadores y el avance de la ciencia en materia de salud para conjuntar los esfuerzos de científicos de diversas disciplinas y los recursos económicos para que en menos de un año se contara con una vacuna contra la Covid-19”, puntualiza.

La pandemia puso en la primera línea de batalla a la enfermería, nos hizo más visibles ante los ojos de los demás, en particular de quienes más nos necesitaban. En los momentos más complicados de la crisis sanitaria hizo la gran diferencia, subraya Rosa Zárate.

“Nos dimos cuenta de que sí, el ventilador, el oxígeno y los medicamentos antivirales ayudaron a mejorar a los pacientes hospitalizados, pero también la mano cálida de una enfermera, su voz y dedicación para cambiarlos de posición, darles de comer, brindarles un masaje, ponerlos en videollamadas con sus familiares, leerles las cartas que éstos les enviaban, etcétera. Esto, la sociedad lo aprecia hoy más que nunca”, afirma.

Adicionalmente, se dio una transformación en el imaginario social con respecto a su labor, pues no se trata de ayudantes ni del brazo derecho del médico, “somos un equipo de trabajo”. Son expertos con estudios de licenciatura, título y cédula profesional, quienes pueden cursar una especialización en diversos campos del conocimiento: niñez, adultos, ancianos, quirúrgica, cardiovascular, cuidados críticos, neonatos y atención obstétrica, así como estudios de maestría y doctorado.

Se pusieron a prueba sus conocimientos, “la importancia de lo que aprendimos en la escuela, como el lavado de manos, el uso del cubreboca, cambiarse frecuentemente la ropa de trabajo, saber que si no preveníamos podríamos contagiar a otros, no sólo dentro del hospital, sino también a nuestras familias”.

Por ejemplo, prosigue, médicos, enfermeras y demás personal de salud vimos que los pacientes mejoraban su oxigenación si los colocábamos boca abajo y al retirarles las secreciones en esa posición; “nos puso a inventar y reinventar los cuidados en enfermería”.

Las enfermeras clínicas hicieron reingeniería de los hospitales, como reconvertir un área de maternidad para atender a pacientes Covid: “Qué necesitábamos, cuántos equipos se requerían, entre otras cuestiones se atendieron, y en pocos días se reestructuró todo. Ahora eso forma parte de una serie de protocolos publicados en libros y artículos sobre qué hacer ante una emergencia de esta u otra naturaleza”.

En el caso de la educación, nos condujo a adoptar nuevos modelos y métodos para la enseñanza en línea. “Creo que todas estas experiencias nos han dejado mejor preparadas”, asevera Zárate Grajales.

Subsanar la escasez mundial
Puntualiza que es necesario incrementar el porcentaje del Producto Interno Bruto que se destina al sector salud y con ello invertir en enfermería, lo que se manifiesta en el bienestar de la población, ya que estos profesionales cuentan con diversas competencias para desempeñarse en hospitales, centros de salud o unidades de atención de primer nivel y cubrir con su trabajo 85 por ciento de la consulta con calidad de servicio e intervenciones de autocuidado, apunta.

Enfatiza que tienen la capacidad para recetar medicamentos, con base en un catálogo, lo que contribuiría a evitar saturar nosocomios; poseen conocimiento para atender partos de bajo riesgo.

La experta universitaria comenta que en 2022 la celebración mundial lleva por lema “Invertir en enfermería y respetar los derechos para garantizar la salud global”.

En ese sentido, abunda, destinar más recursos a este sector debe ser una condición en todos los países para subsanar la escasez global de esta fuerza laboral.

Aunque los salarios en esta rama han mejorado en los últimos años, en particular en la Secretaría de Salud, no hay un tabulador único, pues los sueldos varían de una institución a otra, incluso en los grandes consorcios privados, destaca Zárate Grajales.

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