El Universal
Colombia ofreció una recompensa de más de medio millón de dólares por la información para recapturar al narcotraficante colombiano del Clan del Golfo que se fugó el 18 de este mes
San José. – El prófugo colombiano Juan Lárinson Castro Estupiñán, alias «Matamba» y segundo al mando del Clan del Golfo, la principal red del narcotráfico de Colombia, forjó al menos desde 2015 un estrecho nexo de suministro de cocaína con el Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG), una de las más importantes mafias de contrabando de drogas de México.
Capturado en el nororiental departamento (estado) colombiano de Santander el 18 de mayo de 2021 por solicitud de extradición de Estados Unidos por los lazos con el CJNG para enviar drogas a ese país, Matamba protagonizó al amanecer del pasado 18 de marzo una impactante fuga de la cárcel de La Picota, en Bogotá, y conmocionó a los aparatos gubernamentales, judiciales, militares y policiales de Colombia.
Matamba operó principalmente en el sur de Colombia, desde donde movilizó la cocaína al norte de Ecuador para transportarla vía marítima a Centroamérica en ruta a sus clientes en México y traficarla a EU, según reportes oficiales.
Aunque la mayoría de los operativos fueron por mar, también hubo traslados terrestres desde bodegas de escondite temporal en Centroamérica hacia México y EU.
El colombiano Dairo Antonio Úsuga David, alias Otoniel, jefe del Clan y detenido el 23 de octubre de 2021 en Colombia a pedido de EU para extradición, encargó a Matamba en el segundo lustro del decenio de 2010 el control en la frontera con Ecuador de un grupo armado irregular de unos 200 hombres que dirigió parte de las operaciones de producción de cocaína y su transporte por mar y por tierra al CJNG.
Matamba asumió la jefatura de Cordillera Sur, una facción del Clan en el sureño departamento de Nariño, limítrofe con Ecuador, y asumió el dominio de parte de los cultivos de hoja de coca, materia prima de la cocaína, para exportar al CJNG en México. Colombia es el principal productor mundial de cocaína.
Otoniel se afianzó como el narcotraficante más poderoso de Colombia del siglo XXI. Otoniel y Matamba transitaron en Colombia de ser militantes de las guerrillas izquierdistas a miembros del paramilitarismo derechista, en un trayecto que los llevó a capos del Clan.
La solicitud de EU para extraditar al ahora fugitivo narcotraficante se basó en los negocios criminales que ejecutó con el CJNG y que incluyeron heroína. Matamba fue acusado en una corte del Distrito Sur de Florida por tráfico de cocaína y de heroína y por “lavado” de activos y su detención en 2021 destapó un escándalo de supuesta corrupción militar y policial en Colombia.
El Ministerio de Defensa de Colombia ofreció el martes una recompensa de unos 500 mil dólares por la recaptura. La Procuraduría General de Colombia suspendió a los jerarcas de La Picota.
El periódico El Tiempo, el principal de Colombia, reveló que un informe preliminar oficial aseguró que el narcotraficante habría pagado hasta 5 millones de dólares por su escape “con la complicidad de por lo menos 10 guardias”.
“Los investigadores no descartan que ‘Matamba’ haya contratado un vuelo (…) y se encuentre muy lejos de Bogotá o hasta fuera del país”, agregó.
Ligamen mexicano
Surgido a inicios del siglo XXI con varios nombres y afín a los paramilitares anticomunistas de las décadas de 1980 y 1990, el Clan emergió en el golfo de Urabá, sobre el mar Caribe y área del norte colombiano vital para el narcotráfico que es fronteriza por el oeste con la jungla del Tapón de Darién, que comparten Colombia y Panamá.
Como naciente agrupación, su primer vínculo con México se registró hace unos 20 años con los cárteles de Sinaloa, una de las organizaciones mexicanas más poderosas del narcotráfico, y de Los Zetas, que en ese entonces estaba entre los más fuertes de esa nación.
El Clan se reafirmó en este siglo como el grupo armado organizado más grande, peligroso y eficiente de Colombia, con unos 4 mil integrantes y presencia en unos 211 de los mil 120 municipios colombianos, por lo que mantuvo negocios con Sinaloa, CJNG y Los Zetas como proveedor de cocaína y en un manejo separado de rutas con los tres.
La principal relación de Otoniel y el Clan hasta al menos 2015 fue con el narcotraficante mexicano Joaquín Guzmán Loera, alias El Chapo, líder del cártel de Sinaloa y condenado en 2019 en EU a cadena perpetua y 30 años de cárcel por narcoactividad.
Creada en 2007 como Los Mata Zetas para combatir a Los Zetas, cerca de 2009 y 2010 cambió a CJNG, irrumpió en Colombia en el segundo lustro de la década de 2000 y se garantizó con el Clan el abastecimiento de cocaína en una tarea en la que Matamba se transformó en socio crucial, según fuentes policiales y militares colombianas.
En su agresiva incursión en Colombia, el CJNG también trabajó con el Clan en los nororientales departamentos colombianos de Norte de Santander y La Guajira, fronterizos con Venezuela, para pasar la cocaína al lado venezolano y transportarla vía aérea a Centroamérica en ruta a México y EU, dijeron a este diario fuentes de la (no estatal) Asociación Colombiana de Oficiales de las Fuerzas Militares de Colombia en Retiro.
El gobierno y la Fiscalía General de Colombia alertaron en enero de 2017 del inquietante aumento desde 2014 del ingreso, con la misión de comprar cargamentos del alucinógeno, de emisarios de los cárteles de Sinaloa y CJNG a zonas colombianas que “no son turísticas” y que se dedican a cultivar hoja de coca.
La agencia antidroga de Colombia descubrió en agosto de 2018 el ligamen del fugitivo narcotraficante mexicano Nemesio Oseguera Cervantes, alias “El Mencho” y líder del CJNG, con la guerrilla comunista colombiana del Ejército de Liberación Nacional (ELN) para el contrabando de cocaína del sur al norte de América.
En un informe que envió en 2018 a este periódico, la agencia informó que el ELN cobró unos 70 dólares por kilo de cocaína para asegurar la salida de la droga de Colombia al puerto mexicano de Manzanillo, sobre el litoral de México en el Océano Pacífico, para el CJNG. En armas desde 1964, el ELN es la última guerrilla de Colombia y, según el gobierno colombiano, su comando central está en Cuba.