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Progresan en estudio de la conducta social de las hormigas

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Gaceta UNAM

Buscan ayudar a comprender cuáles son los mecanismos cerebrales que la pueden regular, incluyendo la de los humanos

Las hormigas producen una neurohormona llamada inotocina, que es la oxitocina de los insectos y desempeña un papel importante en la conducta social, afirma Ingrid Fetter Pruneda, integrante del Instituto de Investigaciones Biomédicas (IIBm).

Sus estudios, publicados en la revista internacional PLOS Biology, además de revelar el papel de este neuropéptido, buscan ayudar a comprender cuáles son los mecanismos cerebrales que pueden regular la conducta social, incluyendo la de los humanos.

En el caso de los humanos hay comportamientos complejos sociales que se asocian con la función de neurohormonas, como es el caso del autismo y la esquizofrenia, pues se ha visto que tienen un papel importante, agrega la doctora en Ciencias.

Los resultados de la investigadora del Departamento de Biología Celular y Fisiología del IIBm también revelan que las hormigas que realizan tareas fuera del nido –como forrajear y buscar comida– tienen niveles más altos de esta neurohormona en sus cerebros que los individuos de la misma edad que permanecen dentro de la colonia, cuidando a las larvas.

Al administrar este neuropéptido farmacológicamente la experta encontró que los insectos más propensos a salir a forrajear son los de mayor edad y que respondían a esta neurohormona, pero sólo cuando había larvas hambrientas, que son las más jóvenes en la colonia.

“Si había pupas en lugar de larvas, el contexto social era diferente y el efecto farmacológico distinto. Es decir, encontramos que este neuropéptido está regulando la conducta social ante estímulos de cómo está compuesta la colonia”, asevera Fetter Pruneda.

En los mamíferos, añade, neurohormonas como la oxitocina y la vasopresina regulan comportamientos sociales como el cuidado parental, el vínculo de pareja, la cognición social y la agresión.

La universitaria explica que en las hormigas hay otras conductas sociales realmente complejas, por ejemplo: construyen sus nidos que son estructuras muy bien diseñadas y tienen cámaras que controlan la temperatura, la ventilación; tienen “ganado”, insectos que ellas cuidan y a los que les pueden extraer sustancias dulces; además de que cultivan sus propios hongos.

En las colonias de esos insectos sociales hay una división clara para la reproducción: existe una reina o ciertos individuos que se reproducen mientras las trabajadoras u obreras cuidan a la colonia. Dentro de las obreras hay unas que salen por alimento y otras que cuidan las larvas en el nido.

Fetter Pruneda estudia la hormiga clonal Ooceraea biroi que no tiene como tal una reina, sino que todos los miembros de la colonia pueden poner huevos y son idénticos genéticamente. Además, esta especie crece con facilidad en laboratorio.

Contracciones fuera de tiempo
La oxitocina también es importante para funciones fisiológicas, por ejemplo, en las contracciones uterinas para el parto.

“Se ha propuesto que estas neurohormonas de insectos, que son muy parecidas a las de los humanos, puedan ser utilizadas en tratamientos para evitar contracciones fuera de tiempo en el embarazo, por ejemplo.

“Hasta ahora, únicamente las hemos estudiado a nivel conducta, pero también queremos saber si a nivel reproductivo tiene un papel importante”, concluye la investigadora.

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