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Al caballo… sí mírale los dientes

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Gaceta UNAM

Mister Ed, el caballo que habla, estrella de la serie estadounidense de los sesenta del siglo XX, seguro padecía los mismos problemas odontológicos de los caballos domésticos actuales.

Uno de los principales problemas dentales son los filos de esmalte que al lastimarles los cachetes y la lengua, les impiden comer y por ende les crean problemas nutricionales y digestivos.

Incluir más grano que forraje en su dieta, a Cancia, la yegua que montó Pedro Infante en la película La Oveja negra, probablemente le hubiese causado ese doloroso afilamiento de sus dientes.

El doctor Mariano Hernández Gil, del Hospital para Équidos de la Facultad de Medicina Veterinaria y Zootecnia de la UNAM, nos cuenta de ése y otros problemas dentales de los caballos.

Los granos son necesarios, pero en exceso pueden ser un problema para los equinos. 50 millones de años de evolución y cambios en su medio ambiente les llevó a desarrollar dientes largos para compensar el desgaste ocasionado por los pastos. Miden 10 cm y se desgastan tres milímetros al año.

Su ancestro, Hyracotherium, llamado coloquialmente Eohippus, vivió en los bosques del Eoceno y se alimentaba de frutos fáciles de masticar. Sin embargo, cambios en la disponibilidad de alimento y del medio ambiente (reducción de los bosques y aparición de grandes praderas) lo obligaron a adaptarse para comer pastos.

Los pastos son fibrosos y en su pared celular contienen silicatos o cemento. Para comerlos lleva más tiempo molerlos y son abrasivos para los dientes.

Para moler un kilo de forraje, un caballo tiene que dar mínimo cinco mil masticadas. Un equino de 400 kilos de peso requiere comer 10 kilos. Es decir, Pinto, de Luis Aguilar, en la campirana película El caballo que canta, debería dar 50 mil masticadas para comer todo ese forraje.

Un equino doméstico, de caballeriza, cuya dieta incluye granos, que son más nutritivos que el forraje, para molerlos debe dar mil 500 masticadas. Con menos masticadas hay un desgaste incompleto de los dientes y se forman filos de esmalte, entre otras anormalidades que causan un desequilibrio en el caballo.

Muda y erupción
Durante la muda de los dientes de leche y la erupción de los permanentes, entre los dos y cuatro años de edad, ocurren otros problemas odontológicos.

A la mayoría de los caballos se les inicia en el entrenamiento alrededor de los tres años de edad. Con ese fin se les coloca artefactos dentro y en torno a la boca. Estos aditamentos causan incomodidades y desequilibrios del aparato masticatorio.

Al interferir con el proceso de erupción y muda se producen anormalidades dentales, que van desde puntas de esmalte por desgaste incompleto, hasta fracturas de la pieza dental por desequilibrios en la dentadura.

Esto afecta al caballo física (no quiere comer y lo vemos más flaco), emocional y conductualmente (no se deja tocar la cara y no obedece al entrenador o jinete).

Desde los dos a los siete años de edad, cada seis meses, sobre todo durante la muda y erupción (son momentos incómodos y de dolor), se cuida la dentadura de los caballos. Se revisa que todos los dientes broten de manera normal, sin formar filos y sin tener fracturas.

Caries por exceso de granos
Los caballos que viven en libertad no tienen problemas dentales. Porque comen lo que quieren todo el tiempo. Y viven como vivieron los caballos durante millones de años. Gastan sus dientes de manera natural y seleccionan los alimentos que requieren.

Los caballos domésticos, si son alimentados con una cantidad de granos desproporcionada, también padecen caries porque los granos son muy altos en azúcares y desequilibrados en calcio y fósforo.

Por eso en la dieta de los equinos domésticos la cantidad de forraje debe ser mayor que la de granos. Aún cuando el caballo deportivo sea de alto rendimiento, debe mejorarse la calidad del forraje en la dieta, para no elevar desproporcionadamente la cantidad de los granos.

Una yegua que está alimentando a su potrillo también necesita comer grano extra. Aunque, de igual manera, es mejor cuidar la calidad del forraje para que su dieta dependa menos del grano.

La fibra que mastica el caballo limpia los dientes. Es como un cepillo de dientes. En un equino sano, no encuentras restos de alimento en su boca. Uno con filos dentales, para evitar el dolor tiene restos de grano y forraje entre los cachetes y los dientes.

Ese alimento, sobre todo los granos, contiene azúcares que favorece la actividad microbiana y un proceso de fermentación y en consecuencia una acidificación en la boca que afecta la calidad mineral de la dentadura.

Problemas heredables
Hay caballos con problema de mordida. Algunos padecen prognatismo, donde la mordida inferior sobrepasa a la superior, mientras que otros padecen braquignatismo, donde la mordida de abajo es más corta que la de arriba.

Estos problemas de conformación de la boca son heredables y son motivo de descalificación en los juzgamientos de caballos, porque son animales que se controlan por la boca.

Defectos en conformación de la boca resultan en problemas dentales que causan incomodidades orales y por ende de la cabeza y cara y por tanto indisposición a cualquier señal de la mano a través de un bozal, una cabezada o un bocado para su control.

Reto odontológico
Cuando se extrae una pieza, no se puede poner una prótesis dental porque se necesita un material que se desgaste al ritmo natural. Un material más suave se desgasta más rápido y uno más duro, desgasta más a la pieza contraria y puede también causar filos dentales.

Ese es un gran reto en odontología equina, contar con materiales para poder hacer prótesis dentales como se hacen para el ser humano.

En endodoncia ya se está más avanzado. Hay odontólogos equinos bien entrenados. Saben remover todo el tejido infectado para evitar que vuelva a aparecer la infección. Un caballo con una fractura o con una infección periodontal en la raíz de la muela, hay que extraer la pieza. A veces la infección es por vía sistémica y se trata bien con antibióticos.

Una fractura en una muela, que no se diagnostica y no se atiende, afecta el apetito. Hay pérdida de peso y puede llegar a morir el caballo. No es la infección sino la consecuencia de no comer bien.

Dos vicios
Los dos vicios o problemas conductuales principales de los caballos son la aerofagia o tragar aire y la marcha sinuosa, también llamada el paso del oso o el movimiento del elefante. Son causados por no darles lo que en estado natural tendrían (forraje todo el tiempo) y por no permitirles deambular en un terreno.

Un caballo que no tiene que comer busca entretenerse con algo. Y lo hace tragando aire, una señal inequívoca de un problema mental. Su bienestar es nulo. Es un caballo dañado mentalmente. Y eso se manifiesta en su conducta.

Si pudiera moverse, no tendría esa marcha anormal. Les ponemos un peluche, les damos una pelota, pero no les compramos forraje. Hay que dejar de gastar en juguetes y darle el juguete que más le gusta. Su mejor entretenimiento es masticar forrajes. Eso lo beneficia mental, nutricional y odontológicamente.

En resumen
El cuidado dental favorece cinco indicadores del bienestar: la conducta, la nutrición, la integridad, la locomoción y la salud.

Si hay dolor por problemas dentales, el caballo no va a tener una buena conducta. Porque la comunicación con ellos se da a través de la cabeza, vía las manos y su cara.

Si no tiene buenos dientes, la masticación —principio de la digestión— no está asegurada y no habrá buena nutrición.

Si un filo de diente está provocando daño y dolor en el cache o lengua, probablemente habrá incomodidad y mala conducta. Hay caballos que sangran de la boca por un problema dental.

Hay caballos con desequilibrios serios del aparato masticatorio que afecta su sistema músculo esquelético completo. El origen del movimiento en los caballos es el cuello. Así que un cuello rígido o contracturado puede causar movimientos anormales.

Las infecciones secundarias a problemas dentales causan infección de los senos para nasales y la mala masticación problemas digestivos mortales, como cólico equino.

Procurar su bienestar es promover su mejor desempeño.

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