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La niña del huracán que hoy gana premios de ciencia

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Gaceta UNAM

Ha sido reconocida por el Estado de México debido a sus varias investigaciones; conserva de alimentos, una de las más importantes

Cuando María de la Luz Zambrano era niña vivió un huracán devastador en un poblado cercano al puerto de San Blas, que ocasionó el desbordamiento del río Santiago. Ella y su familia recibieron ayuda a través de comida enlatada, y lo que más le preocupó fue saber cómo logran que los alimentos se conserven en esos empaques. Desde ese momento supo que estudiaría algo relacionado con esa área.

Hoy en día es profesora investigadora de la Facultad de Estudios Superiores (FES) Cuautitlán, y además ha sido acreedora del Premio Estatal de Ciencia y Tecnología, otorgado por el Estado de México debido a sus varias investigaciones.

Una de las más importantes consiste en conservar alimentos de forma natural por medio de nanopartículas lipídicas que inhiben el crecimiento de los hongos. “A través de éstas liberamos una sustancia antioxidante o antimicrobiana que ayuda a que los alimentos no se descompongan”.

Esas nanopartículas lipídicas surgen de la cera de candelilla, que proviene de una planta completamente mexicana de donde se obtienen grandes beneficios.

Un golpe de suerte la llevó a este gran hallazgo, porque un día dejó semillas de maíz almacenada y descubrió que los granos permanecían sin cambio alguno. Así, decidió realizar la investigación específicamente con estas nanopartículas. Además, la idea surgió para su doctorado en Ciencia y Tecnología de Alimentos.

¿Cómo se forman?
Las nanopartículas lipídicas sólidas se forman justamente a partir de lípidos que son sólidos. Por ejemplo, la cera de abeja que se encuentra a una temperatura ambiente está en un estado sólido, pero a 50 grados se convierte en una sustancia líquida. Otro ejemplo es la manteca de cacao que a temperatura ambiente es sólida, pero con 40 grados centígrados es un lípido fundido.

Y cuando la cera de candelilla está fundida se homogeneiza con otros componentes para formar esas nanopartículas lipídicas, y así realizan el proceso a una alta presión.

Se trata de una sustancia completamente natural y sin conservadores. De hecho, un litro de esas nanopartículas lipídicas sólidas tiene la capacidad de recubrir hasta medio kilo de fruta.

Para la conservación de alimentos se aplica una capa “delgadita” que tiene la menor proporción de lípidos, porque, aunque es natural, si los humanos consumen una alta cantidad, tendría un efecto contraproducente.

Actualmente, nanopartículas poliméricas se aplican en carnes, y la idea es tener un alimento congelado, pero con las mismas características de frescura que un producto sin este tratamiento.

Para María de la Luz esta investigación fue el despertar a la indagación y la ciencia. Desde entonces sólo piensa en todas las formas posibles para aplicarse. “Es algo que me llena de mucha satisfacción”.

Su historia
Desde pequeña a María de la Luz le encantaban las materias de Biología y Química, porque ambas se relacionan con los alimentos. A los 17 años ingresó a la licenciatura de Ingeniería Bioquímica en el Instituto Tecnológico de Tepic, y desde entonces se enfrentó a diferentes obstáculos como mujer.

Su primer reto fue terminar la carrera y comentarle a su papá que ya no quería vivir en esa ciudad, sino moverse a otro sitio dónde tuviera una oportunidad para aplicar sus estudios. “Para él fue muy difícil”.

María de la Luz cumplió su primer meta y se trasladó a Querétaro en donde empezó a trabajar en una empresa gubernamental llamada Liconsa, que procesaba principalmente leche.

Posteriormente, al tratar de irse a otras empresas se encontró con varias dificultades. Por ejemplo, cuando ingresó a Carnation se encontró con un letrero que decía “Prohibida la entrada a mujeres después de las 10 de la noche”. Otro caso difícil fue Gerber, que en aquel tiempo no contrataba a mujeres.

“Me encontré que para una mujer era muy complicado desarrollarse en la industria de los alimentos, y me dije ¿qué voy a hacer si yo tengo ganas de salir adelante? Esa fue la razón por la que se encaminó hacia la maestría en el año de 1992.

Después de haber pasado unos tres años en la industria de los alimentos, llegó a la FES Cuautitlán para convertirse también en docente.

Aunque jamás le pasó por la mente ser profesora, en la UNAM descubrió su amor por la enseñanza. Esta casa de estudios “para mí representa lo que es ser un buen investigador, y tener la capacidad de formar gente para que se involucre en los procesos industriales en el área de comercialización”.

María de la Luz piensa que en cada rincón de alguna empresa siempre habrá un egresado de la UNAM y es un orgullo pertenecer a esta gran institución.

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