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PORFIRIO MUÑOZ LEDO ENFRENTA LA LEY DEL HIELO: “EL PRESIDENTE NO ME HABLA”

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Eme Equis

El todavía diputado federal cuenta que el presidente López Obrador no le contesta mensajes desde 2019. En entrevista con EMEEQUIS, el decano de la izquierda mexicana vaticina: Morena perderá Guerrero y, también, la mayoría en la Cámara de Diputados

Porfirio Muñoz Ledo no tiene quien le escriba desde Palacio Nacional. El hombre que le puso la banda presidencial a Andrés Manuel López Obrador pasó, en menos de tres años, de ser un consejero cercanísimo, a uno más en la lista de amistades olvidadas.

“Yo no he hablado con el señor presidente en bastante tiempo. Desde que dejé la Presidencia de la Cámara de Diputados ya no tenemos contacto”, cuenta Porfirio Muñoz Ledo a EMEEQUIS en una entrevista que muestra el abismo que hay entre ambos políticos y que se ha profundizado a unos días de las elecciones intermedias.

La última vez que conversaron fue en el verano de 2019, cuando el mundo de entonces era muy distinto al actual: la pandemia de coronavirus no existía, el presidente de Estados Unidos era Donald Trump, el equipo Tigres era campeón del futbol mexicano de la mano del “Tuca” Ferretti y José José seguía vivo.

En aquellos días, Porfirio Muñoz Ledo dirigía San Lázaro mientras transcurría el primer año de la llamada Cuarta Transformación. Su voz crítica al interior de Morena desentonaba con el resto de los diputados oficialistas que seguían incondicionalmente a López Obrador, pero por su posición estratégica mantenía una comunicación fluida con el presidente.

Pero una vez que dejó de ser útil a la agenda dictada desde Palacio Nacional, Porfirio Muñoz Ledo fue enviado a la congeladora de los afectos, acaso por sus desencuentros frontales con otros morenistas y por sus juicios sobre el estilo personal de López Obrador, como su actitud dócil frente a Donald Trump, pero dura contra los organismos autónomos como el Instituto Nacional Electoral.

“Yo le he mandado mis análisis sobre la situación económica. Cuando él estaba atacando los fideicomisos también le mandé unos escritos en materia de autonomía. Se los mando porque sí creo que debe escuchar no solamente a los que están en Palacio Nacional.

“Él no ha respondido a los llamados que le he hecho… yo espero que nuestra relación no esté rota, porque creo que estoy contribuyendo a la democratización del país”.

EL ERROR DE AMLO EN LA LÍNEA 12

En el pasado quedaron los días en que desayunaban juntos en la colonia Roma o las noches en que cruzaban estrategias para afianzar la llegada de López Obrador al poder. Aún más atrás quedaron las tardes en que ambos cruzaban elogios, en el templete y en privado, por su lucha por la democracia.

Esa frialdad no ha hecho recular a Porfirio Muñoz Ledo. Al contrario: cada vez que puede le remarca al presidente sus errores, desde su validación tácita a la ampliación del mandato del ministro presidente de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, Arturo Zaldívar, hasta la frase “¡al carajo el estilo demagógico e hipócrita!” que dijo el tabasqueño cuando le preguntaron por su ausencia en los hospitales donde estaban los heridos por el desplome de la Línea Dorada en Tláhuac.

“(Por ejemplo) Creo que el señor presidente se equivocó en no ir a ver a las familias de las víctimas. Es una gran tragedia. Él en vez de ir al tren elevado de la Línea 12 se fue a ver el Tren Maya. No se gana nada con ocultar las cosas.

“La principal carencia es el diálogo con la gente. Hay que dejar los pleitos y concentrarse en la gente”, machaca Muñoz Ledo, acaso el morenista más rebelde entre los guindas.

Su nombre ya está en la lista negra de López Obrador de quienes eran sus aliados, luego se atrevieron a criticarlo en público y perdieron su amistad: ahí están Guadalupe Acosta Naranjo, Jesús Ortega, Rosario Robles, Mario DiCostanzo, Carlos Urzúa…

PORFIRIO, EL DE LAS RUPTURAS

Cinco horas antes de nuestra conversación, Porfirio Muñoz Ledo publicó en sus redes sociales 12 puntos de un movimiento al interior de Morena que él ha llamado “Movimiento por la República”, una corriente que, a diferencia de lo que hizo hace 33 años en el PRI, no pretende terminar en un nuevo partido político, sino en suavizar el tono duro del presidente.

Los puntos son críticas veladas a la primera mitad del sexenio: “Movimiento por la República” pide acabar con los “superdelegados” de la llamada Cuarta Transformación, frenar el golpeteo a organizaciones de la sociedad civil y liberar a la nación porque “no debe ser secuestrada por caudillismo alguno”.

“Yo no doy consejos a nadie, lo que yo le puedo transmitir al presidente son ideas. Él no puede caer en la tentación de un gobierno duro, que quiera imponer sus razones. Él debe respetar al Congreso de la Unión, debe ser más cuidadoso con su relación con la Suprema Corte de Justicia de la Nación.

“Debería de estar abierto a escuchar a los movimientos de la sociedad civil. Cuidar que la economía no se siga deteriorando. Tenemos una economía que va en picada. Ocuparse de otras cosas”.

El decálogo de Muñoz Ledo está firmado por la senadora morenista Ifigenia Martínez, pero le falta la firma de un hombre que lo había acompañado en el “Movimiento por la República” y que también, alguna vez, fue buen amigo de López Obrador: Cuauhtémoc Cárdenas.

“El ingeniero ha estado muy pendiente del movimiento. Acabo de recibir un escrito suyo donde me hace observaciones, pero por el momento él no quiere ser parte, no quiere una confrontación.

“Yo le voy a contestar que no nos estamos enfrentando al gobierno, sino que queremos que cambie la segunda parte del sexenio. Es crucial en el país”.

¿PRÓXIMAMENTE EMBAJADOR?

En abril pasado, un rumor corrió con fuerza entre las filas de Morena: el presidente estaba muy molesto con Porfirio Muñoz Ledo por sus críticas a la “Ley Zaldívar”, tanto que estaba pensando en cómo callar su voz incómoda.

“Me opongo, con toda la fuerza de mi ser, a una violación tan flagrante, innecesaria y absolutamente reversible a la Constitución… Me opongo con toda la fuerza y convicción de mi ser, con todo el esfuerzo memorioso que hemos hecho desde 1988 para instaurar en el país un orden democrático”, fueron las palabras con las que el veterano político cimbró la Cámara de Diputados en su regreso tras una larga ausencia en el Pleno por la pandemia.

Desde entonces, se decía que el gobierno federal preparaba su salida: le ofrecerían una embajada lejos de México, aprovechando su experiencia diplomática. Porfirio Muñoz Ledo asegura que no se lo han ofrecido formalmente, pero porque ya saben su respuesta.

“No, jamás aceptaría. Ya no estoy en edad para eso. Acá tengo familia, tengo trabajo bibliográfico por hacer, ya fui embajador ante Naciones Unidas, en la Unión Europea. No, eso está fuera de la discusión”, afirma.

Con fuero o sin fuero, con la amistad del presidente o sólo su frío respeto, Porfirio Muñoz Ledo, de 87 años, adelanta que seguirá siendo un rebelde hasta el último momento de su vida.

MORENA PERDERÁ LA CÁMARA

A pesar de todo, el exembajador, exsecretario de Estado, exsenador, excandidato presidencial, dice que no renunciará a Morena, como alguna vez lo planteó a sus más cercanos, con la esperanza de que su salida sacudiera al presidente. Él, dice, morirá con la credencial del Movimiento Regeneración Nacional vigente y en su billetera.

“Yo soy miembro de Morena, los represento legítimamente y pertenezco a la corriente democrática. Yo no voy a renunciar, que renuncien los otros.

“Yo no hablo por Porifirio Muñoz Ledo, hablo por la gente del partido que no es tomada en cuenta y que tiene ideas propias, porque son luchadores sociales, porque quieren una Cámara de Diputados plural y democrática”.

Su más reciente cálculo político es que el aferramiento del presidente a la candidatura a gobernador de Félix Salgado Macedonio tendrá dos resultados desastrosos: Morena perdería Guerrero y, también, la mayoría San Lázaro.

“Yo tengo la sensación y el cálculo político de que Morena va a perder la mayoría en la Cámara de Diputados, eso lo vengo reflexionando (…) Lo lamento porque soy miembro del partido, pero también tenemos que reflexionar por qué está ocurriendo. Yo creo que la gente no quiere un gobierno duro, un gobierno que no escucha a la gente.

“Yo espero que el presidente valore esto. Lo digo siempre con respeto, porque yo sé que él valora que no haya pensamiento único. Lo digo con responsabilidad… me duele, pero así es… mi relación con el presidente está suspendida, ¿cuánto tiempo seguiremos así? No lo sé…”.

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